Hugo Arquímedes González Pacheco M. / [email protected]
Según Esteban Moctezuma, secetario federal de Educación, las clases online y por televisión son un éxito porque fueron la respuesta inmediata ante la pandemia. Pero ni educan “ni sustituyen los aprendizajes presenciales ni la socialización de los estudiantes, además de generar brechas educativas graves”, además se incrementa la desintegración y violencia familiar, indicó la ONU en septiembre.
El confinamiento ha puesto en evidencia las carencias del sistema educativo nacional. Es más visible la desintegración familiar y la violencia y está provocada por la educación a distancia que, en vez de mejorar la relación y la comunicación de adultos y menores, las empeora.
Los padres no están preparados para ser los responsables de la educación escolarizada de sus hijos. Se desesperan por el mal desempeño escolar de niños y adolescentes y, sin orientación para el control, surge la violencia, física, psicológica, verbal y emocional.
Las consecuencias son alarmantes: crisis de valores, deserción de las clases, variaciones de la conducta social, afectaciones mentales, problemas de aprendizaje y alteración de las relaciones interpersonales dentro y fuera del hogar.
Los cambios emocionales de los hijos son síntoma de que algo grave sucede y se refleja en malas actitudes y sentimientos.
Argumentar que las causas de la desorganización familiar están en la pandemia no justifica que prevalezcan las agresiones, adicciones, alcoholismo, problemas de aprendizaje, deserción escolar, bajo rendimiento y violencia extrema en la familia. Los pensamientos negativos han desencadenado suicidios, algo que se oculta en el sistema educativo.
Donde hay un niño violento, hay una familia dividida. Hagamos de la educación una cultura por la sana convivencia en los hogares con estrategias de formación cultural de nuestras costumbres, atendamos las situaciones que lastiman a los menores y fortalezcamos la comunicación y formación en valores.
Si no se frena la desintegración familiar, originará serios problemas en el desarrollo de adultos y menores.
Tenemos que adaptarnos a la nueva normalidad con conciencia y por amor a la vida. Muchos jóvenes no se responsabilizan de su salud para evitar contagios ni las obligaciones de cuidarse ante rebrotes.
En respuesta a la crisis sanitaria, la educación y los docentes son fundamentales. Nada puede sustituir a la humanidad del maestro en el aula, ahora en los hogares. Es difícil alcanzar a distancia el apego emocional que se crea con y entre los alumnos dentro del ámbito presencial.
La crisis sanitaria también ha puesto en evidencia las carencias de un sistema educativo que no ha suministrado suficientes recursos de formación al cuerpo docente. Sin un modelo definido, se han adaptado contenidos a la educación a distancia en tiempo récord, con herramientas nunca usadas por algunos. Todos los actores de la educación en los primeros meses en los que reinaba confusión, desinformación e incertidumbre en algún momento redujeron el ejercicio al simple envío de tareas por internet.
Error: no haber tomado en cuenta a los docentes. Su experiencia pudo ayudar al proponer sus propias estrategias de educación a distancia, pero quedaron exhibidos como novatos en tecnologías. Es normal que cometamos errores que provienen de los hábitos adquiridos de una educación tradicional. El primer paso para solucionarlos es, por supuesto, conocerlo y dar soluciones a los docentes en su propio contexto educativo.
Junto a la falta de experiencia de los asesores de la SEP, el profesorado también se ha encontrado con otros problemas: mayor carga de trabajo, extensión de horario laboral, estrés generado por las ocurrencias de las autoridades que los mantienen contectados a internet, haciendo más difícil la compaginación de su vida familiar.
La sociedad se vio confinada en su casa de un día para otro sin preparación ninguna.
Miles de familias no cuentan con formación pedagógica ni información adecuada para manejar las tecnologías de la información. Miles carecen de aparatos digitales. Algunos padres no terminaron la primaria. No se tomó en cuenta las condiciones socioeconómicas de las familias.
Urge una metodología didáctica para orientar a los padres para estudiar en el aislamiento con fortalecimiento de los valores familiares, rediseñar el curso, elaborar actividades con recursos didácticos que ayuden a los estudiantes a resolverlas por sí mismos y crear dinámicas de interacción activa con herramientas que fomenten el trabajo colaborativo en la familia y con otras personas.
Diferentes caminos intersectan la educación familiar con la docencia, pero requieren de un conjunto de recursos para asegurar que el estudiante esté acompañado en todo su proceso educativo con los apoyos adecuados, la experiencia y preparación necesarias para ofrecer recursos de calidad, de trabajo en equipo entre docentes, padres y estudiantes con un sólido modelo educativo y pedagógico sostenido por el amor a la vida y la buena comunicación. ¿Usted qué opina?