Hervey Rivera / @herveyrivera
La detención de Salvador Cienfuegos, quien fue secretario de la Defensa Nacional en el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018), en el aeropuerto internacional de Los Ángeles, California, Estados Unidos, ha reavivado la polémica sobre la centralidad de las Fuerzas Armadas en el país.
Por centralidad me refiero a la importancia y el rol protagónico que se ha dado a Ejército, Fuerza Aérea y Armada en materia de seguridad, protección civil, infraestructura; en la vida pública nacional.
Los integrantes de las fuerzas armadas emanados de la Revolución Mexicana mantuvieron una relación compleja con los civiles, que también ocupaban cargos en el gobierno.
“A partir del ascenso de Miguel Alemán a la Presidencia se produjo un acuerdo entre la burocracia civil que ascendió con la Revolución y los estamentos militares de las diferentes facciones. Este arreglo tendrá el más amplio alcance durante el siglo XX y será redefinido por las nuevas condiciones y el desplazamiento de las viejas generaciones, hasta culminar en 1968” (Guillermo Garduño Valero, El Ejército Mexicano entre la guerra y la política, UAM-I, 2008, México, página 205).
Las fuerzas armadas se han caracterizado por su secretismo y opacidad ante el Congreso de la Unión, medios de comunicación y organismos de la sociedad civil. A diferencia de las Fuerzas Armadas sudamericanas, los altos mandos del país provienen del escalafón y la meritocracia de los elementos que se educan en sus escuelas militares, de aquí proviene el dicho de “pueblo uniformado”, al que tanto apela el presidente López Obrador.
El uso de las fuerzas armadas para resolver en última instancia los problemas que provocaban civiles permitió a las primeras ganar espacios, presupuesto, influencia y a medida que crecía, en la misma proporción, también la opacidad.
¿Por qué se les tendría que llamar a cuentas cuando cargaban con el costo político e histórico de sus actuaciones? Así intervinieron en las protestas en Guanajuato, en la movilización estudiantil de 1968, en la Guerra Sucia, el alzamiento zapatista en Chiapas, la lucha contra el narco. Desde 1938 integrantes del Ejército han apoyado la destrucción de cultivo de adormidera, posteriormente recayó en la Procuraduría General de la República (PGR) encabezar la lucha antidrogas (Luis Astorga, Seguridad, traficantes y militares. El poder en la sombra, Tusquets, 2007, México, páginas 57 y 58).
El papel que las Fuerzas Armadas ha adquirido en estas décadas es innegable, ha trascendido presidentes, partidos políticos, programas de gobierno, procesos políticos, presiones y colaboraciones de nuestros poderosos vecinos del norte.
La sorpresiva detención del general Cienfuegos coloca nuevamente en la opinión pública la pertinencia de preguntarse ¿cuáles son los límites de actuación de las Fuerzas Armadas en la vida nacional?