Por: Mario Galeana
No era poblana, ni siquiera china. Tampoco usaba blusas con chaquiras, ni largas faldas salpicadas de lentejuelas. Y, sin embargo, la china poblana y su traje se han convertido en uno de los símbolos fundacionales del país y, ahora, también podría ser Patrimonio Cultural del estado de Puebla.
La Secretaría de Cultura realizó en junio pasado un foro para analizar la declaración de este traje típico como patrimonio del estado, lo cual, de acuerdo con la Ley de Fomento Cultural estatal, incluye a todos los testimonios y objetos que continúen una tradición histórica de la sociedad.
En el foro se acordó la declaración del 9 de septiembre como Día de la China Poblana en Puebla, la creación de un centro documental, un corredor turístico y un festival dedicados a su imagen, así como la restauración de todos los inmuebles que se vinculan con ella.
Pero ¿quién era la china poblana? Su historia parece sacada de una de las narraciones de Las mil y una noches.
Mirra era una chica de linaje noble de la India que fue traída como esclava a la Angelópolis. Llegó con el nombre de Catharina de San Juan y fue casada con un hombre que la maltrataba. Hacia el final de sus días, la sociedad la consideró una santa debido a las constantes visiones que decía tener sobre santos y ángeles, hasta que la Inquisición mandó a destruir todas sus imágenes.
Pero aún ahora, en el pasillo izquierdo que conduce a la Iglesia de La Compañía, donde yacen sus restos, su lápida dice: “A Dios Optimo Todopoderoso. Guarda este sepulcro a la venerable en Cristo Virgen Catarina de San Juan, que el Mogor dio al mundo y la Puebla de los Ángeles al cielo. Después que había vivido 82 años, amada principalmente de Dios, no menos de los hombres, humilde y pobre en la esclavitud, aunque ilustre por su sangre real, acaeció su fallecimiento, seguido de gran aclamación por parte del pueblo y del clero, en la víspera de los tres Santos Reyes, el año de 1688”.
La historiadora Isabel Revuelta explica que en el siglo XVII Puebla vivía una auténtica efervescencia con respecto a todo lo que procediera del oriente: las telas, las hierbas, los enseres y los seres humanos eran comercializados como objetos valiosísimos que aumentaban el estatus social de sus poseedores.
En ese contexto llegó Catharina de San Juan a la familia de Miguel de Sosa, un próspero capitán.
Aunque nunca aprendió a hablar español, Catharina adoptó la religión católica y prodigó, entre aquellos que podían entenderla, la versión de que su madre había tenido una alucinación del nacimiento de Jesús al darla a luz.
“Mirra entiende su papel y cuenta el origen de su nobleza y hace una apología sobre lo divino. Tanto que, cuando la entierran, la gente se abalanza deseando arrancarle algo, un dedo, lo que fuera, porque se entendían como reliquias esos objetos. Al final, era una figura de la que podían sentirse identificadas
muchas otras personas: las mujeres, los esclavos, las solteras”, abunda Úrsula Camba, en un programa realizado por TV UNAM para documentar a la china poblana.
Y, sin embargo, la representación actual de la china poblana está lejos de parecerse al vestido que portaba Catharina de San Juan, que vivió en extrema sencillez hasta el día de su muerte, cuando legó un crucifijo, algunos cuadros, una cazuela y su ropa, según su testamento.
“El siglo XIX se retoma su figura y se convierte en la reencarnación de la mujer mexicana. Ahora porta un traje arquetípico, lleno de interpretaciones. Es en esa misma época en la que surgen los chiles en nogada, el legado de la Virgen de Guadalupe… un sincretismo que gestó los valores o las tradiciones que perpetuamos hasta hoy”, ahonda Isabel Revuelta.
¿CÓMO ES EL TRAJE DE LA CHINA POBLANA?
Se caracteriza por los siguientes elementos.
Blusa blanca de escote, con bordados y chaquiras de formas geométricas y florales de colores vivos
Falda llamada castor, elaborada con la tela del mismo nombre. Se agregan lentejuelas con formas florales y formas geométricas
Borde inferior orlado que se asoma por debajo de la falda o castor, y que incluye un encaje. También son llamados porabajos
Banda bordada que sujeta la falda y los porabajos
Rebozo tejido con hilos de colores azules y rojos
Zapatos rasos bordados con hilos