Por: Dulce Liz Moreno
En español se dice “me acuerdo de ti”; en lengua totonaca se dice “te hago crecer en el rostro de mi pecho”.
“Llegué a la ciudad de Puebla” en totonaco es “germinaron las plantas en mi rostro en la ciudad de Puebla.
Así de metafórico es el idioma original de los habitantes de una fracción de la Sierra Norte de Puebla, la región norcentral de Veracruz y una zona de Hidalgo.
“Y los conocimientos, la cultura y las creencias totonacas viven en sus palabras, en su lengua, en la pura oralidad”, asegura Manuel Espinosa Sainos, poeta y locutor bilingüe y traductor nacido en el municipio poblano de Ixtepec.
De cara al Día Internacional de la Lengua Materna –declarado por la UNESCO y la ONU–, que se celebra el próximo lunes, el activista de la lengua y cultura totonacas conversa con este diario sobre la afectación de las políticas públicas en este país sobre la cultura y las comunidades totonacas.
PUNTOS DE VISTA DIVERGENTES
La política pública de México prioriza la extracción mineral sobre el resto de los usos de la tierra.
Lo ratificó la semana pasada la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación interpelada por la comunidad indígena nahua de Tecoltemi sobre la Ley Minera.
En oposición, para la tradición totonaca la supremacía la tienen el agua y la biodiversidad, cuidada por el Dios del Monte cuyo nombre significa “Árbol Viejo” y mantiene la armonía entre la naturaleza y los seres humanos.
“Mineras e hidroeléctricas van por los lugares que hemos cuidado porque ahí está lo verde, el agua y los árboles”, asegura Espinosa Sainos refiriéndose a la llegada de firmas como Gesa, Comexhidro, Gaya, Almaden Minerals, Frisco y Grupo México.
La siembra, bajo la tradición totonaca –igual que en otras culturas prehispánicas– debe ser diversa: maíz, chile, jitomate, cilantro, frijol, calabaza, cebollinas, pápalo, quelites, cacahuate y chayote. Y el cultivo, orgánico desde siempre, puntualiza el entrevistado.
Pero el programa del gobierno federal aplicado en la década de 1960 para producir café convino por el precio de venta a cientos de productores y ello provocó monocultivo y la introducción de fertilizantes químicos, agrega.
De los 14 municipios poblanos con presencia totonaca, sólo en dos juntas auxiliares prevalece la cultura de la siembra diversa: Ignacio de Allende (Atlequizayán) y Ecatlán (Jonotla), señala.
“Son los únicos pueblos que cultivan sin químicos. Hay que comprar muy temprano porque a las 10 de la mañana se les acaba todo; sus productos criollos son los mejores de la región”.
DESPOJO Y DISCRIMINACIÓN
De niño, Manuel Espinosa Sainos usaba la vestimenta tradicional: calzón de manta atado a cintura y tobillos, camisa clara, huarache de correa y sombrero. Pero al entrar a la primaria, y desde entonces en las escuelas, lo obligaron a usar el uniforme: pantalón de nailon, poliéster o dacrón. Fuera el sombrero.
En casa y la colonia, hablaba el idioma totonaco con padres, abuelos y amigos. En las aulas, solo hubo contacto con español en voz de profesores, en los libros, en la escritura.
“Nos educan en una lengua que no es nuestra. El programa oficial es castellanizador: te enseñan español para meterte al programa nacional y te despojan de tu cultura. Es un atentado”, critica.
Y hace el símil: a niños ingleses no los educan en la escuela en idioma japonés.
“Necesitamos una educación indígena de verdad, que enseñe la lengua materna y que las materias se impartan también en el idioma original”.
El resultado del despojo de la vestimenta tradicional y la falta de enseñanza de la lengua materna y la cultura es la carencia de identidad indígena.
El niño pequeño, refiere, habla totonaco antes de entrar a la escuela; pero cuando está en bachillerato, ya no la usa, la mira como segunda lengua y por vergüenza la abandona.
La única solución se encuentra en la educación intercultural. “No es un problema que debamos resolver los indígenas; nos toca a todos y entre todos debemos resolverlo; nosotros no tenemos la culpa de que México sea racista”.
Racista, sí. Porque “ser indígena en este país significa, para los que no lo son, ser pobre, sucio y atrasado”.
Y lo intercultural hace falta en un país tan heterogéneo.
“Nosotros nos vestimos como los no indígenas, oímos su música; ellos no usan nuestra ropa ni conocen nuestra música”.
EXTINCIÓN DE LA LENGUA
El gran problema de que la escolarización ocurra sólo en español es la desaparición de la lengua. Y con ella, la cultura.
Porque no hay libros en totonaco.
“Cuando yo comenzaba a escribir poesía, una persona me preguntó para qué lo hacía si nadie me iba a leer. Ese es un gran problema: no hay material en esta lengua; pero, por ello, hay que producirlo”.
A falta de libros en casa, Manuel Espinosa Sainos indica que padres y abuelos son las bibliotecas. De sus palabras brotaban las creencias y los usos totonacos.
“Con la pandemia, los maestros lamentaron que los papás no se involucren en la enseñanza de sus hijos; en mi cultura hay una pedagogía constante: los padres y abuelos instruyen sobre la naturaleza, la siembra que obedece los ciclos de la luna –que en la cosmovisión totonaca es un ente masculino–, las ceremonias, los rituales en cada etapa de la vida”.
Por ejemplo, si al nacer un bebé, los padres desean que de grande no tema a las alturas y pueda cortar pimienta o volar en la danza más representativa totonaca, deben colocar el cordón umbilical en la parte alta de un árbol. Si, en cambio, no quieren que se exponga al peligro, el cordón debe ser enterrado.
¿Quieren que el siguiente bebé sea niña? Hay que enterrar la placenta con alguna prenda o accesorio de la madre. ¿Quieren varón?, con algo del padre.
“Todo eso se pierde cuando se deja de utilizar la lengua materna. La lengua indígena no se le debe a ninguna institución; persiste gracias a que los hablantes han resistido el despojo. Somos los hablantes los que rompemos la cadena o dejamos que siga”.
Espinosa Sainos asienta que la política pública tiene que cambiar: el apoyo a comunidades indígenas no debe ser sólo con carreteras y caminos, sino con el alma y soporte de las culturas originales: la lengua.
LETRAS MUY NUEVAS
- El soporte escrito de la lengua totonaca es reciente
- Hay siete variedades dialectales de este idioma
- Antes de 1980, alfabetizadores y hablantes usaban diferentes alfabetos para representar los sonidos del habla totonaca de Veracruz y Puebla
- Después de 30 años de investigación, diferentes promotores de la lengua se reunieron en 1983, en Amixtlán, Puebla, y definieron un alfabeto único
- Este alfabeto incluye representación de los sonidos propios de la lengua, que no hay en español: kg, ts, lh, y tl
- En las distintas regiones donde se habla, la lengua totonaca cambia sonidos vocales, el tono y los acentos