Un día como hoy, pero de hace 37 años, el Club Puebla probó por primera vez la gloria deportiva al conseguir el título de Liga de la temporada 1982-1983 tras vencer en la final a Chivas en un partido que se fue hasta la tanda de penales que terminó 7 a 6 con triunfo para la Franja siendo Luis Enrique Fernández el autor de la pena máxima definitiva.
El domingo 29 de mayo de 1983, el estadio Cuauhtémoc, aún sin las rampas que serían construidas previo al Mundial de 1986, se vistió de plácemes para recibir el juego de vuelta de la final ante el Rebaño, luego de la ida disputada en el estadio Jalisco en la que el local había tomado ventaja de 2 a 1.
La Franja se codeaba con la grandeza por primera vez en su historia casi cuarenta años después de su fundación en 1944, lapso en el que las Copas obtenidas en 1945 y 1953 eran las únicas que habitaban su sala de trofeos, mientras que Chivas ya era la institución que movía masas dentro del futbol mexicano y buscaba su noveno título.
Dirigidos por Manuel Lapuente, los poblanos libraron una dura temporada en la que arrancaron con los pronósticos en contra debido a la falta de estrellas de su plantel, a excepción del brasileño Muricy Ramalho y el ecuatoriano Ítalo Estupiñán, pero conforme avanzaron las jornadas se fue confirmando como un contendiente al título.
Clasificando como tercer lugar general, se metió a la Liguilla para eliminar en primera instancia a Tecos por marcador global de 6 a 3, mientras que en la antesala de la final hizo lo propio con Leones Negros en un apretado 4 a 3.
Por ende, ese encuentro decisivo en suelo poblano ante el Guadalajara fue una oportunidad de oro que los blanquiazules no desperdiciaron. Ante los ojos de aficionados que horas antes del partido ya habían abarrotado las gradas, el Puebla empató el global instantes antes de acabar el primer tiempo con un disparo de Arturo ‘Mango’ Orozco que se desvío en Demetrio Madero y se incrustó en la portería de Celestino Morales.
El partido fue muy ríspido con más llegadas del Puebla que de Chivas; sin embargo, el marcador ya no se movió gracias al cancerbero del chiverío, y todo se decidió en la tanda de penales que se hizo casi eterna.
Siendo la portería sur la elegida para los penales, cada uno anotó los primeros tres tiros, pero después llegó la falla de Rizo por Chivas y Paul Moreno por el Puebla, mientras que en la muerte subirá, el rojiblanco Sergio Lugo y el blanquiazul Antonio de la Torre también erraron, dejando todo en a la novena tanda, en la que Demetrio Madero volvió a ser villano y no acertó el tiro, poniéndole la mesa lista a Luis Enrique Fernández, quien con un excelso cobro le dio el título al Puebla.
Los hombres que escribieron con letras de oro su nombre en la historia del Puebla fueron los porteros Pedro Soto y Moisés Camacho, los defensores Arturo Álvarez, Luis Enrique Fernández, el chileno Nelson Sanhueza, Héctor Rosete y Arturo Orozco, los mediocampistas Raúl Arias, Antonio de la Torre, Ángel Ramos, Muricy Ramalho, Juan Alvarado, y los atacantes Paul Moreno, José Ceballos e Ítalo Estupiñán.
Está victoria marcó el inicio de una década que puso al Puebla en los laureles del futbol mexicano ya que logró sus mayores éxitos como el campeonísimo con liga y copa en 1990, campeón de la Concacaf en 1991, y una copa más en 1988.