Jorge Luis Hernández / [email protected]
EMPIEZO, SIGO Y TERMINO CON
La “maldición” que pesa sobre el deporte mexicano, caso concreto de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deportes (Conade), pues desde su instauración en 1988 ha dado de qué hablar en forma negativa, por las polémicas administraciones de quienes la ha dirigido.
Desvío de recursos, nepotismo, licitaciones amañadas, enriquecimiento ilícito, pleitos personales con atletas, mal uso y nulo mantenimiento de la infraestructura deportiva, son algunas acusaciones que los otrora directores de Conade han sido señalados y no todos han enfrentado y dado la cara por dichos señalamientos.
No importa el sexenio, el color del partido de procedencia o el tiempo en el cargo, la gran mayoría, ha salido con “cola” que les pisen.
¿Cómo olvidar las auditorías confusas en la dirección de Carlos Hermosillo?
Quien solamente duró tres años en el cargo, pues cual “chapulín” el cargo le sirvió para brincar a una candidatura. Por supuesto, nunca se resolvió el tema de la comprobación de uso de recursos, jamás cuadraron las cuentas, solamente se olvidó y ya, como suele suceder en el sistema de nuestro país.
Después llegó Bernardo de la Garza, el “gran orador”, quien si bien se puede defender por las siete medallas olímpicas (un oro, tres platas y tres bronces) en Londres 2012, el pago justo por dichas preseas a los atletas y el apoyo a estos con más y mejores programas de trabajo, al final fue señalado por no poder conciliar un problema eterno con el basquetbol mexicano, a quienes “olvidó” y retiró todo el apoyo a dicha disciplina, por un “berrinche” personal, dicen. Sin embargo, lo más destacado fue el hecho de que De la Garza jamás pudo explicar por qué se gastaron tantos millones de pesos con la finalidad de que el laboratorio antidopaje de Conade fuera reconocido por la Wada (Agencia Mundial Antidopaje, por sus siglas en inglés), cosa que no sucedió.
¿Y el dinero? Jamás contestó, llegó el cambio de administración y el asunto, sí, se “olvidó”.
En dicha administración llegaron dos directores para Conade, Jesús Mena y Alfredo Castillo. El primero estuvo en el cargo 22 meses, en los cuales se destacó por hablar de proyectos y proyectos y más proyectos, que dicho sea de paso, se quedaron en eso, pues pidió un “permiso” para dejar el puesto. Posteriormente buscó otro cargo público, para variar.
Alfredo Castillo llegó y los resultados no lo acompañaron ni en los Juegos Panamericanos de Toronto ni en los Juegos Olímpicos de Río, en ambas justas la delegación mexicana no pudo romper su propio récord de preseas logradas.
Lo que más “destacó” de la gestión de Castillo fue su gusto por “la ropa fina”, pues una diseñadora lo acusó de no aceptar sus prendas con las cuales la delegación se presentaría en la justa olímpica en Brasil, Castillo nos lo aceptó al preferir gastar 4 millones de pesos en ropa de marca para que nuestros atletas vistieran elegantemente, nada que ver con los 375 mil pesos que cobraba la diseñadora. Además en las Olimpiadas de Río, el dirigente se dejó ver con su novia, quien se dice, estaba acreditada como miembro de Conade –siendo que no trabajaba ahí– y que gastó viáticos del organismo para sus ‘gustos’. Además, Castillo se peleó con la Federación Mexicana de Boxeo, por lo que les retiró el apoyo, pero cuando el pugilista Misael Rodríguez ganó la medalla de bronce, el dirigente se “colgó” la presea, situación que pugilistas y atletas de diferentes disciplinas criticaron.
Llegó la “Cuarta Transformación” y con ella la exvelocista y medallista olímpica, Ana Gabriela Guevara, quien desde un principio señaló que al ser exdeportista sabía perfectamente las necesidades de los atletas, pero sobre todo, llevaría la “bandera” de la honradez cabal y cero tolerancias a los malos manejos del recurso público, así como se lo había encomendado el presidente Andrés Manuel López Obrador.
No pasaban ni seis meses de su gestión al frente de Conade, cuando llegó el primer señalamiento.
Guevara habría dado becas a deportistas que no cumplían con los requisitos que establece el COM (Comité Olímpico Mexicano), organismo que en teoría debía trabajar en conjunto con Conade y que en contraste se la pasa “de la greña” con este. Se dijo que la directora dio las becas por “amiguismos”, después atletas de todos lados del país empezaron a levantar la voz por falta de apoyo de Guevara.
La directora simplemente no los escuchaba ni atendía sus llamadas, señala un atleta que buscó apoyo hace poco y quien pidió no revelara su nombre. “Estás con ella o contra ella, es el modo de pensar de Ana”, refiere.
Lo más grave de esta dirección del deporte mexicano son las acusaciones por extorsión, desvío de recursos e incluso, una tentativa de homicidio.
Al respecto, el presidente de Andrés Manuel López Obrador ha señalado que no será “tapadera” de nadie, aunque eso sí, pidió no adelantar juicios.
Se sabe que Ana Guevara no piensa en renunciar pese a todo, pero gente en el gabinete, en la Secretaría de Educación Pública, dependencia de la cual se ramifica Conade para ser exactos, hay quienes están considerando seriamente la “salida” de Ana Gabriela Guevara para atender temas personales.
Lo único cierto es que atletas, entrenadores, infraestructura y el deporte mexicano en general vive una crisis profunda y seria, y si es cierto que no es exclusiva de esta administración, la “carta de presentación” de la actual titular de Conade hace mayúsculos esos escándalos en donde las federaciones y asociaciones del deporte en nuestro país están inmersas en todos contra todos y eso traerá como consecuencia que sigamos siendo un país de tercer mundo en materia deportiva y lamentablemente en muchos otros ámbitos. Ojalá, alguien “limpie” este desastre llamado Conade.