Fotografías: EFE
Por primera vez, los abanderados son dupla de mujer y hombre. Por primera vez, no hay aplausos en las tribunas porque están vacías.
También por primera vez, en los silencios sobrios de la ceremonia de inauguración, se cuelan los gritos del gentío que afuera del estadio repudia la Olimpiada por temer multiplicación de contagios con 5 mil 700 deportistas foráneos y sus acompañantes.
Tokio, la ciudad más poblada del mundo, está en emergencia sanitaria desde el pasado lunes 12. Pero los Juegos Olímpicos se inauguran, pese a todo, y con medio rostro cubierto como regla número uno de los Playbooks para todo aquel que está participando en esto.
Desfilan las delegaciones, artistas japoneses interpretan un performance histórico y también de vanguardia y construyen aros olímpicos con madera de árboles plantados en la misma Tokio durante la Olimpiada del 64. Aquella ocasión, por primera vez, un hombre no deportista hizo el último relevo de la antorcha: el llamado “Niño de Hiroshima”.
Este viernes, Naomi Ozaka, la llamada “Sucesora de Serena Williams”, enciende la antorcha que emerge de una esfera-sol que se abre como flor. Una tenista es la elegida para la encomienda, por primera vez.