Mariano Galeana
Preservadas por más de medio milenio, trece piezas de arte creadas por Leonardo Da Vinci y sus aprendices más cercanos se exhiben en el edificio Carolino de la BUAP hasta el 11 de junio de 2023.
La exposición itinerante “Leonardo Da Vinci y sus seguidores” contiene tres bocetos firmados por el genio que encarnó al Renacimiento y diez óleos elaborados por siete aprendices que llegaron a su taller a principios del siglo XV.
Entre las piezas destacan dos bocetos que contienen pasajes de La batalla de Anghiari, una pintura al fresco de Da Vinci que fue pintada en un palacio de Florencia entre 1503 y 1506, pero que actualmente se encuentra perdida.
En los bocetos que fueron descubiertos se observa parte de la escaramuza, así como el grácil movimiento de tres caballos que cruzan a lo largo de la imagen.
A decir del estudioso italiano Nicola Barbatelli, que quizá sea el mayor investigador experto en la obra de Da Vinci, la colección de estas trece piezas “raya en lo científico” y ofrece un vistazo a la vida familiar y al círculo cerrado del genio del Renacimiento.
Como es sabido, Leonardo Da Vinci puso el cuerpo en casi todas las áreas del conocimiento, y eso lo convierte en un artista y pensador inclasificable.
Fue inventor, escultor, arquitecto, ingeniero, astrónomo y pintor, aunque todo su trabajo en este campo ha quedado opacado por su hipnótico retrato de la Monna Lisa, el cuadro más conocido en el mundo.
“Esta muestra en particular da la oportunidad de conocer los diversos extractos de Leonardo y las relaciones establecidas con sus alumnos. Se trata de un círculo muy cerrado, cuyos pocos integrantes seguramente también se relacionaron con el aspecto científico”, resumió Barbatelli durante la presentación de la exposición, a distancia, mediado por un traductor.
Las piezas complementan parte de las pistas que los historiadores han deducido sobre los aprendices de Da Vinci. El más cercano a él fue Gian Giacomo Caprotti da Oreno, conocido como Salai, del que se ha dicho que pudo haber mantenido una relación con el maestro italiano.
Pero otros discípulos que también se encuentran incluidos en la muestra son Fernando Yáñez, Mardo D’Oggiono, Giovani Pietro Rizzoli, Jean Clovet, Bernardo Luni y Cesare da Sesto.
Entre sus obras destaca, por ejemplo, La battaglia Timbal, el cuadro que Fernando Yáñez realizó bajo la supervisión de Da Vinci, y la Maddalena discinta, pintada por Marco D’Oggiono y retocada por el propio maestro.
Algunas de estas piezas nunca se habían exhibido en México hasta este año. La Maddalena discinta, por ejemplo, estuvo expuesta en la muestra “Leonardo, el genio europeo. Pinturas y dibujos”, en Bruselas, en la Basílica de Koelberg, y en la celebración del 50 aniversario del Tratado de Roma para la constitución de la comunidad Europea 1957- 2007.
En tanto, el Studio di due cavalli, uno de los bocetos de Da Vinci, se había mantenido expuesto en la Galería Uffiz, un palacio y museo en Florencia que alberga una de las colecciones más antiguas de arte.
ARMAN CONGRESO PARA
DISCUTIR EL LEGADO DE DA VINCI
El vicerrector de Extensión y Difusión de la Cultura, José Carlos Bernal Suárez, anunció que la exposición estará complementada por dos congresos internacionales de académicos de la universidad.
La intención es que investigadores, docentes y académicos reflexionen y discutan sobre las líneas de trabajo de Da Vinci y sus intereses particulares durante el Renacimiento.
Agregó que, para facilitar el acceso a estudiantes que se encuentran fuera de la ciudad de Puebla, en los campus regionales de la BUAP habrá transporte gratuito hacia la capital del
estado.
“Esta exposición y estos simposios representan una magnífica oportunidad de acercar a la
comunidad poblana y a la comunidad de la BUAP a la obra de Da Vinci. Conocer el trabajo de este genio es un deleite para Puebla y los poblanos”, afirmó.
La exposición es resultado del patrocinio de la Casa Real de los Medici, específicamente del Gran Duque de Toscana Ottaviano de’ Medici d’Ottajano.
LEONARDO, EL GENIO UNIVERSAL
Pocos seres en la historia de la humanidad han dejado un legado tan grande como Leonardo Da Vinci, la encarnación del nuevo espíritu científico del Renacimiento.
Nació en 1452, en una aldea a pocos kilómetros de Vinci, en la ciudad de Florencia.
Fue el hijo ilegítimo de un notario y una campesina; fue educado por la esposa de su progenitor.
A los 14 años llegó al taller florentino del pintor Verrocchio, donde aprendió nociones de pintura, arquitectura, escultura, botánica, música y óptica. Desde entonces, aspiró a convertirse en el gran artista de su generación.
Se trasladó a Milán, donde desarrolló sus primeros trabajos como ingeniero militar, que iban desde la creación de proyectiles hasta artefactos de asedio. No dejó de lado su vena artística y a partir de 1486 comenzó a pintar sus cuadros más emblemáticos, como La Virgen de las Rocas o La última cena.
De forma paralela, profundizó en sus conocimientos científicos y dedicó varios años a la idea de una máquina para volar.
Ya para entonces, su interés era total: hacía observaciones y análisis sobre mecánica, geografía, física, botánica, química, anatomía, astronomía y matemáticas.
En el año 1500 regresó a Florencia, donde creó el arquetipo moderno de la pintura, Monna Lisa.
Murió en Amboise, en Francia, en 1519. Tras 500 años, su obra y herencia de proyectos, prototipos, reflexiones, innovaciones y cálculos han sido puestos en el pináculo de la cultura humana.