La destrucción de un cráneo prehispánico ocurrió porque, igual que el resto de los hallazgos presentados, fueron mostrados sin protección
Mario Galeana y Dulce Liz Moreno
La destrucción de un cráneo de 500 a 700 años de antigüedad en San Andrés Cholula evidenció, el miércoles pasado, que el INAH presenta hallazgos arqueológicos sin las medidas de protección que ordena la norma mexicana sobre investigación arqueológica.
Aunque en sus textos normativos da incluso la instrucción de que personal de seguridad gubernamental escolte los traslados de piezas, carece de protocolo específico para la exhibición.
El Centro INAH-Puebla, en un comunicado, aseguró el jueves que investiga el caso para determinar las causas, delimitar responsabilidades y presentar la denuncia contra quien resulte responsable.
La presentación de piezas fue hecha sin medidas de protección ante el riesgo de que los asistentes tiraran piezas, como ocurrió, o las robaran.
El artículo 12 de los Lineamientos para la investigación arqueológica en México señala obligaciones generales.
“Toda excavación arqueológica deberá contar con los materiales básicos de conservación y personal calificado para su empleo, y así poder preservar cualquier tipo de objeto arqueológico (orgánico e inorgánico), fundamentalmente aquellos que por su fragilidad puedan destruirse, total o parcialmente in situ, en el trasporte y durante su estudio”.
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SIN PROTECCIÓN
La Casa de Cultura “Tlanezcalli”, en el centro, es la sede de trabajo de los arqueólogos que el INAH convocó para realizar el salvamento.
Ahí mismo, el edil Edmundo Tlatehui y los especialistas presentaron a la prensa piezas prehispánicas de cerámica, instrumentos de obsidiana y otros materiales, una vasija con la imagen del dios prehispánico Tláloc y, lo más valioso: osamentas.
Las piezas fueron dispuestas sobre mesas de plástico cubiertas con telas oscuras, a modo de manteles, sin protección ninguna y al alcance de cualquiera, sin vitrinas ni precintos utilizados por museos ni personal de vigilancia.
Uno de los esqueletos elegidos para mostrar –entre los 14 hallados– fue el que más completo tenía el cráneo; se colocó en una mesa contigua a la puerta del lugar.
Después del acto, una persona pasó cerca de la pieza, igual que lo hicieron todas las que habían ingresado a la sala de presentación y salido de ella; pero su mochila tocó y arrastró el cráneo y lo tiró.
El hueso se hizo trizas.
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PROTOCOLOS
En el INAH, las acciones deben ceñirse a tres documentos básicos de operación:
Lineamientos generales para el manejo, destino y depósito de monumentos arqueológicos muebles, los Lineamientos para la investigación arqueológica en México y los Protocolos para la conservación y protección del patrimonio cultural.
Se les llama monumentos arqueológicos muebles a los objetos producto de culturas anteriores al establecimiento de la hispánica, los restos humanos, flora y fauna de esas culturas.
En su artículo 38, los Lineamientos para la investigación arqueológica apuntan que todo el material arqueológico estará bajo la custodia del responsable de la investigación y la institución o dependencia patrocinadora de la misma, “los cuales tomarán las medidas necesarias para su debida conservación”.
En este caso, se trata tanto del INAH Puebla como del Ayuntamiento de San Andrés Cholula; ambos hicieron la presentación de los monumentos.
En tanto, los Protocolos para la Conservación y Protección del Patrimonio Cultural recalcan, en su numeral 9.2, que “todo movimiento de bienes culturales deberá ser custodiado por personal de seguridad (policía auxiliar, federal, estatal, municipal) y en ningún caso saldrá colección sin custodia”.
En su numeral 9.3, los protocolos también establecen que los planes de seguridad del INAH en inmuebles y traslados deben estar coordinados con las autoridades municipales y estatales.
Las primeras disposiciones de los Lineamientos generales consideran una serie de lugares designados para el proceso de investigación y rescate de las piezas, entre los cuales se encuentran las bodegas de tránsito, los laboratorios, las áreas de confinamiento, las áreas de catálogos y consulta documental, los almacenes y las bodegas.
La Casa de Cultura de San Andrés Cholula podría ser considerada una bodega de tránsito.
El capítulo primero de los lineamientos generales especifica que, sea cual sea el lugar designado, “las áreas donde se encuentren los monumentos arqueológicos muebles deben disponer de la superficie e infraestructura suficiente para las funciones requeridas”.
Ninguno de estos ordenamientos emite protocolos para la exhibición.
El sexto de los Lineamientos Generales indica que en intervención, “las características de las áreas deben garantizar la seguridad física” y el décimo primero que “dispongan de la superficie e infraestructura suficiente para las funciones requeridas
MANIFIESTAS, CONDICIONES DE PELIGRO
El destrozo del cráneo prehispánico en San Andrés Cholula es el daño más importante de patrimonio rescatado del que se ha tenido noticia en el país este año.
Y, sin embargo, no es la primera vez que se subraya la falta de medidas de protección a las piezas patrimonio.
El año pasado, el 31 de marzo Pepx Romero, un artista que desarrolla performance, besó y lamió esculturas del Museo Nacional de Antropología en una intervención que tuvo como fin hacer conciencia sobre el valor del patrimonio.
Con tres personas de staff, videograbó esa intervención y la difundió. No era su propósito principal, pero demostró cuán a la mano se encuentra el acervo.
El INAH, criticado en redes sociales con el video viralizado de la acción, aseguró que Romero no hizo daño a los bienes patrimoniales.
En 2018, dentro del Parque Museo de La Venta, en Tabasco, dos visitantes de Indonesia rociaron con aceite 15 esculturas. Fueron detenidos. El INAH explicó que con desengrasante especial podía repararse el daño.