Jesús Peña
El Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza cumple 70 años, en los cuales ha pasado de la gloria al olvido, del rescate a la indiferencia, al ostracismo de los actos masivos en la capital de Puebla.
Ubicado en las faldas del cerro que alberga los Fuertes de Loreto y Guadalupe –perdición del Ejército Francés en 1862–, el inmueble fue inaugurado en mayo de 1952 con motivo de la Olimpiada Nacional.
Se trató, en su momento, de un estadio moderno, con visión de futuro, cuya capacidad es de 22 mil espectadores, que lo hacía lucir imponente. Además, tomó el nombre del general que hizo que las armas nacionales se cubrieran de gloria.
Desde su inauguración hasta 1972 fue utilizado como hogar de los Pericos de Puebla, siendo el beisbol el primer deporte profesional que albergó. Los emplumados se mudaron al Parque Hermanos Serdán en 1973.
Durante ese tiempo, el Puebla FC también fue inquilino, pues lo ocupó durante cuatro años –de 1964 a 1968– mientras jugaba en Segunda División, para luego mudarse al estadio Cuauhtémoc.
Fue precisamente en 1968, durante los Juegos Olímpicos celebrados en México, que el entonces Estadio Ignacio Zaragoza fue elevado a la categoría de Olímpico, tras recibir algunas justas deportivas.
A partir de 1973 el estadio cayó en desuso. Si bien era rentado para hacer mítines políticos o religiosos, las nuevas construcciones deportivas hicieron que la gente se olvidara de él.
No fue hasta ocho años después, en 1981, cuando volvería a tomar viejo protagonismo, pero no por una actividad deportiva, sino por un concierto musical.
Queen, la banda británica de rock, decidió hacer una gira por América Latina y México era parte de ella. Sin embargo, las autoridades federales de ese momento impidieron que la presentación fuera en el entonces Distrito Federal (hoy Ciudad de México).
Así que los conciertos se llevaron a cabo en Monterrey y Puebla. El escenario para llevar a cabo la presentación fue el Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza. Fueron dos presentaciones y fue un caos: sobreventa de boletos, intentos de portazos, gente que se quedó afuera y fueron provocados por la policía, en especial por la presencia de drogas.
El vocalista Freddie Mercury sufrió agresiones con zapatos lanzados al escenario, luego de salir con un sombrero de paja, que fue interpretado por los asistentes como una burla.
“¡Muchas gracias, Puebla!, ¡México, thank you for the shoes. Adiós amigos, mother fuckers. Good bye, you bunch of tacos”, fueron las palabras de despedida de Mercury aquél 17 de octubre de 1981.
Después de eso, el inmueble cayó en desuso. Tal vez los momentos de mayor concentración fueron cuando la XXV Zona Militar lo utilizó para llevar a cabo el sorteo del Servicio Militar Nacional (SMN).
Las instalaciones comenzaron a evidenciar falta de mantenimiento; las áreas verdes aledañas crecían sin ser podadas y personas sin hogar ocupaban las inmediaciones para dormir y hacer sus necesidades físicas.
Fue hasta los años 90 cuando algunos equipos de Tercera y Segunda División de futbol lo ocuparon nuevamente, pero no fue hasta 1999 que los Lobos de la BUAP le volvieron a dar protagonismo, al ser un equipo de la entonces Primera División “A”; sin embargo, para 2001 el club desaparece por malos resultados.
Tras ello, nuevamente el estadio cae en el olvido, siendo utilizado esporádicamente por los camoteros del Puebla para entrenamientos, cuando por algún motivo el estadio Cuauhtémoc no está disponible.
Pasó una década para que en 2011 el gobierno del estado comenzara un importante proyecto denominado Centro Cívico 5 de Mayo, el cual tendría una inversión de mil 363 millones de pesos.
De las 23 obras que se ejecutaron –entre las cuales destaca como más cara la construcción del teleférico (que costó 531 millones de pesos)–, una fue la remodelación del Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza, con un presupuesto de 44.6 millones de pesos.
El sitio arquitecturapanamericana.com señala: “La nueva fachada del estadio es acorde a la remodelación del Parque de Los Fuertes, por la conmemoración del 150 aniversario de la Batalla de Puebla. Es una fachada de 480 metros de largo por 15 metros de alto, con precolados de concreto blanco cincelado de planta triangular de una sola pieza.
Los precolados se hicieron en tres tipos y se colocaron separados de la fachada existente y entre sí, permitiendo el paso de la iluminación. En una sección de la fachada se colocaron precolados que forman una gran pantalla para proyectar imágenes a gran escala.
La quinta fachada del estadio se percibe desde los Fuertes.
El estadio limita al noreste con el nuevo parque, por lo que se colocó un talud de pasto que da continuidad al jardín”.
Pese a ello, el Estadio Olímpico Ignacio Zaragoza no tiene inquilino alguno; ningún deporte profesional se practica. Las gradas que un día estaban llenas para emocionarse con alguna carrera, un gol, la llegada a meta, un récord de atletismo… se ahogaron con el tiempo.
Gracias al desarrollo inmobiliario de la Angelópolis, los conciertos tienen lugares específicos para mayor comodidad y acceso de los usuarios. Y los mítines políticos se miden por la capacidad para llenar el Cuauhtémoc.
Son 70 años de historia, de los cuales sólo 20 fueron de gloria, y 50, prácticamente, de ostracismo deportivo.