NOTAS PARA UNA DEFENSA DE EMERGENCIA
Silvino Vergara Nava
Actualmente el mundo es estable.
La gente es feliz, tiene lo que desea tener y nunca desea lo que no puede tener
“Un mundo feliz”,
Aldous Huxley, 1934
En la última semana de diciembre pasado, se informó sobre la recaudación en el ejercicio fiscal de 2024, en donde, a decir de las estadísticas, se rompió récord de recaudación en los impuestos
federales.
Por ello se ha sostenido desde la titularidad de la administración pública federal que no es conveniente reforma fiscal alguna en este nuevo gobierno federal.
En pocas palabras, estamos en México, respecto a los impuestos, en “Un mundo feliz”. Pero, ¿verdaderamente es así?
Aquella novela del escritor inglés Aldous Huxley fue escrita en la Costa Azul francesa y publicada en 1934, en donde se fijó el futuro de la humanidad gobernando y adormilando a la población con la simple felicidad, sin mayor ocupación que el entretenimiento y sin preocupaciones o problemas que resolver, porque todos se encuentran entretenidos, viviendo lejos de la realidad, de los problemas y de sus gobernantes; por ende, no se trata de un mundo feliz, sino de todo lo contrario.
Pareciera que es el caso del sistema tributario actual. En primer lugar, la última gran reforma al mismo se llevó a cabo por medio de la denominada “reforma hacendaria” de 2014; es decir, ha cumplido 10 años y resulta que es la que hasta hoy nos gobierna.
No es un sistema tributario que haya forjado las administraciones públicas actuales; es un sistema tributario creado por los que se ha dicho que fueron los gobiernos neoliberales; por ello, el sistema fiscal actual es de esa hechura.
Y lejos de brindar mayores derechos a los gobernados en el actual sistema fiscal, en el que se permita mayor igualdad, respetar los principios de proporcionalidad y equidad de las contribuciones que están previstos como principios máximos en la Constitución respecto a los contribuyentes, ha sucedido lo contrario; es más, se ha aniquilado la mediana y pequeña empresa mexicana.
En realidad, se trata de una legislación tributaria que dista mucho de ser proporcional y, sobre todo, equitativa. Pudiera haber sido ése el éxito de la recaudación para el ejercicio fiscal de 2024, pero es el fracaso de las instituciones gubernamentales que no promueven el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas mexicanas. Es más, ni su sobrevivencia; simplemente terminan renunciando a sus nobles propósitos, quebrando, bajando las cortinas y cerrando las puertas.
Lo cierto es que al sistema tributario bien vale la pena darle una revisada, no para aumentar los impuestos –porque siempre que se habla de reforma fiscal pareciera sinónimo de aumentar los impuestos– sino para que sea menos inequitativo.
Basta con observar que una persona moral pequeña –empresas familiares, de las que hay muchas en el país–, tributa con las mismas reglas y obligaciones, tanto formales como de pago de impuestos, que cualquier empresa tradicional.
Más aun: igual que una de las empresas transnacionales; lo único que varía es el volumen de información y, desde luego, los montos de dinero que se manejan, pero los porcentajes en el pago de impuestos y las cargas administrativas son las mismas.
Por ello no pueden las empresas mexicanas competir contra las transnacionales; es como poner a boxear a un peso pluma contra un peso completo; es imposible que le pueda dar por lo menos batalla.
Claro está que existe un régimen simplificado de confianza, pero las reglas de ese régimen implican mantener pequeño a ese contribuyente; es decir, se legisló con tantos candados que el objetivo es que no crezca, que siga siendo igual de pequeñito que como inició sus operaciones; por ello resulta absurdo sostener que el sistema tributario mexicano es correcto, cuando no estimula el crecimiento de las empresas mexicanas.
Si se observa detenidamente, cada día cierran más empresas locales; ya no hay marcas nacionales; todo se ha absorbido por las grandes empresas y cadenas internacionales.
¿Cuántas empresas mexicanas se escucha que estén dominando un mercado en el extranjero? Es más, ¿cuántas empresas poblanas cotizan en la bolsa?
Además, cada día que pasa es una batalla más de las autoridades municipales de toda la República con los ambulantes, que están creciendo en cualquier población, lo que es un termómetro de que el sistema tributario no funciona, no es un sistema tributario correcto.
Incluso, ¿cuándo fue la última ocasión que se habló de legislar sobre derechos a los contribuyentes? De lo que se habla es de prórrogas, si acaso, o de alguna facilidad temporal que se implementa por alguna razón política, pero no se modifica el sistema tributario, por lo cual es evidente que estamos ante la presencia de un sistema tributario que es “Un mundo feliz” para algunos, pero es el mundo más amargo para la gran mayoría, particularmente para las empresas medianas y pequeñas que, da la casualidad, son las que cuentan con el mayor número de empleados permanentes y, sobre todo, que son propiedad de mexicanos.