Por: Rosa María Lechuga
En el número 105 del boulevard Montparnasse, se erige una de las brasseries más antiguas e importantes de Paris, La Rotonde.
Tanto ella como Le Train Bleu, L’Européen, Le Napoleon III, Au pied de Cochon o, Le Réveil Matin, son algunos de los lugares en París llenos de historia, testigos de revueltas, revoluciones, de efervescencia cultural, de multiculturalismo, de la ville cosmopolite y del espíritu de la fête de Francia.
Pilares por excelencia para entender cómo funciona parte de la sociedad francesa y su principio de égalité, es el espacio ideal de la capital francesa para socializar, pero también para encontrar un escaparate al ritmo vertiginoso de vida de la gran urbe.
En La Rotonde, se escribieron historias como la génesis de la Revolución Rusa con Trotsky solitario en un rincón en el barrio Montparno o pasajes del matrimonio de Amadeo Modigliani con Jeanne Hebuterne.
Fundada en 1903 comenzó como una cafetería donde sólo se consumían croissants calientes y café au lait o con vino rojo, de estilo popular y obrero, con el tiempo se convertiría en el nuevo corazón del quartier para los intelectuales después del declive de Montmartre, cuando pasó de moda.
El carrefur de Vavin devino el lugar de encuentro de personalidades de la talla de Pablo Picasso, Igor Stravinski, Ortiz de Zarate, Kisling, Marx Jacob, Serge Prokofiev, el tenebroso Guillaume Apollinaire, André Breton, Ernest Hemingway, Diego Rivera, Scott Fitzgerald, entre otros.
L’Amérique Latine au coeur de la révolution mondial!
DESDE PARÍS SE REINVENTABA EL MUNDO Y NADIE LO VIO VENIR
León Braun-Stein mejor conocido como Trotsky, se sentaba todas las noches frente a un boeuf gros poivre y un boeuf gros sel cuya apariencia de malviviente, pobre y tosco, le ayudó a pasar desapercibido de acuerdo con el escritor León-Paul. A él, se le unía Wladimir Ilitsch (Lenin) quien siempre llegaba en su bicicleta a La Rotonde desde la calle Marie-Rose del barrio Montrouge donde vivía.
Trotsky dirigiendo su periódico comunista Nache Slovo (Nuestra palabra) en París hasta antes de ser expulsado en 1916 y Lenin, escribiendo más de 500 discursos, notas, artículos, informes. El par de rusos solían reunirse con múltiples personalidades. Lenin junto con su mujer, Laura Marx y el escritor Paul Lafargue. Trotsky con Diego Rivera.
La dupla rusa con Lounatscharky, Kamenev, Zinoviev, pero principalmente Trotsky, eran clientes asiduos y amigos de Víctor Libion, dueño al inicio del siglo XX de la famosa brasserie donde en una antigua mesa se concibió la Revolución Bolchevique. Fue así como se convirtieron en líderes de la élite rusa.
Eso atrajo al grupo de Les ballets ruses y figuras legendarias como Vaslav Nijinski y Serge de Diaghilev quienes aprovecharon que en Francia la danza estaba en declive, impulsaron su grupo y formaron parte del movimiento renovador junto a figuras como Igor Stravinski, Claude Debussy, Serge Prokofiev, Darius Milhaud o Erik Satie, quienes sin ser conocidos lograron codearse con la élite rusa gracias a la égalité de La Rotonde y componer piezas musicales que los llevaron a la gloria.
¡París no es el centro del mundo, Montparnasse lo es! Escribiría Gustave Fuss-Amore por ahí de 1924.
Los exiliados españoles también se reunían para confabular en tiempos de la guerra civil española en La Rotonde y así, ayudar a evacuar de su país a quienes huían de persecuciones políticas. Era un encuentro entre intelectuales de la talla del escritor Blasco Ibáñez, Carlos Esplá Rizo, el filósofo Miguel de Unamuno, Josep Pla o el periodista y escritor catalán, Julián Gorkin, el futuro jefe del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista).
No solamente la política, la filosofía, la literatura, la danza y la música, se transformaron en ese espacio parisino, la pintura evolucionó y el movimiento del cubismo tomó por asalto a la ciudad de las artes y al mundo entero.
Artistas como Pablo Picasso, Moïse Kinsling, Man Ray, Antoine Bourdelle, François Pompon, Charles Despiau, André Derain, Maurice Vladimick, pasaron largas veladas en este rincón parisino intercambiando ideas, técnicas, debatiendo parte de lo que se conoce hoy en día como cubismo y fauvismo.
El ruso Erik Satie con la ayuda de Pablo Picasso y de Jean Cocteau, en equipo pusieron en escena la pieza musical de ballet Parade. El primero la música, el segundo la decoración y el tercero, el escenario.
La multiculturalité de la ville lumière, Paris!
Otro de los clientes asiduos fue Amedeo Modigliani. Desarraigado, incorregible, juerguista, alcohólico y con aires de un pintor bucólico, fue conocido por su mal genio y por su majestuosa forma de pintar en el barrio de Montparnasse justo en La Rotonde, otro amigo de Libion.
Una ola americana frecuentó también este lugar, en otro periodo.
Ernest Hemingway, Charles Chaplin, Douglas Fairbanks, Gertrude Stein, F. Scott Fitzgerald, Joséphine Baker, John Steinbeck, Ezra Pound, Thomas Stearns Elliot, la génération perdue no concibió atravesar el Atlántico sin conocer esta brasserie que les insinuó vivir sus mejores momentos.
París reinventó al mundo y no lo sabíamos.
O bueno no, Montparnasse fue el lugar que reconfiguró el mundo artística y políticamente hablando.
Y eso, hasta Hemingway lo supo.
Hoy, hay voces que susurran la palabra “Francia”, y por lo tanto su capital París, como el origen de la cuarta revolución industrial al inicio del Siglo XXI.