Felipe Flores Núñez
Bajo la premisa de que el mundo ha cambiado tras la pandemia de la COVID-19, la doctora Lilia Cedillo Martínez está convencida que ahora es el momento histórico para transformarse y propiciar una nueva cultura en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
“Una nueva cultura universitaria acorde a la nueva realidad, aún incierta, que exige resiliencia para adaptarnos y de la que la BUAP no puede quedarse al margen por la convicción de que la educación es pieza fundamental en esta nueva dinámica social”.
En ese propósito, la rectora de la máxima casa de estudios de Puebla promovió la configuración del recién aprobado Plan de Desarrollo Institucional (PDI) como instrumento y guía que marca la dirección y el destino de su gestión, que concluirá en 2025.
“Es el hacia dónde vamos a ir y en qué tiempos estimados vamos a alcanzar nuestras metas bajo los objetivos muy altos y muy claros que nos hemos marcado”, dice.
En entrevista para Crónica Puebla, explica que para la configuración del PDI no se partió de cero, pues “se basó en el plan de trabajo que presenté recién asumí el cargo en octubre pasado, y en las propuestas que hice en mi campaña como candidata”.
“Ese trabajo se enriqueció con todas las opiniones, con las sugerencias de un gran número de universitarios, tanto maestros, trabajadores administrativos, estudiantes e incluso de personal que ya está jubilado; empleadores, presidentes municipales, todos ellos participaron de manera muy activa”.
En tono de orgullo refiere que el proceso de elaboración del PDI fue inédito por su apertura y amplia participación. “Tan sólo en la consulta tuvimos 799 iniciativas, es un número récord, además de las propuestas que se recogieron en conferencias, foros, mesas de discusión, encuestas y otras muchas actividades en las que se involucraron alrededor de 8 mil universitarios”.
“Entonces sí es un plan consensuado, que surge de las ideas de los propios universitarios, de cómo ven ellos los problemas y cómo sugieren que se aborden, y qué casos exitosos se conocen de otras instituciones de educación superior que nosotros podríamos llevar a la práctica”.
La también investigadora de la BUAP detalla que el PDI se integra en esencia con cuatro grandes ejes y un eje transversal.
Con soltura, desglosa que el primero de los ejes tiene que ver con la gobernanza, el trato cercano y humano hacia todos y contiene, como los demás ejes, proyectos detonadores que en cada caso especifica quién lo va a liderar, quiénes son los actores, qué se pretende hacer y en qué tiempo.
Por ejemplo, incluye la adecuación de los reglamentos institucionales y también incluso la adecuación del estatuto universitario, documentos que fueron elaborados hace varias décadas, cuando la realidad que se vivía era otra.
El segundo eje, menciona, está relacionado con la importancia de la corresponsabilidad social, “con la cercanía hacia la gente y habla sobre la vinculación que debemos tener con nuestra sociedad, en cuyo caso uno de sus proyectos detonadores es la creación de corredores culturales, porque la cultura, como el deporte, son actividades que de manera especial se vinculan con nuestra comunidad”.
Al respecto, destaca que la BUAP “ha sido además un actor muy importante en el tema de la cultura en nuestro estado, y entonces será uno de los temas que vanos a impulsar como proyecto detonador”.
Con el eje tres, que tiene que ver con una educación transformadora, “lo que pretendemos, y es parte de uno de nuestros proyector detonadores, es que todo lo aprendido en la pandemia no se quede en saco roto, sino que podamos sacar ventaja de ello”.
En ese sentido se planteó la necesidad de capacitar al personal académico de manera permanente; revisar planes y programas de estudio de las diferentes unidades académicas y adecuarlos también; ver qué tan pertinentes son, sobre todo los que están en zonas geográficas donde hay presencia fuera de Puebla capital, para determinar si esos programas siguen vigentes y si hay necesidad de los profesionistas que se preparan con ellos.
“El eje cuatro está relacionado con la investigación. Queremos que sea cercana, abierta, que tienda a ayudar en la resolución de problemas actuales de nuestra comunidad. Hay temas muy claros, como el de la salud –y en la pandemia lo vimos–, pero también está el cuidado del medio ambiente y el desarrollo tecnológico”.
Cedillo Ramírez subraya que esos son temas muy importantes que permiten como institución vincularse con la sociedad y ayudar en la resolución de problemas “para que de esta manera retribuyamos un poco de lo mucho que la sociedad nos ha dado”.
En este rubro, reveló como proyecto detonador el planteamiento para crear 30 grupos de investigadores, encaminados exclusivamente a la resolución de problemas actuales que aquejan a las comunidades, “y en eso vamos a trabajar muy fuerte”.
“A todos esos ejes los atraviesa uno transversal en el que tomamos en cuenta el desarrollo sustentable: la sustentabilidad que debe de haber de aquí al año 2030. Debe ser ese un eje que nos una en sus diferentes vertientes con los otros cuatro, enfatizando la responsabilidad que debemos tener con nuestro entorno”.
El PDI –insiste– debe propiciar condiciones para la generación de una nueva cultura universitaria, que consiste en que tengamos egresados y formemos profesionistas abiertos, creativos, innovadores, sanos física y mentalmente.
Esa es la parte que queremos tener como compromiso social.
—El documento enfatiza que este es momento para la transformación de la BUAP, ¿a qué se refiere?
—Así es. El entorno mismo nos está empujando para hacer esos cambios; como maestra, puedo afirmar que no estábamos preparados para lo que vivimos en los pasados dos años, tuvimos que entrar prácticamente a ciegas, sin saber por dónde, y afrontar una educación virtual , a distancia.
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No sabíamos cómo mantener la atención de los jóvenes, ni evaluar si aprendían a no; todo eso nos hizo cambiar e incluso en muchos aspectos, a mejorar. Nos hizo perderle el miedo a la tecnología y entrar a ese mundo al que la pandemia nos orilló.
Y como eso, lo mismo nos está pasando en la formación de nuestros estudiantes que van a ser profesionistas en un futuro muy cercano, seguramente muchos de ellos estaban pensando en la forma tradicional, que se emplearían a una empresa, pero ocurre que ahora las empresas también están cambiando, algunas van a seguir con su modelo de trabajo en casa, en el home office, entonces tenemos que preparar a los estudiantes en ese contexto, donde están solos y deben resolver problemas.
No podemos regresar a las actividades presenciales como estábamos hace dos años, tenemos que rescatar las cosas buenas de todo lo malo que ha pasado y este es el momento de darle un giro diferente a lo que estábamos haciendo.
Al concluir, aborda también conceptos previstos en las políticas institucionales de la BUAP, entre las que destaca la obligación de la rendición cuentas y la transparencia financiera.
Asienta en la necesidad de cuentas claras de los recursos que se reciben de los gobiernos federal y estatal como institución pública, “pero no solo al uso recursos sino también sobre el impacto que tienen nuestros egresados en la sociedad, sobre su calidad educativa y de formación, y sobre cómo están contribuyendo en sus comunidades, esto es, va más allá que hacer meras cuentas, se trata de ver cómo, con ese dinero, se impacta en la formación de recursos humanos.
Confirma, por otro lado, la relación de respeto y colaboración con el gobierno estatal y la voluntad de compartir proyectos con alto contenido social, y ya con el Plan de Desarrollo Institucional ampliamente consensuado, la rectora de la BUAP confía finalmente que la comunidad se sume y contribuya para hacerlo realidad.
“Sumar voluntades es vital. Los ingredientes están ahí, cada quien debe hacer lo que le toca y por eso invito a todos los universitarios a que lo hagan suyo y que cada quien cumpla con lo que nos corresponde, para que se vuelva una auténtica y fundamental guía de trabajo”.