Por: Alejandro Cañedo Priesca
Hay muchas rutas, países y paisajes que se disfrutan en viajes en tren. Es también una de las formas económicas que permitieron desarrollar el turismo en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, el viaje en tren más largo del mundo no se encuentra en Europa, está en Asia y lleva como nombre Ferrocarril Transiberiano, que une el Mar Báltico con el Océano Pacífico.
Ese tren recorre el corazón de Rusia viajando por las tierras del Volga central, las montañas Urales y las de Siberia.
El viaje ofrece una gran oportunidad para disfrutar la inmensidad del paisaje ruso y así para comprender el fuerte carácter de los habitantes que pueden vivir y trabajar en los climas más duros sin queja alguna.
El origen del viaje es St. Petersburgo, la conocida como La ventana del oeste o La Venecia del norte, ya que fue construida sobre 100 islas y conectada por 300 puentes.
Después de un viaje –que es el más rápido de toda la ruta– se llega a Moscú, capital de Rusia, para cambiar de tren y empezar la parte más importante de nuestra travesía.
El recorrido desde ahí dura ocho días y siete noches y tiene como punto final Vladivostok, en el Océano Pacífico, con la posibilidad de tomar un tren adicional hacia Ulan Bator, Mongolia, y Pekín, China.
El tren cruza ocho husos horario y aunque todos tienen la de Moscú, eso puede ser confuso, por lo que hay que estar muy pendientes en las paradas que algunas veces sólo duran algunos minutos.
Hay trenes todo el año, pero el mejor clima es en verano, que llega hasta los 35 centígrados, aunque también es posible viajar en invierno, cuya temporada registra temperaturas que oscilan en los menos 40 centígrados.
El viaje es de 9 mil 900 kilómetros sin salir de Rusia y, para ponerlo en perspectiva, un viaje de Puebla a Buenos Aires requiere recorrer 7,296 kilómetros.
Viajemos juntos.