Dr. Anselmo Salvador Chávez Capó / Profesor Investigador de la UPAEP
La Población Económicamente Activa (PEA) resultó severamente afectada por la pandemia de COVID-19 desde hace más de un año, cuyos efectos ya se han señalado: pérdidas de más de un millón de unidades económicas, de las cuales únicamente se han recuperado, aproximadamente, 650 mil.
Esta situación ha afectado tanto el ingreso por salario de las personas, como las horas de trabajo, que son resultado de la falta de apoyo por parte de las entidades gubernamentales y de las condiciones de aislamiento social impuestas para frenar la ola de contagios.
Un estudio del mercado laboral desarrollado por ¿México, Cómo Vamos? se señala que la brecha laboral aumentó en casi 10 millones de personas que deseaban trabajar o hacerlo más horas, pero no pudieron hallar un empleo por la contracción económica.
Esta situación dio como resultado un incremento de la Población Económicamente Activa que no tiene precedente en la historia moderna de nuestra economía, considerando que entre el primer y cuarto trimestre de 2020 el aumento fue de 3 millones de personas; un cambio del 52.9%, dando como resultado que:
• 4 millones 341 mil 271 personas dejaron de estar ocupadas entre el primer y tercer trimestre; poco menos de la mitad se reincorporaron en el siguiente trimestre.
• La masa salarial se contrajo en 2% del PIB entre el primer y tercer trimestre; para el cuarto trimestre no se había recuperado del todo.
Las medidas de confinamiento y el abandono gubernamental en apoyo económico tuvieron como consecuencia una mayor afectación a tres sectores clave: comercio, restaurantes y servicios de alojamiento, así como servicios diversos, de los cuales se deben hacer las siguientes consideraciones:
• Los tres sectores tienen una sobrerrepresentación femenina.
• La recuperación del sector restaurantero y de alojamiento es particularmente cruda en entidades que tienen una alta tasa de turismo internacional, como Baja California, Baja California Sur y Quintana Roo.
• La pérdida de empleos formales en estas tres ramas sumó 729 mil 582, lo cual representa que tres de cada cuatro empleos formales resultaron destruidos por la recesión económica. Los efectos de la pandemia también produjeron mayores desigualdades en dimensiones como la edad, el nivel educativo, el ingreso y el sexo.
• La pobreza laboral se situó en niveles sin precedentes desde 2005, debido a que las mujeres ascendieron al 46%; y los hombres, a 42.5% en esta condición.
• Se estima que las personas con un menor ingreso per cápita pierden en mayor magnitud y se recuperan menos rápido que aquellas con mayores ingresos per cápita.
• Similar al comportamiento en ingresos, por nivel de escolaridad, las y los grandes perdedores fueron aquellas personas con educación básica o menor a ésta.
• Las mujeres le dedicaron, en promedio, al menos 40 horas semanales al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados; el doble de tiempo que los hombres destinaron a las mismas actividades.
Por todas estas razones, se debe considerar que la pandemia de COVID-19 en México significó un fuerte golpe al mercado laboral.
El desplome en el empleo y la ampliación de la brecha laboral no tienen precedentes desde que se colectan datos al respecto.
De ahí la necesidad de que el gobierno impulse estas entidades económicas por medio de recursos directos a su operación, y que implemente programas de apoyo fiscal para reactivar, consolidar y permitir que las empresas reinicien sus actividades, y los trabajadores tengan nuevamente fuentes de empleo para hacer que la recuperación económica sea lo más rápida posible, y que, a más tardar, a fin de año sentemos una base de recuperación hacia el 2022.