“México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí”…
Así, bajo las notas que todo migrante recuerda estando lejos de casa, el gobierno de Miguel Barbosa recibió las cenizas de 105 poblanos que dejaron su terruño por el sueño americano, por la promesa de una vida mejor para sus padres, sus parejas, sus hijos.
Bajo paños negros y flores blancas, las urnas de quienes cayeron ante el enemigo invisible que es el COVID-19 en Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut (Estados Unidos).
Las recibieron sus deudos, quienes las llevarán a casa para ser entregados, como polvo, a la tierra que los vio nacer.
Fue una ceremonia sobria, bajo las medidas sanitarias por el coronavirus, pero con el sentimiento de un “Amor Eterno” interpretado a mariachi y con el minuto de aplausos convocado por Barbosa Huerta, a las puertas de Casa Aguayo, bajo un enorme listado con el nombre de cada caído.
“Nunca un acto tan solemne y conmovedor como este. Reconocer que México le debe tanto a los migrantes, más a los que regresan muertos, por su necesidad de ir fuera del país para buscar su sustento.
Perdón por lo que le corresponde al gobierno de Puebla. Esta pandemia atenta contra la humanidad, por eso debemos estar unidos”, expresó el Ejecutivo.