2, 2 y 2
Daniel Aguilar / Twitter: @Danny_aguilarm
Lo diré siempre: el beisbol es caprichoso y elegante. Cuando quiere te da todo, pero cuando no, no importa lo que hagas, no te saldrá nada. De esos casos cuando el bateo hace contactos fuertes y sólidos… directo a las manos. Sus caprichos y elegancia podemos verlos reflejados cuando un lanzador tira el No-No; así como Musgrove.
Joe Musgrove es el mejor cambio que han hecho los Padres para este año, si es que buscan aspirar a algo, se lo dije en su momento a mis amigos Rames Alle y Manuel de la Torre: “Es mejor refuerzo que Snell y Darvish”. No presumiré ser experto de nada, nadie descubre el hilo negro, me iré por la lógica: Snell debe adaptarse al Viejo Circuito y Darvish es un nipón más que al menos a mí no me impresiona, “equis” –dirían los chavos de ahora–.
Desde que estaban Andrew McCutchen y Gerrit Cole en sus filas, los Piratas han sido para mí un equipo que aspiraba a cosas grandes, los movimientos recientes de Taillon y Musgrove me aterrizaron a la realidad de ahora.
Ese proyecto siempre me gustó para que culminara en octubre, siento que cuando más cerca estuvieron se toparon con pared, más bien, se encontraron a un monstruo de nombre Madison y apellido Bumgarner; otra historia más de la elegancia de la pelota en los juegos de comodín.
Pittsburgh tuvo grandes novenas, que nos hacían soñar a varios, así como los equipos de Billy Beane en Oakland, pero que por alguna razón no lograban culminar el proyecto con el título. Habrá quien diga que esos equipos para eso son, pero no lo creo, tiene más que sólo ver partir a sus lanzadores y jugadores insignia.
Hay algo que no se ve en las estadísticas y eso nos lleva a otra frase que he dicho por años: los novatos ganan partidos, las leyendas campeonatos.
Volviendo al tema de Musgrove, la pelota guarda secretos que difícilmente la lógica y la ciencia pueden explicar, en su magia el beisbol tiene momentos ya escritos, sólo se necesita el protagonista indicado. Joe, nativo de San Diego y fanático de los frailes sabía perfectamente que en la historia del equipo nadie había logrado la hazaña.
Y como si hubiera sido escrito por un gran novelista, el lanzador subió a la loma con el uniforme del equipo de la ciudad donde creció. Los Padres eran aparte la única novena en activo que no contaba con un juego sin hit, un dato frío que nadie quisiera presumir.
Para lograr este tipo de hazañas debe haber magia todo el tiempo en el diamante, voy a insistir y perdón por el romanticismo. El último juego sin hit, lanzado en 2020 por Alec Mills, tuvo algo en común: el receptor. Víctor Caratini estuvo detrás del plato el 13 de septiembre haciendo la batería que conseguía la hazaña, este viernes lo repitió. El libreto se escribió como lo ha sido siempre en el beisbol… caprichoso elegante.
LA ERA DE JANSEN Y LA NECEDAD DE ROBERTS
Todos tenemos malos pensamientos sobre por qué Dave Roberts le seguía confiando los juegos a Jansen.
Cuando la situación se vio al límite, en octubre pasado, al fin lo tuvo que bajar, pero regresó su necedad y hasta Trevor Bauer ya padeció el ver su enorme actuación tirada a la basura.
Otros de los cambios que también vi con buenos ojos fue la llegada de Knebel a los Dodgers, sí, me hubiera gustado ver al mexicano Osuna con el uniforme del campeón y estar al lado del culichi y el nayarita, pero el ser cerrador del actual monarca no es cosa fácil. Mucho menos si eres tan ineficiente como el de Curazao.
Knebel fue parte un bullpen que Counsell manejaba de manera magistral, rara, muy rara, pero la manera de llevarlo era de aplaudir.
Hoy los fanáticos de los Dodgers pueden estar tranquilos, en Corey Knebel tienen el dueño del noveno rollo.
Alguien que sube, cumple y se va a la caseta con la satisfacción de haber hecho su trabajo de la mejor manera, no con actitudes que, bueno, ya lo he dicho. Cuando la pelota se vuelve caprichosa te va a cobrar una pequeña factura.
LOS ANILLOS
Por último, y lo digo abiertamente, se siente bien bonito ver cuando le entregan el anillo de campeón a un pelotero mexicano. Esa satisfacción de ser el deporte que más paisanos exporta a la mejor liga del mundo y los pone en el mapa, para que la bandera nacional se haga presente en los mejores momentos.
Recuerdo esa noche, cuando Patricio Aguilar me prometió una estatua afuera de la Liga Zaragoza (que sigo esperando) si sucedía algo especial para este país. Dije que el juego del título de los Dodgers lo ganaba Víctor y lo salvaba Julio. Insisto, no soy experto en nada, ni brujo, mentiría que le di una lectura al juego y lo predije. No, era la emoción de ver a los mexicanos triunfar, ahí están los hechos, lo hicieron y ahora tienen sus anillos, algo que nadie les va a quitar.
Así es y será por siempre la pelota, caprichosa y elegante. Porque como diría Billy “es difícil no sentirse romántico con el beisbol “.