Por: Hugo Arquímedes González Pacheco M. / [email protected]
Desde mi escritorio
Tenemos una sociedad deshumanizada, violenta: las familias viven los antivalores, los proyectos educativos de la SEP contra la violencia, la sana convivencia y la paz no impactan en los docentes, menos en los alumnos ni en sus padres.
Escuchamos todos los días un discurso irresponsable de odio y reclamo a la corrupción del pasado sin aplicar la ley en el presente, tachando a los intelectuales, periodistas y a la clase media con estudios de posgrado de adversarios traidores al progreso de los pobres.
AMLO mencionó a los medios que hay un sector de la clase media que siempre ha sido así, muy individualista, que le da la espalda al prójimo; aspiracionista, que lo que quiere es ser como los de arriba y encaramarse lo más que se pueda, sin escrúpulos morales de ninguna índole; que son partidarios de que “el que no transa, no avanza”. “Es increíble cómo apoyan a gobiernos corruptos, increíble”, sentenció.
El presidente debe ofrecer una disculpa los ciudadanos que tienen aspiraciones, estudios, criterio, religión y que reprueban el clientelismo de su 4T. Ahora declara que va ahacer una nueva clase social media que no se deje manipular. ¿Cómo, cuando tenemos políticos deshonestos en la 4T?, que no aprecian la verdad ni practican el respeto, esencia de los valores que son el motor de la vida diaria del ser humano.
Esta filosofía es la medida indicada que debe guiar las diferencias en las formas de pensar, hablar, escuchar, actuar como seres pensantes y sensibles. De lo cual carecen muchos políticos del poder de todos los gobiernos, incluidos los del gabinete presidencial, así como diputados y senadores, que gozan de los beneficios de enriquecerse en total impunidad.
Para lograr verdaderamente la construcción de la paz y la unidad nacional, debemos hacerlo con seriedad, compromiso; no pitorrearse con la frase de los hippies “amor y paz” ni sacando un pañuelo blanco de “no corrupción”.
El desconocer la violencia a la mujer, a la niñez y el fracaso educativo es urgente; las familias mexicanas están ansiosas de vivir una vida en armonía, sin embargo, es todo lo contrario: existe un crecimiento de violencia y pobreza día con día desde los hogares. Enfocando desde la educación, es fundamental abordar el sentimiento de amor y el respeto unido a lo más íntimo y profundo de la niñez y juventud, los valores deben ser la esencia constituyente de las emociones y su personalidad tanto en los hogares como en las escuelas logrando una verdadera educación de libertad, no con un decreto constitucional doctrinario.
El amor primario se da en forma de apego, con la figura más importante en la infancia: padres, abuelos, padrinos, tíos en algunos casos algunos maestros. Esa primera relación con los padres es la que nos enseña a querer, a sentirnos queridos y lo que desean de nosotros en el futuro. No siempre se vive la armonía en los hogares sino que prevalecen profundamente los antivalores. El amor es una necesidad biológica que todos, absolutamente todos tenemos para formarnos como personas valiosas, para sentirnos merecedores de dar y recibir cariño, así como aprender a conocer nuestras emociones en las relaciones con los demás desde lo íntimo hasta lo más social.
Una de las tareas que más responsabilidad implica en nuestra vida es ser capaces de criar con plenitud a nuestros hijos.
Para formar a un verdadero ser humano contribuyendo en su vida de una forma plena, enseñarle a ser capaz de amar y ser amado siempre es necesario. Pero, para ello, los padres debemos aprender a educar con amor sin maltrato, con una filosofía de respeto a la vida. No podemos modelar a nuestros hijos según nuestros deseos, debemos estar con ellos y amarlos como Dios nos los ha entregado para ser personas de bien.
La vida nos permite ser vulnerables, a la vez nos facilita el amor como medio para no sentirnos inseguros ante lo desconocido, lo cual nos permite aprender. Compartir con tu hijo o hija esa forma de entender y disfrutar la vida le permite tener herramientas cuando sienta miedo, angustia, ira, envidia, de forma tal que pueda regular sus emociones de rencor con los demás.
Ayuda a los niños a expresar verbalmente sus propias emociones; deben experimentar cada una de ellas, tanto positivas como las que tenemos concebidas socialmente como “menos buenas”. Hablar y dialogar con el niño acerca de sus sentimientos los cuales van a desarrollarse a medida que vaya creciendo le permitirá ser capaz de diferenciar entre la ira y la desesperación, entre la decepción y la tristeza.
Habrá aprendido a controlar y gestionar sus emociones, expresándolas de manera adecuada. Pensar que las emociones de los niños no tienen importancia es un error. Por ello, es importante que desde pequeños se les desarrolle a su nivel la inteligencia emocional. Enséñale a cuidarse y tener conciencia de las personas que le rodean.
Es importante recalcar la trascendencia del cuidado corporal de forma tal que sepa tener consciencia de su cuerpo como un instrumento a preservar. Cuando asumimos desde pequeños que nuestro cuerpo es algo más que un medio físico, logramos sacar a la luz todo nuestro potencial estando en equilibrio con nuestro saber en su autocuidado.
Los seres humanos nos caracterizamos por ser sociables, en consecuencia poder disponer de todas las herramientas posibles para ayudar al prójimo buscando nuestro y su bienestar incondicional. Decir “gracias” y “por favor” es un regalo en nuestro día a día. Enseñar a dar las gracias hará que nuestro hijo aprecie mucho más todo lo que le ofrecen los demás.
De esta forma, aprenderá a valorar el esfuerzo propio, así como el ajeno. Fomentar la importancia de ayudar es vital para poder desarrollar su lado humano, en definitiva su esencia y grandeza como persona.
Aprenderá también la importancia de la cooperación y el lado amargo del egoísmo, o la necesidad de complacer de forma autómata para sentirse realizado en un futuro. En ocasiones, los padres pretendemos que nuestros hijos tengan todo lo que nosotros no hemos tenido y que no cometan los mismos errores que nosotros hemos cometido.
Esto se hace a modo de protección, pensando que es lo mejor para ellos. Sin embargo, no estamos teniendo en cuenta que tienen derecho a aprender a tomar decisiones y las riendas de su vida. Es importante pasar por situaciones complicadas, donde sean capaces de ver las consecuencias de cada acción.
El apoyo de los padres es determinante, siempre y cuando no sea demasiado protector, ni que limite las acciones de los hijos. No somos pertenencia de nadie y nadie puede vivir nuestras experiencias por nosotros.
Somos hijos de la vida misma, a ella nos entregamos con sus beneficios y dificultades para ir configurando nuestra propia identidad. No eviten a los hijos las dificultades de la vida, enseñémosles más bien a superarlas.
Por todo lo expuesto, crear una nueva sociedad de la clase media no se logra con una ocurrencia, un deseo de conveniencia personal, es un proceso educativo social y cultural de muchos años de sensibilización al respeto a la diversidad de pensamientos y de amor por la vida. ¿Usted qué opina, estimado lector?