Notas para una defensa de emergencia
Silvino Vergara Nava / correo: [email protected] / web: parmenasradio.org
La técnica ha traído consigo la posibilidad
de que seamos inconscientemente
culpables de una forma que no existió […]
Claude Etherly
Ahora que en los giros de las actividades mundiales, incluso las económicas y, particularmente, las que han subsistido de la pandemia que está atravesando la humanidad a lo largo de un año, resulta que la tecnología de la información es requerida; pues, para cualquier movimiento (desde clases de cualquier nivel, pasando por transferencias bancarias, consumo de productos de la simple despensa y más), casi toda actividad económica se ha mudado a los medios digitales, como es el caso –incluso extremo– de las atenciones médicas por medio electrónico.
Por su parte, en las actividades de las autoridades, ya han aparecido las instancias judiciales y los trámites de las autoridades administrativas por medios electrónicos. Sin embargo, toda esta tecnología, para muchos muy benévola, tiene sus grandes, pero muy grandes riesgos, que han sido poco mencionados y dimensionados.
Dentro de los riesgos que tiene el hecho de que cada persona (de cualquier edad o sexo), prácticamente, se encuentre con una computadora para hacer sus labores diarias está que se pierda la dimensión de las consecuencias del uso de todos estos sistemas electrónicos.
Basta con recordar dos sucesos extremos de ello. Uno es el caso histórico del piloto de la bomba de Hiroshima, Claude Etherly, quien después de arrojar del avión la citada bomba –el 6 de agosto de 1945– nunca se imaginó las consecuencias que esa labor tendría para él. Una vez sucedidas las consecuencias, sufrió durante toda su vida de arrepentimiento por lo actuado y llevó a cabo, con plena conciencia, acciones tales como robar para que la policía lo detuviera, enviar dinero a las víctimas en Japón y otras similares. Con todas ellas, demostraba un arrepentimiento que no se dio en sus restantes compañeros de ese bombardeo (quienes, incluso, fueron recibidos como verdaderos héroes de guerra, con condecoraciones, homenajes, incluso se hicieron películas en Estados Unidos de América). Con sus posteriores actos este piloto ha sido olvidado por la historia oficial, pues es una de las pocas personas que ha dimensionado lo que puede suceder con el uso excesivo de la tecnología.
Por su parte, y más recientemente, en los tiempos del gobierno de Barak Obama ocurría que los miembros del Ejército cibernético de EU, en sus jornadas de trabajo, se presentaban en sus oficinas, dentro del territorio nacional, para pilotear remotamente los drones que en Afganistán estaban matando personas que ni se imaginaban que sus propios verdugos existían, personas que no les habían causado ningún daño. Es decir, a miles de kilómetros de esos lugares, estaban ocurriendo asesinatos sin la sensibilidad de ellos ni sin medir las consecuencias del uso tan frío y operativo de la tecnología.
Precisamente hoy, con la tecnología de la información, estamos en esas mismas condiciones. Basta con poner de relieve lo que sucede con los actos de las autoridades fiscales, como es el caso de las notificaciones llevadas a cabo por buzón tributario, el requerimiento de pago y embargos por medios digitales, las revisiones de escritorio a contribuyentes cuyos rostros nunca serán conocidos, las revisiones electrónicas a personas de carne y hueso.
Todas estas actuaciones de las autoridades fiscales, cuyos servidores públicos, muchas veces desconocen cuáles serán las consecuencias de sus labores y acciones nunca medidas. Por ello, resulta preocupante que muy pocos se frenen en esta vorágine del uso excesivo de los medios electrónicos, como para meditar cuáles serán las consecuencias de su actuar antes de dar una orden a estos sistemas.
Estos tiempos de tanta lejanía entre las personas está provocando que ya ni se conozcan las consecuencias de las rutinas diarias, como el caso de las muertes de cientos de personas de Afganistán. En él, no se supo ni quiénes de los miembros del Ejército de los Estados Unidos de América eran ni en qué momento sucedió; todo por la nula concientización de las consecuencias de las labores en tiempos digitales.