Mariana Flores
Santiago espera afuera del Hospital General de Zoa número 20 del Instituto Mexicano del Seguro Social La Margarita, está feliz, porque su bebé de 23 semanas de gestación vive, a pesar de que horas antes le dijeron que había fallecido.
El hombre que creyó por seis horas que su hijo había muerto, dice no sentir rencor por los médicos y ha decidido no denunciarlos por negligencia médica.
De hecho, ha ocupado su tiempo en ponerle nombre al bebé, se llama Lázaro, quien según la Biblia –dice– fue resucitado por Jesús.
“Ahorita me siento muy feliz porque Dios me lo regreso, está estable. Mi bebé está en terapia intensiva pero está vivo. Mi esposa también está estable y espero que Dios esté con ellos”, dice.
Santiago narró que el primer contacto que tuvo luego de ingresar a su esposa a emergencias por problemas de presión arterial, fue con una enfermera, misma que le dijo que su bebé tenía posibilidades de nacer sin vida o morir durante el parto inducido.
Después de que su esposa entró en labor de parto, una trabajadora social le cuestionó si ya le habían informado sobre la muerte de su bebé, le pidió iniciar los trámites para la contratación de servicios funerarios.
Luego, le entregó el acta de defunción. Al llegar la funeraria, el padre, el encargado del servicio y la trabajadora social, ingresaron al cuarto templado –no en una cámara de refrigeración como se dijo– y fue ahí cuando al colocar al bebé en el ataúd, se percataron de que seguía vivo.
«Lo primero que hice yo, pues fue dar gracias. Cuando yo pensaba que se me había ido, Dios me lo regresó”, dijo.
Santiago sigue sin saber qué sucedió con su hijo, no se lo explicaron los doctores. Sólo sabe que por dos horas estuvo en observación y Lázaro no tenía signos vitales.