Por: Mario Galeana
A la luz del presente, cuesta imaginar un día en que el dinero no valga nada. Pero los pueblos de la región de Cholula han logrado mantener, durante miles de años, un día en el que palabra y los productos que cosechan representan más que la denominación de cualquier billete.
Se trata del día del trueque de San Pedro de Cholula, que suele celebrarse cada 8 de septiembre, y que podría ser declarado Patrimonio Estatal de Puebla durante los próximos meses.
Hoy, 10 de junio, la Secretaría de Cultura del estado iniciará una serie de foros abiertos en los que se discutirán los valores culturales del trueque cholulteca, luego de una solicitud hecha por el Congreso local hace un año para dar la declaratoria de patrimonio a esta práctica prehispánica.
El día del trueque se practica en el marco de las celebraciones por la Virgen de los Remedios, la imagen que corona la pirámide y la más venerada entre los municipios y localidades de la región.
Pero, mucho antes, las celebraciones se hacían en torno a Quetzalcóatl representaban un despliegue de la riqueza y la grandeza de Cholula, como apuntó el historiador y religioso español Fray Diego Durán, en Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme.
Esto prueba que el trueque en Cholula ha sido una tradición prehispánica ininterrumpida que convocaba, como ahora, a comerciantes de los pueblos vecinos, pero también de otros estados, de acuerdo con Sergio Suárez Cruz, coordinador de la sección de arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Puebla.
“Se usaban como medio de cambio los granos de cacao, las mantas de algodón, las hachas de cobre, los cascabeles de cobre, las cuentas de piedras preciosas, la sal y las cañas de pluma de ave. El hecho de ver todos estos productos en un solo mercado implicaba que había un comercio a largas distancias. Es algo de lo que podemos ver todavía hoy”, explica.
Parte de todo este intercambio puede observarse en los caracoles marinos y en las estrellas de mar que bordean el Patio de los Altares dentro de la pirámide, así como en los utensilios de cerámicas de pasta naranja que eran diferentes a la alfarería de los pueblos locales.
Más allá de los objetos tangibles, el trueque en Cholula significaba también el intercambio de conocimientos y saberes entre comerciantes que recorrían largas distancias hasta llegar ahí.
“Junto con las mercancías viajaban también las ideas y las costumbres”, agrega Suárez. “No es difícil imaginar que los comerciantes llevaban consigo conocimientos de astronomía, medicina y matemáticas que compartían con sus interlocutores. El mercado era más que un tianguis de mercancías”.
ACTUALIDAD
Se estima que en la actualidad más de 5 mil personas acuden al trueque de Cholula el 8 de septiembre. El tiempo ha dado un tamiz distinto a la feria, donde se mezclan los juegos mecánicos o la música banda, pero se mantiene la esencia del intercambio.
“Hoy conviven dos tipos de eventos: por un lado la feria regional, que es un espacio cerrado, donde se compran productos eléctricos y mecanizados, eventos musicales y peleas de gallos; y existe la otra feria, que alberga campesinos que visitan a la Virgen y que luego van al zócalo de la ciudad a intercambiar sus productos”, indica Suárez.
A decir del arqueólogo, muchos productores acuden a esta actividad a intercambiar sus productos para que no acabe la tradición.
El antropólogo social Sebastián Licona Gámez llevó a cabo un trabajo etnográfico sobre el trueque, al que dedicó un capítulo en el libro Cholula: Ciudad dual, sagrada y cosmopolita, publicado por la BUAP.
Allí explica que existen por lo menos tres tipos de trueque que reúnen bienes agrícolas, bienes manufacturados e industriales.
En el contexto de la pandemia por COVID-19, organizaciones han pugnado por voltear hacia las tradiciones cholultecas como remedio para paliar la desigualdad.
La directora del Laboratorio de innovación Económica y Social (Laines) de la Ibero Puebla, Marcela Ibarra, explicó que la crisis económica ha generado momentáneamente un aumento en el intercambio de bienes a través de plataformas digitales.
Y esto se refleja, por ejemplo, en grupos de Facebook que intercambian muebles, comida y otros bienes.
El trueque –está visto– permanecerá por mucho tiempo.