Dra. Laura Helena Porras Hernández / Profesora de tiempo completo del Departamento de Ciencias de la Educación, Universidad de las Américas-Puebla.
Los momentos de crisis presentan retos que ponen a prueba, entre otros de nuestros atributos, la creatividad en lo intelectual y la buena disposición en lo emocional. Son situaciones que conducen a valiosos aprendizajes y, en el campo de la educación, tenemos la oportunidad de encontrar formas más creativas de incidir en la formación de niñas, niños y jóvenes que han quedado en distanciamiento social por las suspensiones de clases presenciales.
En este momento, las tecnologías de comunicación, tanto interactivas como de emisión masiva, pueden cumplir nuevas funciones o bien potenciar las que ya tenían para que las personas de todas las edades no desaceleren su desarrollo físico, socio-emocional e intelectual.
La Secretaría de Salud y la Secretaría de Educación Pública se han unido para proteger la salud de niñas, niños y jóvenes de México, las universidades ya están ofreciendo sus cursos apoyándose en tecnologías interactivas y los niños tendrán servicios por internet y televisión pública. Sin embargo, no todas las familias tienen una computadora para cada uno de sus miembros, ni acceso a servicios de internet.
El incremento en la demanda de estos servicios, también generará problemas. De acuerdo con el comunicado de prensa del INEGI la SCT y el IFT del 17 de febrero del 2020, en 2019 el 56% de los hogares contaba con conexión a la red y el 44.3% de los hogares con computadora. La telefonía celular, tiene mayor penetración y quizá soluciones como micro-learning podrían apoyar. De cualquier manera, la brecha digital puede derivar en brechas sociales y económicas más profundas si la sociedad en general no se suma a su disminución.
La creación de sinergias entre diversos actores de la sociedad es factible cuando hay voluntad para actuar con responsabilidad social en forma constructiva. Una posibilidad es la colaboración entre los medios televisivos y radiofónicos comerciales de carácter abierto, para sustituir parte de su programación por emisiones que apoyen el desarrollo integral y apoyen la difusión de los contenidos oficiales, sumando a lo que hacen los canales públicos.
Para el desarrollo intelectual podríamos pensar en recuperar, además de las grabaciones utilizadas en EDUSAT como parte del subsistema de telesecundarias y materiales muy valiosos que ha generado el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa (ILCE) con sede en nuestro país, documentales, series históricas e incluso algunos programas educativos nacionales y extranjeros, que ya transmiten o han transmitido algunos canales. En el desarrollo físico, podrían sustituirse ciertos programas enfocados en justas deportivas, hoy suspendidas, por emisiones que difundan rutinas de ejercicios que puedan hacer en casa públicos de distintas edades, ayudando así a evitar el sedentarismo y fortaleciendo nuestro cuerpo. En el desarrollo socio-emocional, hay una gran riqueza en producciones mexicanas que podrían potenciarse al provocar la participación del público por vías como la telefónica o de mensajería instantánea. Las posibilidades son innumerables.
Estamos en un momento clave para la construcción de una sociedad que responda a los tiempos actuales. La invitación es a disparar nuestra imaginación y solidaridad: los humanos somos capaces de ello y de su práctica depende nuestro desarrollo.