Así se conoce al traje típico de las mujeres de Puebla. Pero también a la esclava asiática de nombre Mirra, a quien desde el Porfiriato se le atribuyó su creación.
Cuenta la leyenda que tras ser convertida al catolicismo en Cochín –ciudad india de donde fue raptada por unos piratas portugueses–, a Mirra le fue impuesto el nombre de Catarina de San Juan.
Con ese nombre se conoció en Puebla, donde habría servido como esclava, contraído matrimonio y hasta tomado los hábitos.
A su muerte, Catarina de San Juan fue enterrada en la sacristía del Templo de la Compañía de Jesús, que popularmente se conoce como Tumba de la China Poblana. La china –en aquella época era común utilizar el término “chino” para referirse a personas de ascendencia asiática, independiente de su origen étnico real– como estereotipo de lo mexicano. Y más exactamente, de lo poblano.
Todo un símbolo y toda una representación, que perdura a la fecha, en el teatro, en la música, en el cine, en la memoria colectiva.
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Rodolfo Pérez