Por: Hervey Rivera /@herveyrivera
El pasado martes 1 de septiembre el presidente Andrés Manuel López Obrador rindió un mensaje en Palacio Nacional de la capital del país, con motivo de su obligación como mandatario de presentar un informe por escrito del estado general que guarda la administración pública del país como lo establece el artículo 69 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Desde 2006 el presidente de México no acude al Palacio Legislativo de San Lázaro a rendir el Informe de Gobierno, 14 años que no tenemos un evento republicano de rendición de cuentas del jefe del Estado ante todos los representantes populares de la nación reunidos en un recinto.
En 2006 el grave conflicto electoral impidió que el entonces mandatario Vicente Fox Quesada pudiera entrar al salón de plenos del Congreso para efectuar su informe, a partir de ese año no existieron condiciones para que el presidente diera mensaje sin que el evento terminara en un escenario de lucha libre, como aconteció en la toma de posesión de Felipe Calderón Hinojosa el 1 de diciembre de 2006, donde los gritos, manotazos, empujones y el lanzamiento de objetos cundieron entre los legisladores.
Por supuesto que para los presidentes la reforma, que sólo lo obliga a que uno de sus subalternos entregue el informe por escrito ha sido bastante conveniente, pues no lo obliga a presentarse y rendir su informe ante los integrantes del Congreso General.
A partir de 2006 el evento se transformó en un acto controlado por el hoy extinto Estado Mayor Presidencial (EMP) y el Centro de Producción de Programas Informativos y Especiales (Cepropie), organismo que opera los actos públicos del presidente para radio y televisión. Así el patio de Palacio Nacional o el Auditorio Nacional fueron los escenarios en donde los mandatarios en turno ofrecieron un mensaje a la nación.
Eventos que la propia Presidencia de la República hacía pasar como “informe”, nada más alejado de la realidad. Con el acto del 1 de septiembre inician en el Congreso las comparecencias de los titulares de las secretarías ante legisladores, serán los actos más cercanos de rendición de cuentas de integrantes del Poder Ejecutivo al Legislativo.
Sería deseable que los legisladores reformaran nuevamente la ley para obligar a los mandatarios a asistir al recinto legislativo, de igual manera que en el marco de la civilidad política legisladores del partido en el gobierno y de oposición ofrecieran un acto solemne y republicano acorde a una realidad democrática.
De aquellos días de cadena nacional en radio y televisión, de suspensión de actividades laborales y clases en todos los niveles, de desfile en autos descubiertos flanqueados por cadetes del Heroico Colegio Militar, del confeti lanzado al paso del mandatario: el Día del Presidente, donde el país se detenía y giraba en torno al “importante mensaje” del jefe del Ejecutivo… hoy tenemos un evento que apenas goza de la atención de los ciudadanos, que ante la sobreexposición mediática del presidente López Obrador, debido a sus conferencias de prensa de lunes a viernes, careció de la contundencia del acto que merecía.