Luisa Julieta Escobar es esposa, madre de una niña, un niño y dos perrhijos, también doctorando y docente, pero cuando se pone sus tenis para correr se convierte en la China Poblana Corre con Causa, personaje con el cual ayuda a la fundación Camina Junto a Mí, que se encarga de auxiliar a niños que sufren Síndrome de West, padecimiento que tuvo su hija.
Con cinco años siendo trotadora y más de 100 carreras en su haber, la China Poblana Con Causa ha pasado del dolor por la enfermedad de su pequeña y la depresión por una pérdida, a la alegría de un milagro y la satisfacción de ayudar haciendo lo que le gusta, además de mostrar orgullosa sus raíces.
EL RUNNING LA LLENÓ DE VIDA
La vida de Julieta tuvo un giro en 2015, cuando le diagnosticaron a su pequeña el Síndrome de West, un mal que aqueja a una reducida porción de la población infantil en el mundo, con la que sufren continuos ataques de epilepsia que le van degradando sus capacidades motoras y genera un déficit cognitivo.
“En 2015 le detectaron a mi hija, a los ocho meses de edad, una enfermedad muy rara. Le detectaron síndrome de West, entonces empezó a perder muchos logros que ya había tenido como el sentarse, llorar, reír, se le olvidó todo eso, es una enfermedad que se le llama ‘el pequeño gran mal’, porque al pequeñito lo va marchitando en vida, entonces mi esposo y yo la llevamos con diferentes médicos, yo dejé el trabajo, dejé todo para verla a ella”, recordó.
Con este diagnóstico comenzó un viacrucis para ella y su esposo, que la llevó a manejar altos niveles de estrés, los cuales comenzó a controlar mediante el running.
“Fue un giro de 360 grados, porque yo no corría nada, no hacía ejercicio tan fuerte como el
running, porque desde pequeña me diagnosticaron asma, entonces llevé una vida muy controlada y nunca me atreví hasta que mi hija se enfermó y mi esposo me vio tan estresada que me dijo que hiciera algo que me relajara, entonces un día me salí como a las 6:00 de la mañana a correr con mi pug como loca y me empecé a llenar de vida, ahí entendí que debemos hacer cosas que te llenan, que a pesar de que estas viviendo un dolor muy fuerte, tienes que hacer algo para ti, además siempre tuvimos la esperanza de que mi hija iba a salir adelante y mi esposo me decía que el día que Emilia saliera adelante yo iba a ser la que se iba a enfermar, porque estaba metida en mucho estrés”, comentó.
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CORRIÓ SU PRIMER MARATÓN POR EL MILAGRO
Del estrés por el duro momento que estaba viviendo, le llegó la motivación y con apenas un año de entrenamiento se lanzó a sus primeras pruebas de fondo.
La magia de su primera carrera la llevó a tomar sus pruebas como un sacrificio a cambio de recibir un milagro, en específico, el de la salud de su hija Emilia. Fue así que llegó la decisión de prepararse para correr el Maratón de Puebla de 2016, el cual corrió con la imagen de su niña en el pecho y las piernas llenas de la energía, que ella le irradiaba por su favorable evolución.
“Más de un año seguimos con la enfermedad de nuestra hija y yo entrenando, un poquito antes logré el Medio Maratón de San Andrés Cholula que hacen por el Día de Padre y ese día me planté correr el Maratón de Puebla, que se hace en noviembre, y que todo ese esfuerzo, todo el entreno y sacrifico fuera a favor de la salud de mi hija, le decía a Diosito que estaba haciendo un sacrificio y que me ayudara por favor a que mi hija sane, leí una historia por ahí que había un milagro de un paciente con Síndrome de West y entonces me aferre a que mi hija podría ser una niña milagro”.
Los 42.195 kilómetros que recorrió se convirtieron en una liberación para ella, mientras que su llegada a la meta la transformaron en un momento familiar.
“La evolución que iba teniendo mi hija me iba motivando a llegar al milagro, aunque la enfermedad la tuvimos en secreto mi esposo y yo porque la gente como que lo veía mal, entonces no queríamos que vieran feo a nuestra familia y queríamos ser dueños de nuestras decisiones, pero ya cuando estaba cerca el maratón no me pude quitar la espinita y lo abrí públicamente en Facebook, que iba a correr por la salud de mi hija y que esperaba lograr mi primer maratón, el cual lo empecé con todo el nervio, pero ya cuando me faltaban 100 metros para llegar a la meta, mi esposo y mi hija me esperaron ahí y cruzamos juntos los tres”.
“A los 20 días después del maratón tuvimos la consulta con el neurólogo y mis hermanas empezaron una campaña en redes con la que a nivel nacional la gente empezó a mandar recaditos con el hashtag #EstoyConEmilia, #ByeWest, nos llegó un sinfín de fotos pidiendo por mi hija, entonces fue de esas cosas increíbles, y en esa consulta el doctor sin saber nada de esto, nos dijo: ‘Saben qué, Bye West es un milagro, su hija ya no tiene síndrome de West”, señaló.
DE LA DEPRESIÓN A SER CORREDORA CON CAUSA
Pero cuando parecía que todo sería color de rosa para la nueva maratonista, se le presentó otra desgracia.
“Cuando mi hija sanó me concentré en retomar la vida, buscar trabajo y demás, y también pensamos en un hermani
to para Emilia, pero nos sucedió otra situación complicada porque perdimos un bebé, son de esas cosas duras que pasas, ese tiempo estuve muy espantada, metida en mi dolor, pero el ver a mi hija sonreír, caminar, ir al kínder, me ayudó a levantarme”, dijo.
Volvió a calzarse los tenis para tener una preparación exprés pensando en el Maratón de Ciudad de México, el cual marcó su primer evento con causa.
“Después de ese golpe tan fuerte, una sobrinita enfermó de un tumor y dije: ‘Mi bebé ya no está, pero puedo correr por ella’, y empecé no sólo a correr por mi hija sino por Valentina, otra chiquitina que es de la familia, y así logré mi primer Maratón de Ciudad de México, que como me acababa de levantar de cama después de esa pérdida, tuve poco tiempo para prepararme desde cero, cuatro meses justitos, lo logramos y así fue cómo me surgió la espinita de correr por más niños”.
Fue entonces que inició su búsqueda para dar con alguna fundación que le permitiera colaborar a través de sus kilómetros recorridos.
“Después de eso comencé a buscar una fundación que me permitiera acercarme a los papás de los pequeñitos, pero no encontré una específica en Síndrome de West, hasta que por Facebook no sé quién me etiquetó y conocí a la Fundación Camina Junto a Mí, la chequé y me di cuenta que el hermano de la fundadora hizo un ultra maratón en Europa para recaudar fondos, les empecé a escribir, pero no me hacían caso, por lo que pensé que tenía que correr para llamar su atención, para que me conocieran, y fue así que pensé en correr vestida como la China Poblana”, indicó.
UN AÑO CORRIENDO COMO CHINA POBLANA
Así, creó el personaje que le ha brindado la oportunidad de ayudar, con el que se ha presentado a sus carreras desde 2019.
“Causó mucho impacto a la gente verme vestida de China Poblana con el número puesto, era una carrera Bimbo, la gente se acercó y me pedía fotos, me sentía rara, la gente empezaba a ubicarme y yo saqué mi póster para que vieran mis motivos y que me buscaran en mi página de Facebook para que conocieran nuestras causas. Así, después de las primeras carreras, volví a escribirle a la fundación diciendo: ‘Soy la China Poblana que Corre por Causa’, y ahí me empezaron a contestar”.
Fue hasta ese momento que Julieta Escobar conoció a fondo
la realidad de la enfermedad en el país.
“Conocí a los integrantes de la fundación en una carrera en México, conocí a Sebas, el pequeñito que es la inspiración de su mamá para crear la fundación. En realidad, son pocos los casos con Síndrome de West, pero son más de 100 familias a nivel nacional, y unas 10 de Puebla, las que están inscritas en la fundación que es única en el país”, precisó.
A partir de eso, se comprometió a lograr una causa por año con el fin de apoyar.
“Cuando mi hija estaba enferma yo decía: ‘¿por qué a mi hija?’ y lloré mil veces por pensar en la calidad de vida iba a llevar, pero hoy entiendo el para qué nos pasó eso, porque hoy mi hija es mi inspiración para correr con causa, ahora con la fundación hemos trabajado varios propósitos, tengo una causa al año en donde yo corro una carrera muy larga y cada kilómetro tengo un monto en donativo para poder comprar sillas de ruedas especiales para los niños con Síndrome de West, cada una cuesta 22 mil pesos, son caras porque las traen de Estados Unidos, este año no pudimos hacerlo, pero el pasado sí y les entregamos sus sillas a Eder y a Said”, dijo.
Pero su labor altruista no termina ahí, ya que también se dedica a acopiar donativos para poder comprar medicamentos.
“También hacemos recaudación de medicamentos, ese lo hago una o dos veces al año, si la gente me empieza a entregar medicamentos va directo a la fundación. Tengo otra campaña en la que por un donativo se le entrega unos ositos de tela a las personas, así la gente va depositando a la fundación”, apuntó.
CORRER COMO CHINA POBLANA, TODO UN ARTE
Y si el simple hecho de lograr un maratón es para destacar y reconocer, el hacerlo ataviada como China Poblana lo vuelve un arte.
“Cuando corro como China Poblana voy con la mejor actitud, me ha costado cómo manejar el traje porque pesa mucho, entonces tengo que hacer una zancada correcta para que vaya en equilibrio mi tren inferior con el superior, ese es mi mayor reto, por eso recibo entrenamiento para ayudarme y no lesionarme sobre todo”.
“Mis tenis son normales, específicos para corredora, pero la falda es la tradicional con lentejuelas, que lo que hago es no permitir que se pise al frente, por eso trato que la fajilla quede apretadísima para que no se mueva y así no se me atore la lentejuela. La blusa la tengo muy estudiada porque es con la que he corrido siempre, es la típica bordada, y de tanto uso ya no me roza. Para prepararme como China Poblana me tengo que levantar muy temprano, mucho antes que cualquier corredor la verdad, y lo que hago en las carreras presenciales es irme medio lista y donde se queda el coche termino de arreglarme. El hecho de llevar el traje típico a la gente le emociona y estoy orgullosa porque es llevar mis raíces a otros lugares, cuando corro trato de sonreír, aunque esté cansada y me esté muriendo siempre tengo una cara con una sonrisa”, declaró.
CORRIÓ EL MARATÓN VIRTUAL DE NY CON CUBREBOCAS
Como en su momento se supo adaptar a las adversidades de la vida, ahora también se hizo parte de la nueva normalidad para el atletismo, debido a la pandemia, con carreras virtuales, modalidad en la que ha participado en más de 50 pruebas, aunque ninguna tan demandante como el Maratón de Nueva York.
“Hace más de un mes hice el Maratón de Nueva York, no me fue tan bien como a mí me hubiera gustado, fue muy fuerte porque yo no había corrido en la calle y aunque he estado entrenando tuve que salir y correrla con cubrebocas. Hice la distancia en el Parque Metropolitano sola, sin familia, sin apoyo, cada ocho kilómetros regresaba al estacionamiento para abastecerme y regresaba, haciendo el mismo circuito cinco veces para completar los 42 kilómetros”, comentó.
Pensando en cuidarse a ella y a su familia, tomó la decisión de correr con cubrebocas, algo que mermó su rendimiento debido a que le restó oxigenación, aunque todo esto le ayudó a su vez a conocer su nuevo límite.
“Primero usé un cubrebocas de tela que no me sirvió porque se me bajaba, entonces usé el quirúrgico y las veces que regresaba al coche cambiaba uno nuevo porque cuando se moja pierde su utilidad. Empecé el maratón como 6:20 de la mañana y me hice 5 horas 25 minutos, fue muchísimo tiempo, pero mi sueño era correr este maratón, aunque lo quería hacer en Nueva York por la pandemia cambiaron la modalidad, y me inscribí pensando que era como los demás, pero no permitieron caminadoras, tenía que ser un lugar con GPS y pues tuve que salir, por eso el cubrebocas me restó oxigenación, la hidratación también me restó, además de una molestia en rodilla, pero todo eso me sirvió para conocer un nuevo límite”.
“El correr como China Poblana me genera muchas emociones, tengo el pasado muy fresco para que me motive a futuro, cada que voy corriendo tengo las imágenes plasmadas de los pequeñitos por los que estoy corriendo, la de mi hija sin duda, que ahora toca el violín, toma cursos a distancia de hawaiano, de robótica, estuvo en gimnasia, la verdad es una niña sorprendente, yo me acuerdo de todo lo que hemos pasado y lo que ha logrado y me motiva a seguir corriendo por más pequeñitos, y si la gente se emociona y saluda yo también y hago que grite, la idea es llevar mucha energía, siempre corro con una sonrisa, quiero ser ejemplo para la sociedad y las siguientes generaciones, quiero que un día mi hija diga: ‘Mi mamá corrió así por este motivo’, sueño con eso, que ella algún día siga esos pasos”, dijo.