Superada la contienda electoral, aun con el cúmulo de procesos impugnatorios que todavía está por resolverse, la actividad política en Puebla se mantiene latente por inercia, aunque ahora la disputa está centrada al interior de las principales organizaciones partidistas.
Los tiempos que vienen son para la renovación de las dirigencias locales, proceso en el que están comprometidos por igual Morena, PAN, PRI, Movimiento Ciudadano y Partido Verde Ecologista de México.
Hasta ahora, sus respectivos dirigentes han mostrado interés por mantenerse en sus cargos.
Edgar Garmendia de los Santos, Genoveva Huerta Villegas, Néstor Camarillo Medina, Fernando Morales Martínez y Jaime Natale Uranga, unos con más o menos posibilidades, harán lo posible para lograrlo.
El tiempo los apremia bajo diagnóstico reservado, en especial en Morena y Acción Nacional.
El caso de Morena tiene especial significado. Se trata del partido en el poder federal y estatal, y aunque no cumplió con la expectativa que tenía en los pasados comicios, logró más gubernaturas y pudo mantenerse como grupo mayoritario en los Congreso de la Unión y del Estado.
Localmente perdió posiciones importantes, como la alcaldía de la capital y sus municipios conurbados, en buena medida por las duras diferencias entre los distintos grupos y eso hace pensar que aprenderán esa lección para no tropezar dos veces con la misma piedra, lo que todavía estaría por verse.
Para la renovación de sus órganos internos se publicará próximamente la convocatoria, que prevé como método de selección la celebración de 15 congresos distritales el 24 de octubre, y otro estatal para elegir al dirigente el 24 de noviembre próximo.
Hasta ahora han levantado la mano para conducir al partido en Puebla, el exdirigente y diputado local con licencia Gabriel Biestro Medinilla; su suplente Eduardo Gandur Islas; el exsecretario de Gobernación, David Méndez Márquez y el regidor Edson Cortés Contreras.
Se asegura que en la disputa estaría de igual modo la actual alcaldesa de Puebla Claudia Rivera y el diputado federal Alejandro Carbajal Hidalgo, a quien no habría que perder de vista y que más bien tiene la mira puesta en el ayuntamiento capitalino.
En tanto, el exbarzonista ha cuestionado la soberbia con la que actuaron algunos contendientes en la pasada elección y pedido el exterminio de grupúsculos al interior de su partido, así como una “refundación” para afrontar los comicios del 2024.
Otro personaje que desearía asomarse es el “superdelegado” Rodrigo Abdala, pero sus bajos bonos y escaso crédito le anulan cualquier intervención.
De cualquier forma parecen muchos los aspirantes, aunque en realidad la pelea estaría centrada en dos: Gabriel Biestro, que tiene muchos adeptos y en términos políticos ha madurado de manera ostensible, y Edgar Garmendia, quien en su difuso cargo de secretario general y presidente de partido pudo tejer una amplia red de seguidores.
El perfil de ambos está al desnudo. A uno lo avala su enraizado morenismo, fidelidad a la 4T y capacidad probada; al otro, complicidades sospechosas y un saldo adverso en su gestión durante la pasada elección.
Será determinante saber hasta dónde el gobernador Miguel Barbosa estaría dispuesto a intervenir en este proceso selectivo. No lo hizo al menos durante el proceso electoral, pero ahora son otras las circunstancias. Su habilidad política debería ser convocada, aunque ya este martes advirtió que a este respecto no emitirá opinión alguna.
No menos embrollos son los que tiene el Partido Acción Nacional, donde cada vez sube de tono la lucha entre la actual dirigente Genoveva Huerta Villegas, Rafael Micalco Méndez y Marcos Castro Martínez.
A la actual dirigente, que quiso ganar terreno con una gira al interior del estado que tuvo que interrumpir por su segundo contagio de COVID-19, le pesa sobremanera el sello del morenovallismo y un cúmulo de decisiones unilaterales que propiciaron fracturas entre la militancia.
A esos agravios se suma su abierta confrontación con Francisco Fraile, a quien primero excluyó de las candidaturas en el pasado proceso electoral y luego removió de su cargo como secretario general. El panista de la vieja cepa ya llevó el asunto al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para exigir su restitución.
Por su parte, Rafael Micalco Méndez tiene expediente suficiente; su trayectoria y méritos partidistas no se cuestionan.
Además de mantener un discurso agresivo, que no siempre agrada, su estrategia ha sido sumar a corrientes tradicionales y otros grupos que se han sentido marginados y que son buena parte del voto duro panista, que si bien mucho le ayudan, podrían no serle suficientes.
El tercero en discordia para la elección partidista, prevista para el próximo 14 de noviembre, es Marcos Castro Martínez, a quien llaman ya el alfil del alcalde electo, Eduardo Rivera Pérez, con quien colaboró como regidor y director de atención ciudadana en su pasada gestión municipal.
Su labor como coordinador de la estrategia electoral durante la reciente campaña electoral le acreditó muchos puntos a favor, además que ya fue secretario general del PAN del comité directivo estatal.
Cuenta además con el apoyo de figuras influyentes dentro del panismo poblano, como es el caso de Ana Teresa Aranda Orozco, quien reiteradamente ha cuestionado a la actual dirigencia.
Castro Martínez sería de algún modo parte del equipo “de avanzada” de Eduardo Rivera, quien desde luego tratará de hacer una buena gestión municipal para buscar después la gubernatura.
En lo que al PRI se refiere, el proceso selectivo de la dirigencia estatal transita con menos dificultades, casi en terciopelo, en buena medida porque son pocos hasta ahora los interesados, si acaso, en tono tímido, la excandidata a una diputación federal, Xitlalic Ceja García.
Todo hace pensar que permanecerá Néstor Camarillo para efectos prácticos y por su facilidad de erigirse como pieza útil; un encargado del despacho que a distancia servirá a los intereses partidistas, aunque no estaría mal en pensar en algunas otras figuras que en algunos días quedarán vacantes. Rocío García Olmedo es el mejor ejemplo.
Ya ni se diga de la permanencia asegurada de Fernando Morales Martínez en Movimiento Ciudadano y de Jaime Natale en el Partido Verde, quien estará asumiendo además el encargo de inducir a Puebla a Marcelo Ebrard.
Ambos están bien “amarrados” con sus dirigencias nacionales y con perspectiva, incluso, de jugar por la gubernatura dentro de tres años.
En el resto de los partidos políticos –PRD, Partido del Trabajo, Pacto Social de Integración (PSI) y Nueva Alianza– no se prevé cambio alguno.
Se concluye pues que la renovación de dirigencias a resolverse este año dará mucho de qué hablar.
El verdadero atractivo de las contiendas internas está en el ámbito de su visión por demás inocultable.
La mira de todos está en el 2024, fecha estelar en la que se renovará la Presidencia de la República, el Senado y las diputaciones locales, pero especialmente, también la gubernatura, los 217 municipios y el Congreso local.
Colofón: Reitero mi absoluto rechazo, por absurda, a la consulta popular programada para el próximo domingo. Exijo, no obstante, que se aplique la ley con todo el rigor, ahora y siempre, contra quienes cometan algún delito, sean quienes sean y sin preguntarle a nadie.