La serie de grabados Los Caprichos, de Goya, permanecerá en Puebla hasta febrero de 2024
Mario Galeana
Si el meme tuvo una génesis, quizá haya que rastrearla en Los Caprichos de Francisco de Goya. Entre 1797 y 1799, el pintor español elaboró esta serie de 80 grabados en los que criticó las incoherencias de la sociedad durante la época, a través de la sátira y el delirio.
Son imágenes en aguafuerte y aguatinta en las que Goya combina su imaginativa fantástica y el escrutinio social para exponer, a la luz del naciente pensamiento liberal burgués, la forma de vida en los estertores del siglo XVIII.
Un anuncio en el Diario de Madrid publicado el 6 de febrero de 1799 anunciaba las intenciones de Goya con esta serie, aunque poco después tuvo que retirarla del mercado por temor a represalias:
“Los Caprichos son ante todo una sátira concebida para combatir los vicios de los hombres y los absurdos de la conducta humana”, se leía.
Una copia de las 80 estampas se exhibe en el Museo Internacional del Barroco (MIB) hasta el 4 de febrero del próximo año, a través de un acuerdo entre el gobierno del estado y Citibanamex.
“Los Caprichos ejemplifican un mundo en crisis, entendida la palabra crisis en su sentido de cambio; refleja las fisuras de una estructura sociopolítica y del cambio de gusto entre las estéticas clasicista y romántica”, expuso Cándida Fernández de Calderón, directora de Fomento Cultural de Citibanamex, durante la inauguración de la muestra el pasado 2 de octubre.
Los Caprichos reflejan la visión pesimista que Goya tenía sobre la sociedad de su tiempo, así como su crítica a la superstición, la ignorancia, la corrupción y la brutalidad, algo que permanece en las toneladas de memes que se publican en las redes sociales a diario.
En las 80 estampas, los críticos identifican cuatro grupos temáticos de tono crítico.
El primero aborda los engaños y abusos en las relaciones entre hombres y mujeres, a través del cortejo, la prostitución o matrimonios de conveniencia.
El segundo bloque se enfoca en la mala educación, la ignorancia y sus consecuencias, en donde afloran la superstición y la brujería.
El tercer eje de grabados condena los vicios de la sociedad civil y del clero.
Mientras que la última tan – da de caprichos protesta contra los abusos del poder.
Para disimular la crítica, Goya trató de desordenar ca – da capricho y los numeró de forma aleatoria. Sin embargo, sus contemporáneos entendieron pronto el mensaje y, por te – mor a la Inquisición, el pintor terminó retirándolos temporalmente del mercado.
Pese a todo, la destreza técnica en línea y la mancha de Los Caprichos sobrevivió a la censura y al establishment social y terminó influyendo a movimientos artísticos tan disímbolos como el expresionismo, el surrealismo, el impresionismo o el romanticismo francés.
Cada capricho está acompañado de un subtexto, pero, hasta ahora, los historiadores no han podido verificar si estas leyendas fueron escritas por el pintor español.
Lo que es cierto es que, algunos de estos subtextos, se han hecho canon.
Como en el Capricho 43, el grabado más famoso de la serie, donde Goya se retrató durmiendo sobre un escritorio rodeado de criaturas fantásticas, y acompañado por la leyenda “El sueño de la razón produce monstruos”.