Mario Galeana
Fotos: cortesía CEDIF
El silbato del primer tren que recorrió México en 1873 fue un presagio de modernidad en el país, pero en su viaje hacia el futuro dejó atrás a una parte crucial de su historia: las mujeres.
Relegadas de cualquier tipo de actividad operativa, y sesenta años después del viaje inaugural del Ferrocarril Mexicano, algunas mujeres comenzaron a ser contratadas como tomadoras de tiempo y telegrafistas del sistema.
La integración de estas trabajadoras ha sido documentada gracias a los informes, nóminas y memorias que resguarda el Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias (CEDIF), en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos.
Más tarde, entre las décadas de 1960 y 1970, unas cuantas se colocaron en puestos superiores como despachadoras y jefas de estación.
Fue el caso de Margarita Reyna Castro Sánchez, quien nació en un campamento ferroviario de remachadores, situado a un costado de las vías del Ferrocarril Panamericano, en Chiapas.
Integrante de una familia repleta de trabajadores ferrocarrileros, trabajó como jefa de la estación en Donají, Oaxaca, de 1970 a 1978. Casi un siglo después de que se habilitara la primera vía que unió a la capital del país con Veracruz.
Después, repitió como jefa de estación en Lagunas, Oaxaca, hasta 1987, y finalmente fue transferida al entonces Distrito Federal para hacerse cargo de la estación Contreras. En 1998, decidió jubilarse.
Pero entre el repositorio del CEDIF, y de otros archivos que resguardan la memoria ferrocarrilera, hay más mujeres cuya historia no ha sido contada todavía.
Con el propósito de visibilizar las vidas de estas trabajadoras, un grupo de investigadoras en México y otros países de América Latina han conformado la Red interdisciplinaria de mujeres del ferrocarril (Rimfe).
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Compuesta por historiadoras, literatas, gestoras, antropólogas, economistas, editoras y restauradoras, la red se propone reconocer la participación de las mujeres en la cultura ferroviaria, así como apelar a su integración de manera plena y equitativa.
“Las compañías ferroviarias se constituyeron como espacios eminentemente masculinos, excluyentes y cerrados. Pero la realidad es que las mujeres siempre han estado ahí, contribuyendo de manera significativa en diversas áreas del patrimonio cultural ferrocarrilero”, pronunció Teresa Márquez Martínez, directora del Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero.
La presentación de la Rimfe fue realizada el pasado jueves, con la asistencia de las especialistas Leonor Reyes Pavón, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM; Luz Carregha Lamadrid, historiadora del Colegio de San Luis; Alicia Ramírez Olivares, de la Maestría en Literatura Hispanoamericana de la BUAP; y Luisina Angostini, de la Universidad de Rosario, en Argentina.
También acudieron Diana Hernández Suárez, del Instituto de Investigaciones Lingüístico Literarias de la Universidad Veracruzana; Lizbeth Celaya Vargas, del Seminario de Memoria Histórica del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP; Yazmín Sandoval García, de la UAM, e Isabel Bonilla Galindo, jefa de la Biblioteca Especializada del CEDIF.
En primera instancia, la red se ha propuesto recabar testimonios de trabajadoras y jubiladas del ferrocarril en México.
“Yo platicaba con mujeres que trabajaron en la empresa Ferronales, en San Luis Potosí, y me decían que no eran ferrocarrileras, sino secretarias. Pero habían colaborado con los ferrocarrileros, habían participado en sus huelgas, por lo que creo que las investigaciones de la red van a impactar para que muchas mujeres se sientan parte del sector”, aseguró Carregha Lamadrid.
La red también pretende realizar talleres, conversatorios, entrevistas y publicaciones sobre el papel de las mujeres en entornos ferroviarios. Hasta ahora, ha realizado 16 conversatorios y prepara, para el segundo semestre del año, distintas conferencias, foros y talleres de escritura creativa dirigidos, especialmente, a mujeres ferrocarrileras.
Según datos del Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero, en la actualidad la Secretaría de Comunicaciones y Transportes registra un total de 41 licencias federales ferroviarias asignadas a mujeres maquinistas y despachadoras.
“La historia del ferrocarril del siglo XIX es una historia de innovación, progreso y desafío, y sin embargo, marginó estas contribuciones. Hoy más que nunca es crucial visibilizarlas y valorarlas”, concluyó Márquez Martínez.
En el riel, jefa de estación
Margarita Reyna Castro Sánchez nació en 1943 en un campamento ferroviario en Chiapas, en el seno de una familia con una larga tradición ferrocarrilera.
Desde niña se vio inmersa en la vida nómada de los trabajadores del tren, lo que marcó profundamente su carácter y futuro. Su abuelo, Elías Castro Ortega, fue un destacado trabajador del Ferrocarril Panamericano, y su padre, un remachador de puentes. Transmitió a Margarita el legado de la vida ferroviaria. A pesar del constante movimiento familiar, Margarita completó su educación primaria en diversos lugares del país y más tarde estudió una carrera comercial.
A principios de la década de 1960, Margarita se trasladó con su familia a Durango, donde aprendió telegrafía, a pesar de las reticencias de su padre, quien no veía con buenos ojos que su hija trabajara en un entorno dominado por hombres. A lo largo de su carrera, trabajó como telegrafista en diversas estaciones de México, enfrentando condiciones adversas, como en la estación de Higueras, Veracruz, donde soportó un ambiente inhóspito y discriminación por parte de sus colegas masculinos.
En 1970, Margarita fue asignada como jefa de estación en Donají, Oaxaca, un puesto tradicionalmente reservado para hombres debido a las exigencias físicas del trabajo. Más tarde, trabajó en Lagunas, Oaxaca, y finalmente, en 1987, fue asignada a la estación de Contreras, en el entonces Distrito Federal, donde permaneció hasta su jubilación en 1998.
A lo largo de su vida, Margarita luchó por su independencia, desafiando tanto a su padre como a su esposo, quienes intentaron disuadirla de continuar con su carrera ferroviaria. Su tenacidad y dedicación la convirtieron en un referente en la historia del ferrocarril en México, y su legado perdura como un ejemplo de perseverancia en un entorno tradicionalmente dominado por hombres.
Fuente: Revista Digital Mirada Ferroviaria, del CEDIF
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