Mario Galeana
Fotos: Agencia Enfoque
A primera vista, la imagen que devuelve el exconvento de San Juan Bautista en Cuautinchan tiene la huella de lo primigenio. Un templo aparentemente sencillo, sin relieves ni detalles específicos en la fachada, pero con torres y campanarios que rozan los 40 metros en el aire. Visto a partir de esos detalles, el convento refleja el despliegue franciscano durante el siglo XVI por la región.
Desde su construcción, que concluyó en 1590, el templo ha resistido el azote de un puñado de terremotos. El más nocivo del que se tenga registro recientemente ocurrió sólo cinco años atrás, el 19 de septiembre de 2017.
El terremoto dañó la fachada, agrietó las bóvedas y fisuró muros y contrafuertes, que son soportes colocados al exterior de la pared para aumentar su resistencia, sin tener que hacerla más gruesa.
Desde entonces, el templo permaneció cerrado y los habitantes de Cuautinchan abandonaron ciertos usos religiosos que se practicaban en él, hasta que pudieron acondicionar una zona en la pequeña parroquia del pueblo.
“La gente estaba preocupada por ver tantos años cerradas las puertas de este convento”, explica Federico Velázquez, un representante de la comunidad. “Nos preguntábamos: ¿será que lo abrirán? Y si lo hacen, ¿para cuándo será?”.
La elaboración del proyecto de intervención del templo inició en 2019 y contempló estudios, análisis, revisiones y correcciones. El proceso duró un año y, para mayo de 2020, comenzó la labor de reconstrucción, incluyendo la protección de arte sacro, retablos, muebles, púlpito y órgano.
Con el estudio se determinó que las partes más afectadas eran la torre campanario norte, que fue reconstruida totalmente, las caras externas de las bóvedas, así como los muros y contrafuertes del lado norte.
Para poder reparar la torre norte y las caras internas de las bóvedas, los restauradores, arquitectos y albañiles tendieron andamios a 36 y 18 metros de altura, respectivamente. Utilizaron una pátina a base de pigmentos naturales y material de la región en todas las áreas que ya habían sido consolidadas. La pátina es una especie de barniz duro, de color aceitunado y reluciente.
Al analizar los daños de la fachada, las autoridades del INAH encontraron placas de acero que representaban una carga excesiva y contribuían al deterioro agravado por el sismo.
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UNO DE TRES RETABLOS COMPLETOSDel siglo XVI se conservan en su totalidad éste, el de Huejotzingo y del de San Bernardino de Siena (Xochimilco)
Por esa razón, esos elementos fueron retirados.
A la fachada también se le agregaron adhesivos y soportes para consolidar las grietas y fracturas que fueron detectadas.
Para 2022, prácticamente habían quedado concluidas todas las reparaciones de los muros y contrafuertes del lado norte del templo.
Todos estos trabajos representan sólo la primera de dos etapas para rehabilitar completamente el templo. A esa labor se destinaron 11.5 millones de pesos inicialmente, más una inversión adicional de 4 millones de pesos para la restauración de obras y otros bienes muebles, según informó la secretaria de Cultura del gobierno federal, Alejandra Frausto.
Con esto, el pasado 5 de julio quedó reinaugurado el presbiterio para la celebración de las misas y la reactivación de su uso por parte de la comunidad de Cuautinchan, que participó activamente en la asesoría sobre el uso de materiales para la reconstrucción, y mantiene vivo el inmueble.
Al evento acudieron representantes eclesiásticos, funcionarios de los tres órdenes de gobierno y líderes de la población del municipio.
Entre la multitud había chiquillos que en toda su vida no habían visto el retablo mayor del exconvento, considerado el más antiguo de América y que representa escenas dedicadas a la vida de la Virgen María y a muerte y resurrección de Jesús.
En el Templo de San Juan Bautista se mantienen protegidos los retablos laterales, el púlpito y el órgano, y se espera que las obras de restauración culminen el próximo año.
“De haber existido una restauración preliminar, no habríamos tenido esta catástrofe de la que fuimos testigos en 2017”, reprochó la titular de la Secretaría de Cultura.
“Y este edificio era un polvorón que se iba a caer. Pero las manos de esta comunidad reconstruyeron este templo; los pobladores son quienes tenían la capacidad de reconstruirlo y de mantenerlo a futuro. Les digo con plena certeza que, para nosotros, la emergencia no termina hasta que concluyamos esta obra”, aseguró.
UN SISMO LLEVA A CUAUTINCHAN EL RETABLO MÁS ANTIGUO DE AMÉRICA
Originalmente, el retablo del convento de San Juan Bautista era parte del convento de San Francisco, en la ciudad de Puebla. Sin embargo, fue retirado a la mitad del siglo XVI para ser sustituido por uno más grande.
El retablo fue vendido a Juan de Arrué, un criollo colimense avecindado en Puebla, que ofreció su colocación en el convento de San Francisco ubicado en Tehuacán. Pero, por un sismo registrado en aquella época, el retablo fue conservado por una década en una bodega.
Tras la espera, el propio Arrué negoció la instalación de ese retablo en el templo de San Juan Bautista en Cuautinchan, que, junto con los de Tepeaca y Tecali, forma parte del “triángulo de oro” de los conventos franciscanos del siglo XVI.
El director del INAH-Puebla, Manuel Villarruel, detectó otros elementos que explican esta compleja relación entre el convento y los sismos.
Según explica, existen otras bóvedas de estilo cañón que muy probablemente sustituyeron una bóveda original y gótica que tuvo que ser reconstruida. Y también se han hallado otros pedazos de bóveda que fueron dañados por el sismo de 1999.
“Entonces no es solo un sismo, son un montón de sismos que ha vivido este templo, que a mi juicio es un ejemplo de la resiliencia”.