Rodolfo Rivera Pacheco
Esta semana se cumplen cuatro meses de la cuarentena y confinamiento obligatorio por la emergencia sanitaria de COVID-19 en México. El 23 de marzo, Hugo LópezGatell llamó desesperado a “quedarse en casa” para evitar que crecieran los contagios de manera descontrolada.
Han pasado muchas cosas desde entonces. Pero la epidemia sigue y no se ha podido controlar.
Hasta el momento de escribir esta columna iban 39 mil 184 muertos por coronavirus y 344 mil 224 contagiados.
Recuerdo cuando en abril López-Gatell dijo que quizás habría 6 mil muertos en el “pico de la pandemia”.
No ha ocurrido así. Y el recurso fácil de la oposición y no pocos gobernadores enemigos del presidente Andrés Manuel López Obrador es culpar a LópezGatell por “mentir” y al propio presidente por “no tomar medidas adecuadas” para combatir la emergencia sanitaria.
Desde luego es un recurso natural de la oposición, aunque la verdad es que en ningún país del mundo se estaba preparado para esta situación. Ningún gobierno estaba listo para enfrentar una pandemia de estas dimensiones.
Algunos han implementado algunas medidas que les han funcionado, a otros no, dependiendo del país y su población, niveles educativos e índices económicos.
No. La pandemia afectó en mayor o menor grado a todos: países ricos, pobres, preparados o subdesarrollados.
Gobiernos de izquierda, de derecha y de centro.
El gran dilema de los gobiernos fue, es y será: ¿cuándo y cómo reanudar la actividad económica?
La situación es insostenible, han quebrado miles de empresas en México y el mundo. Hay millones de desempleados y se prevé que el PIB mundial caiga cerca de 15 puntos porcentuales. Habrá recesión y emergencia económica en prácticamente todos los países.
Entonces, por un lado, los gobiernos deben cuidar que no crezcan los contagios y las muertes en sus respectivos países, pero tienen que reactivar ya la economía. Pero al reanudar actividades es muy probable que se disparen nuevamente los contagios y decesos, como de hecho ha ocurrido en algunos países y en Estados Unidos. Un cuento sin fin.
En Puebla está ocurriendo justamente lo anterior. Empresarios y empleados “mueren” por regresar a sus actividades para no tener más pérdidas. Pero el gobernador Miguel Barbosa Huerta sabe que aún estamos en luz roja del semáforo y que si se reanudan actividades, lo más seguro y lógico, los contagios se descontrolen y haya más fallecidos.
¿Qué hacer? Si abro la economía para que los empresarios se recuperen y se combatan el desempleo… mal, porque van a aumentar los contagios. Si no reabro la economía seguirá afectando, incluidos los ingresos del gobierno, al reducirse la recaudación fiscal, habrá menos obras, menos hospitales y medicamentos.
Las elecciones de 2021 en nuestro país tendrán ese ingrediente adicional, para que los mexicanos refrenden su confianza a los representantes y gobiernos de Morena o les propinen un voto de castigo.
Pero créanme: aún NO hay nada seguro en este aspecto y quien haga predicciones hoy realmente pierde el tiempo.
Los críticos y opositores de los gobiernos de Morena pregonan que “la gente ya está harta” de ellos y que perderán irremediablemente las elecciones. Pero esos críticos de por si NO votaron por AMLO/ Morenas en 2018.
No tendrían que estar contentos ahora. Generalizar que “todo México” ya “está harto” de AMLO y Morena, aún habría que comprobarlo.
Es realmente complicado que los más de 53 millones de mexicanos que votaron por AMLO en 2018, ahora ya sean sus opositores. Es absurdo.
Lo que podría cambiar todo nuevamente son los escándalos de corrupción que empezarán a soltarse en los siguientes meses en México y en Puebla. Han sido meses de recopilación de expedientes y los datos que aporte Emilio Lozoya (para eso regresó) serán un golpe demoledor para priístas y panistas de gobiernos anteriores a nivel federal.
Finalmente, en Puebla, la Auditoría Superior del Estado y su nueva Fiscalía Forense también darán mucho de qué hablar en próximos días con respecto a sonados casos de corrupción en tiempos del morenovallismo. Ahí podría cambiar todo en preferencias electorales. Por eso algunos panistas no han vuelto a abrir la boca en varias semanas. Acuérdense de esta columna en próximos días.
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