Nueve académicos investigadores explican cuándo, por qué y cómo se crearon las artesanías que más distinguen a Puebla en el país.
Por qué las familias de Amozoc se volvieron expertas en herrería para cabalgadura, cómo se les ocurrió a los artesanos de Izúcar de Matamoros hacer árboles de la vida, por qué son solo mujeres las alfareras de Los Reyes Metzontla, cuándo el papel amate se usa para curar. Ellos tienen las respuestas.
Sintetizan sus hallazgos en el más reciente número de la revista Poblanidades, que edita la Secretaría de Cultura.
El arqueólogo Eduardo Merlo hace un recorrido por el estado, desde su especialidad, y se detiene en la época virreinal. Precisa la exclusividad de producción de talavera y que aquí estuvieron las primeras fundiciones de vidrio, entre otros sellos de distinción de lo poblano.
“Las cúpulas de los templos de todas partes, inclusive de Centro y Sudamérica, salieron de los alfares poblanos y recubrieron cúpulas, lambrines, fachadas, paneles, macetas y vajillas señoriales”, asienta Merlo.
Científica social e historiadora, María Merced Rodríguez Pérez comparte sus entrevistas con artesanos del fierro, el acero y la plata en Amozoc y los entremezcla con una exposición tanto de la llegada de caballos, mulas y asnos a la Nueva España como detalles del herraje y las técnicas utilizadas en el sitio.
La investigadora Libertad Mora describe los usos rituales del papel amate en el sitio donde se creó y elabora: Mbithö, en otomí, San Pablito Pahuatlán en nombre actual. E incrusta el intercambio de usos, técnicas y detalles de los textiles que se realiza con Hidalgo, en la huasteca.
La competencia entre las dos familias de alfareros en Izúcar de Matamoros, los Castillo y los Flores, está relatada en las páginas de Poblanidades por la historiadora María de la Cruz Ríos Yanes.
Socorro de la Vega Doria, arqueóloga, relata el procedimiento y los usos particulares de las mujeres de Los Reyes Metzontla, quienes crean la cerámica sin torno, al modo antiguo, o con él. “Cada paso, cada material, nos cuenta una historia de conocimiento, habilidad, tradición y amor al barro”, afirma sobre las vajillas y utensilios pardos brillantes.
La diseñadora Tatiana Bernáldez comparte su investigación hecha en un grupo de bordadoras de Mextla, en Naupan, que crean prendas en telar de cintura “el instrumento más importante en e arte de tejer en América Latina”, y relata detalles y significados, como el del color del listón que se entrelaza en las trenzas.
El arqueólogo Arnulfo Allende Carrera se ocupa de los artesanos del barrio de La Luz, en Puebla capital, la antropóloga Margarita Piña Loredo revela la vida de los texinques –picadores de piedra– de San Nicolás de los Ranchos y el ingeniero Carlos Álvarez muestra los vericuetos por los que andan las manos de los sombrereros.
IMPULSO A LA MEDIDA
El sector artesanal es uno de los más vulnerables, reconoce el secretario estatal de Cultura, Sergio Vergara, al indicar que el gobierno del estado se ha enfocado en el fomento de su desarrollo económico y social.
La primera acción que realiza consiste en el levantamiento de un padrón de artesanos para conocer las condiciones y necesidades de los productores, a fin de incluirlos en programas de capacitación con habilidades empresariales, por un lado, e innovación y diseño, por otro.
La segunda consiste en fomentar la comercialización a través de ferias, concursos, expoventas y puntos de venta fijos: Juan de Palafox 204 en el Centro Histórico y el Museo del Barroco.
En las dos tiendas se aplica un modelo “que favorece que los propios artesanos autogestionen la venta de sus productos, sin intermediarios”, aseguró el funcionario.