El prolongado confinamiento al que ha obligado la pandemia por el virus del SARS-COV-2, aunado a la incertidumbre que prevalece en miles de hogares por la situación económica relacionada con reducción de ingresos y en el peor de los casos pérdida del empleo, aunado al hecho de tener que vivir con el miedo de enfermar de COVID-19, han ocasionado el aumento de trastornos mentales y con mayor prevalencia, la depresión, señaló el doctor Aldo Suárez, expresidente de la Asociación Siquiátrica Mexicana.
En entrevista detalló que previo a la pandemia, alrededor de 5 por ciento de las personas en el país habían tenido algún evento depresivo alguna vez y ahora, a consecuencia del extenso confinamiento que para muchos todavía no ha terminado, ni se vislumbra cuándo ocurrirá, se ha observado un incremento de hasta el 25 por ciento en el número de casos, detalló.
Refirió que con base en una investigación que se ha venido realizado a raíz de la pandemia, se ha encontrado que después de seis meses del impacto en lo que conocíamos como la normalidad por el virus SARS-CoV-2, el 63 por ciento de personas encuestadas confesaron sentirse fatigadas, el 26 por ciento tenía problemas de sueño y otro 23 por ciento aseguró vivir con ansiedad y/o depresión.
Con motivo del Día de la Depresión que se conmemoró el pasado día 13 del mes en curso, el especialista refirió que la mente del ser humano es capaz de “manejar cierto rango de incertidumbre” por alguna enfermedad o falta de dinero, sin embargo, la COVID-19 hizo que ese rango se superara, ello debido a que las personas se han tenido que enfrentar, además del encierro a medidas de distanciamiento y constante higiene, así como el uso del cubrebocas, al que no estábamos acostumbrados a usar durante tanto tiempo como ha ocurrido.
Otro aspecto de importante impacto, es que está habiendo pérdidas de seres queridos, parejas, madres, padres, hijos, amigos de toda la vida, a quienes no se les ha podido rendir tributo ni despedirlos con ceremonias fúnebres, como estamos acostumbrados, con lo que “todos estos aspectos a los que nos hemos tenido que apegar durante los últimos 11 meses, cuando al principio se habló de que sería una cuarentena, ya provoca padecimientos crónicos y desencadenante de padecimientos mentales”.
En este contexto, el especialista en psiquiatría puntualizó que la depresión constituye un problema importante de salud pública, y en nuestro país afecta a 15 de cada 100 habitantes, sin embargo, esta cifra podría crecer exponencialmente en el contexto actual, debido a que algunas personas “jamás han sido diagnosticadas y viven hasta 15 años sin saber que tienen esta condición.
Esta, sostuvo, es una enfermedad que ocupa el primer lugar de discapacidad en las mujeres y el noveno para los hombres, y se debe tomar en cuenta que la depresión tiene una alta co-ocurrencia con otros trastornos como ansiedad y consumo de sustancias, con importantes costos económicos y sociales.
A nivel global, es la segunda causa de discapacidad, y las estimaciones señalaban que hacia el 2030 pasará al primer sitio, no obstante “es probable que esas estimaciones se hayan modificado por la pandemia de la COVID”.
REINVENTARSE EN EL ENCIERRO
En cuanto a las estrategias para seguir enfrentando el confinamiento al que millones de personas se han visto obligados, sobre todo adultos mayores y poblaciones de riesgo, el especialista sostuvo que desafortunadamente todo lo que en un principio sirvió para comenzar a hacer frente, poco a poco se ha ido desgastando.
Al principio del confinamiento la gente tenía muchos libros pendientes por concluir, arreglar sus habitaciones, las casas, revisar y ordenar documentos, quizá el propósito de comenzar a hacer ejercicio, estudiar cosas en línea, ver películas que por tanto tiempo habían postergado, sin embargo, a la vuelta del tiempo, muchos de estos pendientes los han concluído por lo que ha llegado el momento de reinventarse, las personas deben ser dinámicas y buscar nuevas cosas, expresó.
“Las personas tomaron cursos en línea, aprendieron cosas nuevas, arreglaron sus clósets, aprendieron tres o cuatro cursos, leyeron libros”, ahora lo que pueden hacer es cambiar, sugirió, quizá algunas actividades recreativas, otro tipo de ejercicios, algunas manualidades.
Recordó que la depresión puede conducir a cambios en el comportamiento como tristeza, falta de interés por lo que antes motivaba, baja productividad en el trabajo aún haciendo home office, alteraciones en el ritmo del sueño, incluso comenzar con abuso en el consumo de alcohol, y en casos extremos incluso llevar al suicidio, por lo que recomendó solicitar apoyo para poder tener un tratamiento temprano y oportuno.
En este sentido, cabe mencionar que diversas instituciones gubernamentales, organizaciones civiles e incluso universidades cuentan con líneas de ayuda gratuitas para quienes estén padeciendo algunos síntomas de depresión, lo que permite a las personas obtener asesorías sin necesidad de tener que desplazarse a algún sitio en específico, y reducir el riesgo de salir al exterior para evitar el riesgo de contagiarse de COVID-19. (La Crónica de Hoy)