Por: Dulce Liz Moreno
Les tocó en el IMSS San José. Los pacientes más frágiles, los que toman quimioterapia, quedaron frente a dos infectados de COVID-19 y sus familiares en el mismo espacio.
Ocurrió el 3 de abril, viernes, y es anécdota-susto de quienes esperaban su ficha, turno y medicamento para quimioterapia aquella tarde. Hasta ese día, los enfermos de cáncer recibían el tratamiento de quimioterapia en un espacio de la planta baja, a unos 10 metros de Urgencias.
Ahí mismo deben hacer un check-in previo en consultorio. Y esa tarde llegaron los dos primeros pacientes diagnosticados con coronavirus que, por error o por protocolo, enviaron de sus clínicas respectivas.
Tomaron por sorpresa a todo el mundo. Aunque llevaba tres semanas con cubrebocas obligado, personal de atención médica y administrativo sólo tenía una bata puesta, de tela. Ni siquiera había cubiertas de plástico para trasladar pacientes con oxígeno colocado.
Y los pacientes de Oncología oían los accesos de tos de los recién llegados y se alarmaban “yo me levanté de mi asiento donde esperaba la consulta de valoración previa a la quimio, pero mi hija me detuvo: Mamá, te toca venir el lunes, y no puedes faltar, quédate tantito, déjame decirle al doctor lo que está pasando”, cuenta una de las enfermas de cáncer que esa tarde estuvo ahí.
Fueron cinco horas de convivencia en el mismo espacio con familiares y enfermos; y uso del mismo baño, mismo pasillo. Y entre pacientes y familiares, unas 150 personas, ninguna sana distancia.
A partir del siguiente lunes, la quimioterapia y la atención a pacientes de cáncer se trasladó a instalaciones de la guardería, en un edificio distinto, en la 2 Norte y bulevar 5 de Mayo.
Como se sabe, los pacientes que reciben quimioterapia, además de estar sometidos a dietas sin azúcar ni carbohidratos –que estimulan la reproducción de células cancerosas–, tienen más riesgos de contraer infecciones y menos defensas para combatirlas.