Por: Adolfo Flores Fragoso / [email protected]
Joe Biden es un viejo pragmático. Designar como su compañera de fórmula a Kamala Harris tiene un objetivo único: impulsar el apoyo a su favor de los votantes afroamericanos. Hace cuatro años, ese fue el error de la demócrata Hillary Clinton: confiar en que el voto negro llegaría a ella de manera natural. Pero no. Fue ese uno de los factores de su derrota en 2016.
El voto demócrata negro de “clase media” estadounidense, como siempre, debe de ser “acarreado”, al más puro y ¿viejo? estilo mexicano, pues nunca llega solo.
A saber: convocatorias mediáticas focalizadas los días previos al cierre de su inscripción como votantes (30 de septiembre) para que puedan sufragar; llamadas telefónicas de convencimiento en la víspera del envío de su voto por correo (según el estado), y la literalmente “visita religiosa” la tarde del domingo anterior al martes de las elecciones.
“Llevar de la oreja” a la comunidad negra para que vote, pues. Los operadores de campaña de Hillary lo sabían pero no operaron.
El demócrata Biden lo sabe. Y ya operó de inicio. Decidió integrar en su fórmula a una mujer con ascendencia negra jamaiquina e hindú. Un golpe pragmático de tres bandas: mujer, descendiente de migrantes no blancos y con un excelente sentido de “ubicación” (en lenguaje futbolero) que sabe dónde llegarán los balones que le envíe Biden, y dónde estar para impedir que pasen los enviados por Trump a su electorado. Su experiencia como fiscal le ha otorgado a Harris esta cualidad.
Sobre este punto, Michelle Obama, abogada, escritora, exprimera dama de los Estados Unidos y mujer inteligente, resumió su opinión el primer día de la convención del Partido Demócrata en una línea: “Ser presidente de los Estados Unidos es un trabajo duro que requiere sólo de razonar con claridad”.
Y por si no había sido entendido su mensaje, remató: “Seré directa y sincera como mujer, pero Donald Trump no está a la altura de estos tiempos ni de lo que es un razonamiento claro”. Así, el inicio de la campaña de los demócratas en el país vecino. Biden evidenció una debilidad en las primarias de su partido entre los jóvenes, que respaldaron a Bernie Sanders y, por eso, hoy va por los jóvenes.
Si hay un grupo donde la participación cayó precipitadamente entre la era de Obama y 2016, entre los demócratas, fue con los votantes negros jóvenes, por cierto. Por eso Biden elige como compañera a Harris, de 55 años, dos décadas más joven que él y quien podrá beneficiarlo, marginalmente hablando, pero con efectividad.
Una encuesta de GWU/Battleground de principios de agosto encontró que Harris tenía una preferencia neta similar entre los votantes de 18 a 29 años (38 por ciento favorable, por 34 por ciento desfavorable) a la de Biden (51 por ciento, por 46 por ciento) y una mayor preferencia neta entre los votantes de 35 a 44 años (44 por ciento, por 33 por ciento) que Biden (49 por ciento, por 47 por ciento).
Por esa razón, Trump y sus operadores de campaña ya comenzaron a atacar la fórmula Biden/ Harris, como “la pareja de élites costeras”, fuera de contacto con el centro de Estados Unidos. La respuesta de Harris no ha podido ser más hábil y ha dicho que las costas y el centro de aquel país necesitan de “una reconstrucción urgente que aún no se ve”, aludiendo a la pandemia, la violencia social doméstica en algunos estados, el desempleo a la alza, la educación en un camino incierto y los huracanes pasados… y los que vienen.
No es por el azar que Kamala Harris y Jill, la esposa de Biden, hayan emprendido una campaña de asesoría educativa en línea para escuelas públicas, con su “sorpresiva” participación en algunas clases. Durante muchos años, Jill Biden fue profesora comunitaria de inglés en pequeñas ciudades del noreste estadounidense.
Harris es un buen as y ya sobre la mesa. ¿Le alcanzará a la fórmula Biden-Harris? Quién sabe. Según las encuestas, los pobres apoyan a Trump, que son una minoría “mayoritaria” también. Pero ese es otro tema. Trump es mucho más mañoso que Biden. Un Trump con una tarjeta oculta en el bolsillo, en la que tiene la biografía detallada del economista jamaiquino Donald Harris, educado en Stanford y no afecto a los pobres ni a los negros. Donald Harris, padre de Kamala. Como otros ases en la mesa y en la mano de Trump. Y también con fichas bajo la manga.