Por: Lesly Mellado May
Si algo hay que destacar de la reciente contienda electoral es que el voto ciudadano cuenta y es usado para la alternancia. Un estudio demoscópico de El Financiero arrojó que en la elección de este 2021, 33% de los electores con estudios de educación superior votó por Morena, mientras que 49% lo hizo por la alianza PRI-PAN-PRD.
Un resultado opuesto a 2018, cuando 48% de los universitarios votó por Morena y 40% por sus partidos rivales. De este panorama global hay que analizar los matices locales. Como parte del fin de las ideologías y con las identidades partidistas feneciendo, los políticos en Puebla transitan de un partido a otro sin mayor rubor, por lo que hacer un mapa estatal de triunfos y derrotas por partido oculta el hartazgo de los ciudadanos por quienes tratan de perpetuarse en los cargos de elección popular, sin importar el color por el que compitan.
Quienes tienen mayor conciencia y memoria son las personas que logran mayores años de escolaridad y cuyo voto no puede incluirse en las listas de “movilizadores” electorales. Podría decirse que son el voto suiche que termina, en algunos casos, marcando quién se lleva la mayoría en las urnas. Los tránsfugas iniciaron su carrera en 2000, cuando el PAN ganó por primera vez la Presidencia de la República.
En Puebla vimos cómo en 2006 los priístas recibieron con honores las llaves del blanquiazul y, de la mano de ellos, los caciques regionales fueron migrando a los partidos que iba ordenando el tablero morenovallista. Para este 2021, vimos la oficialización del PRIAN o PANRI. A Morena le está pasando lo mismo: priístas, panistas, verdes, perredistas, marinistas, morenovallistas… se hicieron de candidaturas para esta elección local, algunos tuvieron éxito y otros se quedaron en el camino.
De ahí el resultado electoral heterogéneo en Puebla, al que se agregó un nuevo ingrediente, la inclusión de hijas, esposas, hermanas y hasta viudas… para cumplir con la cuota de género. La capital cumplió con su tradición de alternancia, que ha ido del PRI, al PAN, de vuelta al PRI, al PAN, al PRI, de regreso al PAN disfrazado de PRI, a Morena (que nació del PRI) y al PAN oficialmente aliado con el PRI.
En tanto, en el interior del estado aún tiene pendiente la tarea de crear grupos organizados que logren enfrentar con éxito a los caciques en las urnas, ya se dieron algunos ejemplos, pero no es suficiente.