Mario Galeana
Parece contradictorio pensar en un tesoro que no puede ser tocado, pero esas son justamente las prácticas, los saberes y las técnicas que son considerados Patrimonio Cultural Inmaterial.
Hace 19 años, la Convención de la Unesco hizo un decreto para preservar este tipo de tesoros. Al ser inmateriales son también más frágiles, pues el tiempo puede contribuir a su extinción.
En Puebla hay 11 tesoros vivos de esta clase; son danzas, técnicas, lenguas, ceremonias y costumbres que proporcionan a las comunidades un sentimiento de identidad, favorecen el bienestar social y son, al mismo tiempo, saberes tradicionales que han sido preservados de generación en generación.
LAS LENGUAS
El Ngiwa y tutunakú son dos lenguas indígenas que tienen un riesgo mediano y no inmediato de desaparición, respectivamente.
El Ngiwa tiene cuatro variantes lingüísticas y se habla solo en el estado de Puebla. Según la Encuesta Intercensal 2015 del Inegi, hace siete años había al menos 18 mil 2016 hablantes. También tiene una estrecha relación con la lengua Ngiba (chocholteco), que se habla en el estado de Oaxaca, y a pesar de que es una lengua indígena aparentemente vital, necesita difusión audiovisual y material lingüístico.
El tutunakú, mientras tanto, se habla en 37 municipios de la Sierra Norte Puebla y en 24 municipios de Veracruz. Es una lengua que pertenece a la familia lingüística Totonaco-tepehua, de la cual existen siete variantes. La lengua totonaca se compone por los términos tu’tu o a’ktu’tu, referente al número “tres” y nacu’ que significa “corazón”.
LOS TEXTILES Y LOS TEJIDOS
La tradición textil en Puebla, sobre todo en regiones del norte del estado, también es considerada patrimonio cultural inmaterial.
El tejido en telar de cintura y telar de pedal con aplicación de bordado que se realiza en Hueyapan, en la sierra nororiental, es también un tesoro porque es parte de la historia colectiva de la comunidad. Los rebozos, chales y jorongos que elaboran son decorados con símbolos iconográficos antiguos, como los árboles de la vida.
El principal riesgo de este patrimonio inmaterial es que no hay registro escrito de los saberes o los íconos que se bordan en las prendas, según el Sistema de Información Cultural del gobierno federal.
Los textiles de lana en telar de pedal que se elaboran en Zacatlán, Tetela de Ocampo y Hueyapan también son patrimonio, pero el riesgo radica en que existen muy pocos maestros artesanos y a los jóvenes no se les enseña esta técnica artesanal.
Para elaborar estos textiles, primero se realiza el trasquilado de borregos y la lana es cardada e hilada a mano. Para construir el telar se requiere atención y esfuerzo por parte del artesano, que hila con meticulosidad para formar cotones, gabanes y otras prendas con diseños de animales, herraduras, grecas, flores y sombreros.
En tanto, el bordado en pepenado es común entre las comunidades nahuas del estado de Puebla, sobre todo en San Miguel Tenango, una comunidad en Zacatlán.
El bordado en pepenado o hilván son tiras bordadas sobre el cuello o espalda de busas de tela de algodón; el nombre se refiere a que, al momento de bordar la blusa, esta se frunce o pepena para luego jalar el hilo.
El principal riesgo de esta técnica artesanal, según el SIC, es que los bordados actualmente suelen ser elaborados con materiales sintéticos y la población joven ya casi no usa la vestimenta tradicional.
En la última tradición textil que es considera patrimonio inmaterial se insertan las blusas bordadas de Necaxaltepetl, Ahuacatlán, Paptlazolco, Cuacuila y Chachahuantla, que también se encuentran en la sierra norte.
Esta es parte de la indumentaria indígena y las técnicas de elaboración, que consiste en la puntada de hilván, se transmiten de generación en generación. Con la puntada de hilván se forman figuras sobre la superficie de la tela, que suelen ser rosas y claveles, perros y pájaros, o la Virgen de Guadalupe.
LA MÚSICA: LOS SONES DE COSTUMBRE
En Puebla hay por lo menos 36 municipios en donde se tocan sones de costumbre, que tienen su antecedente en las prácticas musicales empleadas en los rituales prehispánicos vinculados con la siembra y cosecha del maíz.
Con la conquista, los misioneros consideraron que esta música ayudaba a mantener las creencias y supersticiones de los pueblos prehispánicos y, para acabar con estas prácticas, inculcaron formas europeas de enseñanza musical.
Esta combinación dio pie a que en regiones indígenas y comunidades rurales mestizas surgieran variantes musicales que aún estaban ligadas a los ciclos ceremoniales vinculados con la producción agrícola.
Los sones de costumbres suelen ser interpretados por el trío Huasteco, que se conforma de violín, la jarana y la huapanguera, pero también pueden incluirse arpas, rabeles, jaranas, guitarras, flautas de carrizo, tambores, conchas de tortuga, teponaztlis y trompetas de caracol.
DANZAS, CEREMONIAS Y ESPECTÁCULOS
En la Mixteca, existe una manifestación cultural denominada maroma o circo campesino, que son presentaciones que solían hacerse durante fiestas tradicionales de las comunidades indígenas.
Consistían en ocho o 12 personas que realizaban números circenses, como caminar sobre alambras, girar sobre una barra metálica, hacer acrobacias en trapecios y, en general, números de alto riesgo de peligrosidad.
Según el SIC, estos espectáculos fueron muy populares en municipios de la Mixteca de Puebla y Oaxaca durante el siglo XIX, y en la actualidad sólo hay un grupo que está a punto de desaparecer debido a que sólo está integrado por personas mayores.
Hace 12 años, las autoridades de cultura realizaron un encuentro de compañías de maromeros en la comunidad de El Rosario Micaltepec, en Petlalcingo, y desde entonces advertían que los jóvenes no querían integrarse a estas actividades y que tampoco las autoridades locales incentivaban el interés de las personas por recrearlas.
La Danza de los Tecuanes de Acatlán de Osorio, también en la Mixteca, es otro patrimonio cultural inmaterial. Se trata de danzas en las que participan hasta 40 personas, en donde la figura principal es el tecuan, tecuani o tecua (jaguar, “el devorador de hombres”).
Esta danza gira en torno a una leyenda en la que dos tribus se acusaron mutuamente de dañar a su ganado, hasta que se dieron cuenta de que el responsable era un jaguar. Entonces decidieron poner trampas en contra del animal.
Esa es precisamente la danza: una cacería, una persecución, un baile en el que se mezclan la naturaleza, dios, el diablo e incluso la magia.
La danza se presenta en Acatlán el domingo previo al 24 de octubre, que es día de San Rafael Arcángel, el patrono principal de la comunidad. También se presenta el día 2 de noviembre en el panteón municipal de Acatlán.
La lista de patrimonio inmaterial la completan las ceremonias rituales del volador en municipios de la sierra norte, como Pahuatlán, Cuetzalan, Tenampulco, Huauchinango, Naupan y Honey
Para las autoridades es difícil determinar en dónde se originó, pero se tiene conocimiento de que esta se remonta al año 600 antes de Cristo.
El ritual fue ampliamente difundido en Mesoamérica, pues sintetizaba el precepto filosófico del tiempo y el espacio. También se le asocia con la fertilidad, que está representada en el descenso de los danzantes, que simbolizan la caída de la lluvia.
Es, sobre todo, una danza en las alturas: a más de 20 metros, el caporal coordina el ritual armado de un tambor y una flauta; los danzantes saltan al vacío, sujetados por la cintura, y giran 13 veces cada uno de ellos, lo que multiplicado por los cuatro voladores da 52: el ciclo de 52 años del calendario indígena.
LA TALAVERA POBLANA
La cerámica de talavera es, como se sabe, el último de los tesoros intangibles de Puebla. Su declaración como patrimonio inmaterial ocurrió en 2019 con el objetivo de preservar su técnica, que depende de los únicos nueve talleres certificados oficialmente.
La fabricación de la talavera puede ser considerada una apuesta contra el tiempo: entre triturar el barro, moldearlo, convertirlo en cerámica, cocerla o dejarla secar por meses, decorarla, hornearla de nuevo y finalmente venderla, hay un proceso irrepetible que dura demasiado tiempo en una época caracterizada por lo instantáneo.
La tradición comenzó durante el siglo XVI y sus técnicas, procesos, herramientas y materiales han perdurado durante todo ese tiempo; los talleres y artesanos han salvaguardado las fórmulas de preparación de esmaltes y óxidos, así como del decorado de piezas y formas únicas.
INVENTARIO
Danzas, ceremonias y rituales:
- Danza de los Tecuanes (Acatlán de Osorio)
- Ceremonia ritual del volcador en Pahuatlán, Cuetzalan, Tenampulco, Huauchinango, Naupan y Honey
- La maroma o circo campesino en la región mixteca
Textiles
- Textiles de lana en telar de pedal en Zacatlán, Tetela de Ocampo y Hueyapan
- Tejido en telar de cintura y telar de pedal con aplicación de bordado en Hueyapan
- Blusa bordada en Necaxaltepetl, Ahuacatlán, Papatlazolco, Cuacuila y Chachahuantla
- Bordado en pepenado en San Miguel Tenango
Sonidos
- Sones de costumbre (en municipios de la región de la Sierra Norte)
Lenguas
- Tutunakú (Sierra Norte)
- Ngixa (popoloca, Sierra Norte)
Cerámica
11. Talavera poblana