Mario Galeana
La historia del antiguo hospital de San Roque suele resumirse con su origen, un lugar construido en el siglo XVI para dar atención médica a cualquier viajero español que se encontrara en la ruta de Veracruz a Ciudad de México. Pero este edificio rehabilitado para convertirse en centro cultural dedicado a las 32 regiones en el estado también ha sido, en casi 500 años de historia, un hospital psiquiátrico, un fuerte militar, una cárcel y una fosa.
Los trabajos de rehabilitación del inmueble, en los que el gobierno del estado invirtió 54 millones 770 mil pesos, han revelado que en el hospital de San Roque se enterró a personas que fueron asesinadas en crímenes violentos.
En enero del año pasado, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), instancia que colaboró con las autoridades estatales en la remodelación, hallaron nueve esqueletos que pertenecieron a mujeres embarazadas, nonatos y un individuo asesinado de un golpe en la cabeza. Se encontraban debajo de los pisos de los patios, ocultos en las escaleras o bajo las mismas columnas del inmueble.
Nunca fue utilizado formalmente como un panteón, puesto que los restos se encontraron dispersos en los patios de este hospital de 2 mil 800 metros cuadrados. Y algunos de los huesos, incluso, datan del siglo XX. La única coincidencia en todos los casos es que no fueron encontrados ataúdes, clavos u otros indicios de una sepultura.
“Lo que hemos encontrado es una historia triste a nivel humano, por la forma en que muchos de estos cuerpos fueron arrojados a las fosas sin un orden legal”, comentó en su momento la arqueóloga Elvia Sánchez.
La construcción del hospital duró entre 1563 y 1614, y corrió a cargo de la orden de la Caridad del mártir de San Hipólito. “Fue el primero con su especialidad en atender a los viajeros”, resumió este lunes el secretario de Cultura, Sergio Vergara Berdejo, durante la apertura del inmueble tras su rehabilitación.
Unos años después, se convirtió en el sitio en donde se atendían a los enfermos para la peste, y desde entonces todo el hospital adquirió un halo de centro de confinamiento.
Fue a lo largo del siglo XVII en el que San Roque se convirtió en un “hospital para dementes” y alojó a personas que presuntamente tenían enfermedades mentales.
Sin embargo, al revisar las ordenanzas de este hospital, Ana Liviere Vargas Vizuet, investigadora en historia de la salud por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), concluyó que “se percibía injusticia en muchos de los internamientos, más que enfermedad”.
San Roque podía ser, pues, un lugar para deshacerse de parientes incómodos, más allá de cualquier tipo de padecimiento mental.
Durante el siglo XIX, con la aplicación de las Leyes de Reforma, tanto el hospital como el templo que se encuentra a su costado fueron expropiados, pero se permitió que el primero siguiera proporcionando servicios hospitalarios. Pero eso no implicó una mejora inmediata en el tratamiento de los internos.
Según explica Vargas Vizuet, no había presencia médica permanente y, muy a menudo, los únicos que se encargaban de su cuidado eran un mayordomo y una rectora.
“La comunidad médica poblana aún creía que no era un recinto de aprendizaje médico y mucho menos de tratamiento, sino simplemente un remanente de la caridad cristiana transformada recientemente en responsabilidad estatal; más semejante a un hospicio que a un hospital”, apunta la investigadora en un artículo titulado Los Libros de Ordenanzas de los Hospitales de San Roque y Santa Rosa en Puebla.
Para 1869, todos los hombres internados fueron trasladados al Hospital de Santa Rosa, otro centro para atender pacientes psiquiátricos, y las mujeres permanecieron en San Roque hasta ya entrada la segunda mitad del siglo XX, cuando comenzó a funcionar el Centro Rafael Serrano.
Sólo tres años después, en 1872, San Roque fue habilitado como una base temporal del ejército, que se batía contra las fuerzas de Porfirio Díaz, quien trataba de impedir la reelección de Benito Juárez.
Puede deducirse que los soldados convivieron con las pacientes que se encontraban ahí pero no hay certeza de qué sucedió en ese periodo, puesto que los registros de San Roque desaparecieron justo durante esa ocupación militar, según ha investigado Vargas Vizuet. De cualquier manera, juntar a un grupo de soldados y a mujeres en situación vulnerable, con distintos tratamientos psiquiátricos, no parecía la mejor de las ideas.
EL DESPOJO Y LA RESTAURACIÓN
Muchos años después, en 2016, el gobierno de Rafael Moreno Valle entregó el hospital de San Roque en comodato al empresario televisivo Joaquín Balcárcel Santa Cruz, bajo el argumento de que se pretendía restaurarlo para montar un museo de cera.
Con los sismos de septiembre de 2017, parte de la infraestructura quedó dañada y no se hizo ningún tipo de restauración.
Este lunes, durante la apertura del antiguo hospital, el gobernador Sergio Salomón Céspedes resumió que “el paso del tiempo, los sismos y la indiferencia provocaron que este edificio quedara en el cajón del olvido”.
Pero la localización de 32 piezas de cantera que correspondían a la fuente de San Roque, en el centro de su patio, sacó al hospital de ese olvido.
Las piezas fueron localizadas en un taller mecánico en el Barrio de San Antonio por agentes de la Fiscalía General del Estado (FGE), quienes habían acudido al recinto tras haber recibido una denuncia anónima.
Ese mismo año, en 2019, el gobierno de Guillermo Pacheco Pulido recuperó el inmueble a través de un juicio en el que se arguyó que Santa Cruz había incumplido con las obligaciones del contrato de comodato.
Los trabajos de remodelación duraron alrededor de 18 meses y, ahora, el antiguo hospital será convertido en la Casa de las 32 Regiones, un centro para exhibir las tradiciones, el arte y la cultura de las distintas comunidades en el estado.
Ya se tiene prevista la exhibición de trajes regionales y del árbol de la vida más grande de México, una obra artesanal producida con barro.