Ayer recibieron los reconocimientos estatales por preservar prácticas y saberes que honran las técnicas ancestrales para curar, hilar, tejer, hacer talavera y música
Tenerlos cerca es un privilegio, dicen sus discípulos, aprendices, clientes y compañeros que los postularon.
Los cinco Tesoros Humanos Vivos que ayer recibieron esa distinción estatal, además de poner en práctica sus saberes heredados los comparten y enseñan.
Doña Gregoria Rojas Boleaga conoce todos los secretos de los agaves. Sabe cómo encontrar y extraer sus fibras.
Y con sus instrumentos, hace hilo y en telar de cintura crea ayates que duran años de trajín.
Igual que sus vecinas, en San Pedro Benito Juárez, la comunidad asentada a pocos pasos del cráter del Popocatépetl, ella usa la pañoleta colorida en la cabeza y con ella y su mandil bordado recibió ayer su reconocimiento enmarcado.
Basta echarle un vistazo al atuendo para calcular la precisión con que trabaja Doña Silvestrina Mejía Andrade.
Llegó a la Casa de la Cultura de Puebla, a la ceremonia que realizó la Secretaría de Cultura estatal, con un rebozo color hueso como pieza estrella, en contraste sobre su falda larga negra.
Ella carda las ovejas, hace el hilo, lo teje y crea prendas por las que no pasa el frío.
También vive al pie del volcán, pero en Tochimilco.
Completan el quinteto de tesoros generosos Don César Torres Ramírez, experto creador de talavera en Puebla capital, el violinista Luis Petla de Ajalpan y Doña Francisca Moreno Fuentes, personaje popular de Huaquechula y sus alrededores.
Ella se dedica a curar como se hacía hace 600 años. Con hierbas y tratamientos tradicionales. Su fuerte: el ritual de la sombra, para quitar el mal de espanto.
¡QUÉ GUARDIANES!
Merecen esta distinción los mayores de 70 años que:
- Promuevan o preserven elementos del patrimonio cultural
- Sean reconocidos en sus comunidades Sean divulgadores de los saberes y las tradiciones que desarrollan
- Inspiren a otras personas