Iván Mercado / @ivanmercadonews / FB IvánMercado
Con un tercer embate innegable que se propaga rápidamente a lo largo y ancho del territorio nacional, y con una política institucional decidida a disimular nuevamente los estragos y los profundos daños causados en una población distraída, queda claro que el pueblo de México no está, ni estará, por encima de un movimiento político dispuesto a ejercer el poder aun a costa de la propia gente que prometió defender y proteger.
En menos de cuatro meses, la pandemia los comienza a exhibir nuevamente como un puñado de autoridades omisas, capaces de manipular una realidad que promete ser mucho más grave que los dos primeros impactos que dieron muerte a decenas de miles y dejaron huérfanos a cientos de miles más.
Pero no sólo a ellos. La enfermedad también muestra sin empacho a una sociedad altamente vulnerable, desinformada y, peor aún, desinteresada sobre el potencial riesgo que vuelve a amenazar su salud física, su vulnerable estabilidad emocional y su muy frágil condición económica .
En tan sólo 12 días, la COVID-19, y en particular su variante “delta”, han disparado las cifras de nuevos contagios a casi 20 mil; los casos positivos estimados ya superan los 3 millones 100 mil y los muertos “oficiales” son más de 241 mil.
Esas son las cifras oficiales hasta este lunes; sin embargo, autoridades internacionales establecen que por cada caso positivo confirmado, existen entre 12 y 19 casos más que también se han contagiado pero que no están identificados plenamente, ello implicaría que, en realidad en México se infectaron de COVID-19 más de 300 mil personas en los últimos 15 días, pero no son parte del reporte público.
Los números expuestos desde la cuestionada dependencia federal de salud son cifras cada vez menos creíbles entre una población dividida, confundida, distraída y harta de los confinamientos “voluntarios”, pero también, del estado de indefensión que emana de la ineficacia maquillada.
A diferencia del doloroso 2020 y del segundo embate sufrido en el primer trimestre del presente año, el personaje encargado del manejo de la pandemia goza de cada vez menos credibilidad, incluso de su jefe, quien en lo público lo respalda cada vez menos, y en lo privado, ni hablar.
Mentir, manipular y confundir ya no es una estrategia sostenible en una administración que no goza de resultados y que sí, en cambio, es criticada por prácticamente todo lo que emprenda. Es el desgaste natural del poder que se administra desde una sola voluntad.
Hugo López-Gatell no puede ni debe estar al frente de una tercera ola que promete ser mucho más agresiva que las dos anteriores. Sus teorías de la llamada “inmunidad de rebaño” han sido reventadas por el virus en los últimos días y la arrogancia absurda con la que intentó desestimar la peligrosidad de la variante delta pone en profundo peligro a cientos de miles de mexicanos y, peor aún, pone en riesgo a la misma 4T y al proyecto del presidente.
En junio de 2020, el entonces flamante doctor López-Gatell se atrevió de manera por demás inocente a pronosticar el escenario más “catastrófico” para los mexicanos. Estimó de manera irresponsable un máximo imaginario de 60 mil muertes, cifra que hoy es casi quintuplicada por la pifia de un personaje que en ese momento aceptaba incluso aparecer en portadas de revistas sociales como el “rockstar” del dramático momento mexicano.
Hace apenas unas horas, Sylvain Aldighieri, gerente de incidentes para COVID-19 de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), hizo público que, desde los primeros días de julio, México reportó un nuevo pico de la pandemia con la agravante de que el virus ya corría por territorio nacional acompañada de por lo menos cuatro variantes (delta, alfa, gamma y beta).
El organismo internacional informó y puso énfasis en los territorios de Ciudad de México, Baja California Sur, Quintana Roo y Yucatán. Advirtió también que su propagación por el país sería rápida si no se adoptaban medidas de contención y advertencia a la población abierta.
Como respuesta, las autoridades federales adelantaron la intención de poner en marcha la aplicación de una nueva “metodología” en el semáforo epidemiológico nacional, el cual tendría la capacidad de realizar valoraciones de riesgo en materia de contagios con mayor precisión.
Hoy, ese mismo semáforo oficial pinta a una república con 13 estados en tono naranja, 15 entidades en color amarillo, tres más en verde y sólo una entidad (Sinaloa) en color rojo, cuando la realidad, en la última semana, vomita contagios desbordados y cada vez más hospitalizados producto de los contagios entre una sociedad desinformada e indolente.
Más aún, las autoridades federales han demostrado, sin pudor alguno, estar más interesadas en promover la participación copiosa y riesgosa de los mexicanos en una consulta popular sin pies ni cabeza para los efectos prácticos para los que se supone fue lanzada: enjuiciar a los más recientes expresidente mexicanos.
Ya está claro que sin importar los resultados de la participación de los mexicanos, la cuestionada consulta no alcanzaría las opiniones necesarias para darle el carácter de vinculante según establecen los mismos artículos 5 y 11 de la ley federal de consulta popular (40% de los participantes); sin embargo, eso poco importa toda vez que la ejecución de un ejercicio inédito en la vida de los mexicanos es por sí misma un triunfo para el principal impulsor de la singular convocatoria.
Una vez más, se lanza un evidente mensaje de cuál es la verdadera prioridad del régimen en el poder.
Así, en una semana de incesantes contagios, de declaraciones irresponsables por parte de los aún encargados del manejo de la pandemia y de una consulta absurda para saber si los mexicanos quieren que se aplique la ley en contra de quienes la hayan violentado en el pasado, la Organización Mundial de la Salud lanzó este fin de semana una nueva advertencia sobre una inminente cuarta ola a causa de la variante delta, la misma que el errático e irresponsable subsecretario de salud intentó desestimar para evitar otra mala noticia a los mexicanos.
La OMS es por demás clara al informar que delta es la responsable de un grave incremento en los casos de contagios de COVID-19 en las poblaciones de 15 países de Oriente Medio, Magreb, Asia y África, incluso sobre hombres y mujeres ya vacunados.
La pandemia vuelve a desafiar a la ciencia y pareciera que tiene en los políticos a sus mejores aliados.