NOTAS PARA UNA DEFENSA DE EMERGENCIA
Silvino Vergara Nava
Durante los siete años que permanecí en México, visité a menudo las casillas en días de elecciones y nunca vi a un ciudadano depositar su voto
Embajador de Estados Unidos en México en los gobiernos de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada
En este año de 2024, se renovarán, a decir de los datos oficiales del Instituto Nacional Electoral, 20 mil 286 cargos públicos. Para esa multitud de candidatos y, de paso, para los partidos políticos que los proponen, está dirigida esta carta, dividida en secciones de aquí al domingo de las elecciones, si las condiciones lo permiten:
A todos los candidatos para los 20 mil 286 cargos de elección popular:
Deben conocer las visiones de Estado. Estar enterados de cómo han cambiado a través de la historia.
De otro modo, sólo desgastan a la población con discursos que se han convertido en competencia de dispendios, es decir, de quien regalará más bondades y cosas a la población para que voten por ellos.
Para conocimiento de los candidatos de tantos y tantos cargos públicos:
Según los filósofos y sociólogos, los tiempos actuales corresponden a la postmodernidad, también llamada “modernidad tardía”.
En los tiempos de la modernidad, el Estado no podía existir por lo que sostenía el 13 de abril de 1655, Luís XIV a sus 16 años de edad: “El Estado soy yo”.
Debe de haber una justificación de la existencia del Estado, sus instituciones y lo que deben de llevar a cabo los gobernantes para bien de la población, por lo cual, los estados a lo largo de la historia deben de cumplir con algún objetivo principal, que a eso se le puede llamar como: “visión de Estado”.
En la historia de la humanidad, se puede decir que, ha habido tres visiones de Estado.
La primera corresponde al denominado: “Estado liberal”, lo que jurídicamente se podría llamar “Estado de seguridad jurídica”, en que se protegen primordialmente los derechos de libertad de los gobernados, por lo cual no puede haber libertades sin seguridad jurídica.
El problema que se presenta con los estados liberales, cuya grandeza ocurrió en el siglo XIX, es que generan grandes desigualdades, se puede decir que: “a mayor libertad, menor igualdad y a mayor igualdad menor libertad”.
Por ello, ese Estado con el paso del tiempo se tuvo que ir olvidando.
Una visión más del Estado es el denominado “Estado social de derecho”, también llamado “Estado prestatario”. Apela primordialmente por los derechos de igualdad, es decir, por los derechos sociales, como son el derecho a la alimentación, al agua, a la vivienda, a la salud, a la educación, al empleo, etcétera.
En Europa y los países del primer mundo, el momento de esa visión de Estado fue en las décadas de los 50 y los 60 del siglo XX.
Pero es evidente que el problema de ese tipo de visión de Estado es que no hay dinero que alcance, es decir, los derechos sociales son insaciables, siempre se requiere más.
Entonces, el Estado no cuenta con los recursos suficientes para cubrir todas las necesidades de la población, por lo cual, ese Estado en los países del primer mundo ha ido menguando y el momento de mayor debilitamiento fue la crisis económica de 2008. Basta recordar lo que sucedió en Europa en países como Grecia, Portugal, España, incluso Italia.
Debido a esa insuficiencia de recurso surgió la otra visión de Estado: el de seguridad pública, en que el Estado y sus instituciones protegen la integridad de las personas, pues las libertades ya no se pueden proteger porque estamos ante la presencia de los grandes monopolios y los derechos sociales son inagotables.
En ese sentido, lo único que queda para proteger es la seguridad pública y eso se hace con el uso desmedido del derecho penal: se expanden los delitos, se aumentan las penas y se justifica que el Estado está haciendo algo para proteger a las personas.
Es la función más sencilla para justificar a los gobiernos: es más fácil y barato. Basta con comprar patrullas que ambulancias, es más económico capacitar policías que médicos, enfermeras, profesores…
Por ello, ese Estado de seguridad pública es el que mayormente se ha instalado en las naciones occidentales, en especial, a partir de la caída de las torres gemelas en Estados Unidos de América, los atentados en el tren de Londres y, en el metro de la ciudad de Madrid a inicios del siglo XXI.