La alegría del padre, de Didí Gutiérrez, publicada por alfaguara, abrió el programa que homenajea el pensamiento crítico y la creatividad
Mario Galeana
El libro será el objeto cultural más importante en Puebla durante lo que resta del año. Así lo han considerado las autoridades estatales, tras el arranque formal de una celebración que comprende un intenso trabajo de promoción de la lectura a lo largo y ancho del estado.
En una ceremonia realizada especialmente para dar comienzo a este programa, el secretario de Cultura, Enrique Glockner Corte, y la ahora exsecretaria de Educación Pública, Isabel Merlo Talavera, dieron inicio a la conmemoración del 2024 como el Año del Libro y la Lectura.
“El reconocimiento oficial de este año refleja la importancia del libro en la educación, en la formación del pensamiento crítico y la creatividad. Queremos que el 2024 sea un catalizador para fortalecer el tejido comunitario de nuestra sociedad”, aseguró Glockner frente a autoridades municipales y federales.
Las actividades comenzaron el mismo jueves, con una charla impartida por la escritora mexicana Didí Gutiérrez, ganadora deI Premio de Crónica Breve Carlos Monsiváis, sobre escritura y edición.
A lo largo del año, la Secretaría de Cultura estatal ha planeado el fortalecimiento de la Red Estatal de Bibliotecas Públicas, que está integrada por 618 sedes, así como la creación de un programa de lectura en familia y un Festival de Cuentacuentos.
En estas actividades, según detalló Merlo Talavera, también participarán alrededor de 14 mil escuelas de distintos niveles.
Además de las ferias de libro, los concursos de literatura y las lecturas públicas que suelen organizarse cada año, la dependencia impulsará un proyecto denominado “Indautor itinerante”, que tiene como objetivo registrar y proteger las obras de poetas, narradores y autores poblanos de canciones regionales.
El programa a cargo del Instituto Nacional del Derecho de Autor (Indautor) comenzará el 14 de marzo en la Universidad Interserrana de Puebla del municipio de Ahuacatlán.
SI QUIEREN LECTORES, DENLES LIBROS DE TERROR: GUTIÉRREZ
Para la escritora Didí Gutiérrez, la literatura de terror puede convertirse en la piedra angular de la promoción de la lectura. Y lo sostiene a pesar de que, paradójicamente, ella no escribe terror.
“Deben ser lecturas que nos estremezcan, porque al final ese es el efecto que debe causar la literatura. Yo leí a Horacio Quiroga y me encantó. La literatura que más me gustó fue la de Lovecraft, la de Edgar Allan Poe. Pero, para mi gran frustración, yo nunca pude volverme una escritora de terror”, dijo.
La autora de Las Elegantes (2021) y La alegría del padre (2023) compartió en una charla informal que su camino como lectora durante la infancia chocó con la aridez de los textos que suelen promoverse a esa edad, como el Cantar de mio Cid, obras que sólo con los años consiguió valorar.
“Mi familia no era fundamentalmente lectora de literatura, sino de prensa, y por eso me hice periodista. Mis padres eran médicos y para mí la lectura de sus expedientes era fascinante. En cambio, las lecturas de la secundaria llegué a odiarlas. Cuando me dieron algo de Quiroga, ahí descubrí lo que me gustaba”, expuso.
Aquella interacción con los libros –y con el periodismo– la llevó a ganar en 2019 el Premio de Crónica Breve Carlos Monsiváis, a editar la revista Picnic, a ser coordinadora editorial de Sexto Piso, a fundar la fanzine Pinche Chica Chic, a escribir un libro de cuentos y a publicar su primera novela.
La alegría del padre se publicó el año pasado en Alfaguara y, de inicio, se aleja de la representación tradicional del padre ausente que sobrevuela la literatura latinoamericana. En la novela, la figura del padre encarna a un hombre amoroso al pendiente de su familia.
Fue diseñada y realizada mientras ella y su familia lidiaban precisamente con la posibilidad de perder a su padre a causa de una enfermedad mortal.
“Este libro me sucedió. En 2015 estaba escribiendo otra novela, cuando recibimos la noticia de mi padre. Yo supe que si mi padre moría nunca volvería a escribir. Entonces dejé la otra novela y comencé a escribir un diario, sin más intención que vaciar lo que sentía. Porque cuando una escribe tratamos de poner orden al caos a nuestro alrededor a partir de las palabras”, contó.
La religiosidad con la que escribía en el diario la hizo pensar que, si dejaba de hacerlo, su padre moriría. Sin embargo, en 2018, su computadora fue robada y el diario se diluyó. Aunque significó la pérdida de sus memorias, aquel fue también el inicio de la escritura de la novela.
En La alegría del padre se narran los recuerdos de la infancia de Abigail, una joven de 18 años que se entera que su padre podría morir. A través de la memoria, el libro contrapone la tensión del tiempo y la muerte frente a la calidez de un amor familiar y profundo.
“He descrito un personaje que, desde que se publicó Pedro Páramo, parece irreal: un tipo comprometido con su familia, chistoso, amoroso. Llegué a preguntarme qué tanto iba a interesar a alguien un libro así cuando nuestra historia y la historia de la literatura suele reflejar a una figura polémica y autoritaria, cuando existe”.