Durante la madrugada del 25 de junio de 1767, en todos los colegios jesuitas de la Nueva España, los misioneros de la Compañía de Jesús fueron sorprendidos por las fuerzas armadas del virrey Carlos Francisco de Croix.
Las tropas cumplían con una disposición dictada por el rey Carlos III que no admitía discusión: todos los jesuitas serían expulsados de los dominios de España, y sus propiedades serían confiscadas.
El motivo principal era el peligro que la orden representaba para el rey, por su influencia política, por los bienes acumulados y por su papel como educadores de las élites del imperio español.
Así, los misioneros de todas las provincias del virreinato, Puebla incluida, fueron enviados a Ciudad de México, trasladados después a Veracruz y enviados al destierro en Europa.
La Compañía de Jesús sería restituida en México hasta 1813.
Fotografía: Mediateca INAH