Óscar Amitt pasó de no tener mayor referencia de lo que era el Puebla a convertirse en un fervoroso aficionado a La Franja y en un alocado coleccionista de playeras de su equipo, logrando juntar alrededor de 73, es decir, casi una por años de vida que tiene el club.
Oriundo de Tecamachalco, su pasión por los camoteros inició cuando ya estaba en la pubertad y una amiga le empezó a contar del equipo, por lo que en el 2004 comenzó a seguir los partidos por radio, pero subía a la azotea de su casa para tener mejor recepción.
Ahora, 17 años después, no puede vivir sin los enfranjados, no hay partido en el Cuauhtémoc que se pierda, y su gran sueño es montar un museo para exhibir todos sus jerseys en un espacio que se convierta en su santuario de futbol.
VIAJABA TRES HORAS PARA VER AL PUEBLA
El dueño de una de las colecciones más grandes que hay alrededor del Puebla platicó con Crónica Puebla sobre cómo fue su proceso de enamoramiento con el equipo, y qué ha sido capaz de hacer con tal de estar presente en el estadio Cuauhtémoc para apoyarlo, tocándole más etapas malas que buenas.
“Soy originario de Tecamachalco y la verdad es que mi familia nunca ha sido muy futbolera, solamente veían los partidos de la selección, hasta que en la secundaria tuve una compañera llamada Sandra Castro, que es una gran dentista, a la cual le estoy agradecido porque me inculcó el amor hacia La Franja, obviamente siendo poblano he sentido ese amor y cariño al estado, pero al equipo fue hasta la secundaria cuando ya tenía cierta edad”, recordó.
El flechazo fue inmediato, pues una vez conoció el escudo y el himno, transformó todo su entorno alrededor del club.
“Mi amiga Sandy me mostró el himno Soy poblano, la verdad nunca lo había escuchado y fue genial, tanto así que en la tarde fui a un cibercafé e imprimí la letra, la forré en una de mis libretas y quemé un disco. Comencé a seguir al equipo enteramente desde el torneo Clausura 2004, ese es el primer torneo que me tocó a mí, una playera Atlética color blanco con unas franjitas azules a los lados, para mí una de mis favoritas y de las más queridas”, indicó.
Pero desarrollar su afición desde Tecamachalco no fue misión fácil para Amitt, porque el primer obstáculo lo encontró al tratar de seguir los partidos por algún medio de comunicación.
“Hoy con la tecnología podemos estar más cerca, pero en ese entonces en Tecamachalco no estaban desarrollados los medios de comunicación y lo que hacía era que con una televisión portátil con radio, veía la transmisión televisiva, pero como no llegaba bien la señal, entonces prendía también el radio y me subía a la azotea de mi casa”, comentó.
Su naciente afición le hacía echar a andar su ingenio para ver los partidos a distancia, aunque al mismo tiempo le surgió un anhelo de poder conocer el estadio Cuauhtémoc y fue gracias a una de sus tías que pudo hacer realidad ese sueño.
“Eso tal vez es el recuerdo más bello que tengo hasta ahora en mi vida. Ya había ido a Puebla de vacaciones, una de mis tías vive ahí, pero nunca había ido al estadio. Entonces en el trabajo de mi tía le regalan boletos para un Puebla contra Tecos y fue por mi hermano y por mí a Tecamachalco y nos llevó. Para mí fue impresionante el entrar al estadio, una experiencia indescriptible, hoy día lo cuento, lo imagino y veo esa imagen dentro de mi cabeza, recuerdo haber visto por dentro que el estadio estaba gigantesco”, dijo.
Esto fue el detonante para su fanatismo por el azul y el blanco porque a partir de ahí, bajo sus propios medios, intentó estar cada quince días en el inmueble dos veces mundialista, incluso sin importar que tuviera que viajar tres horas, hora y media de ida y lo mismo para el regreso. Aunque en muy poco tiempo, para el Clausura 2005 le tocó el primer trago amargo, el del descenso.
“Después de eso comencé a ir al estadio con un amigo de Tecamachalco, fue justamente en el torneo del descenso cuando ya iba cada quince días, me movía desde Tecamachalco a Puebla en un autobús que los conocemos como los Surianos, que son los más económicos, pero eso a mí no me interesaba. De trayecto eran en total tres horas, pero salíamos desde las nueve de la mañana porque en ese entonces los juegos eran domingo a las 12 del día, entonces todavía llegábamos a comernos una cemita. Viajábamos tres horas cada quince días y terminamos viendo descender al equipo”, explicó.
CINCO AÑOS COLECCIONANDO PLAYERAS DEL PUEBLA
Mientras más pasaba el tiempo, Óscar se hacía más hincha del Puebla y al entrar a la universidad, tuvo que asentarse en la capital poblana con lo que su apego creció todavía más.
Pero él quería ir más allá, quería convertirse en el mejor aficionado a La Franja y así en 2016, como un profesionista, comenzó su fervor por la colección de playeras, pasión con la que hasta hoy continúa.
“Entrando a la universidad me mudé a Puebla capital y aquí fue más sencillo poder adquirir los jerseys y así comenzó como la misma afición de tenerlos. Después cuando terminé la universidad, obtuve un empleo y en 2016 me decidí a comenzar a coleccionarlos”, declaró.
El jersey que lo inspiró fue el que el club sacó para su participación en el repechaje de la Copa Libertadores, en el que cayó a manos de Racing Club de Argentina. Desde entonces, no ha dejado de sumar elementos a su colección.
“El segundo momento más bonito que he vivido como aficionado del Puebla fue cuando jugamos la Libertadores, yo soy amante de los torneos sudamericanos y eso fue como un sueño, y además la playera que usó el equipo me encantó y ahí fue cuando me decidí formalmente a empezar la colección, compré los tres que la marca Charly sacó para esa temporada y sumé los que ya tenía”, indicó.
Hasta el momento son 73 camisetas las que ha juntado, aunque si se cuentan las que tiene de otros equipos su recopilación supera el centenar.
“Exclusivamente del Puebla tengo 73 jerseys, la verdad es que ya colecciono algunos de otros equipos, me gusta tenerlos, como los de Ascenso y de otros equipos de México, entonces agregándolas en total no los he contado, pero tendré unos 120. Todos los tengo en casa en un ropero, todos colgados, ninguno doblado, soy un tanto empático con los jerseys y pues estar doblados en un cajón como que no es cómodo para ellos, entonces adapté una parte de un ropero que tengo en casa y tiene sus ganchos especiales que les adquirí y ahí la tengo colgadas todas”, apuntó.
LA DEL CAMPEONÍSIMO, SU OBJETIVO
Como todo coleccionista, hay piezas que tienen un mayor valor sentimental que otras y para él dos son las favoritas.
“Mis favoritos son dos: el Atlé-tica, con el que fui por primera vez al estadio; y el otro es el de la Libertadores de local, soy aficionado al torneo y lo valoro mucho por haber visto a mi club en vivo en mi estadio, porque fue una sensación indescriptible, incluso quiero que alguna vez (Matías) Alustiza, que fue el que metió los dos goles, me lo firme, además de que no tengo foto con él”, señaló.
El objeto más vintage con el que cuenta es el que usaron los llamados Ejecutivos durante 1996, cuando pasaron de la franja azul a la naranja.
“No he podido conseguir de los antiguos, es complicado, pero sí tengo el de la franja naranja de la marca Joma, con el que jugaba Carlos Muñoz, nuestro primer campeón de goleo, y es el jersey más antiguo que tengo, pero de ahí para atrás no tengo nada, aunque en un futuro no descarto que lleguen”, comentó.
Su gran objetivo, la que sería la joya de la corona de su colección, sería el mítico uniforme de la desaparecida marca Pony con la que Carlos Poblete, Roberto Ruiz Esparza, Jorge Aravena y compañía elevaron al olimpo al Puebla, guiándolo a ser el campeonísimo en la campaña 1989- 1990.
“La joya entre las joyas es buscar la de algún campeonato del Puebla, sería la del 82-83 o 89-90, sobre todo la Pony con la que se gana el campeonísimo, será complicado, pero espero que llegue, de eso se trata el coleccionismo el buscar y la emoción de buscarla”, declaró.
UN MUSEO DEL PUEBLA, SU SUEÑO
Óscar Amitt tiene un sueño: que otros aficionados al Puebla y al futbol puedan apreciar todas sus playeras, que lo reconozcan como un ferviente seguidor de la Franja, por lo que tiene en mente montar un museo:
“Mi sueño es que algún día en casa pueda tener una zona exclusiva del Puebla, un tipo museo con una televisión para ver los juegos y exponer los jerseys, con esa inquietud es que empecé a coleccionarlos y esa es una de mis metas, que sea con acceso a todos los aficionados para que puedan acercarse al equipo como lo hice yo en la secundaria”.
Con tanto amor por el club, también le tiene una petición: que se establezca como una institución a futuro, que copie modelos como el de Grupo Pachuca y brinde a sus aficionados certeza de que el Puebla seguirá en la ciudad por mucho tiempo.
“El club Puebla debe ser un ente socialmente responsable, porque ahora representa no solo a la afición sino a todos los poblanos, nos representa a los que estamos en el estado y a los que no. Afortunadamente los resultados deportivos han acompañado porque hemos llegado a dos liguillas con dos técnicos diferentes, han salido buenos jugadores últimamente, sé que tienen el proyecto de hacer una casa club donde pueda entrenar el equipo, todos sabemos la historia que nunca ha tenido dónde entrenar, quisiera que ya tuvieran instalaciones, que se pueda ofrecer un mejor lugar para el desarrollo deportivo y ¿por qué no? pensar en lo mejor para los aficionados, una instalación a la que puedan asistir los aficionados, sería un sueño, veamos el ejemplo de Pachuca, que hace unos años era un equipo de futbol hoy en día con inversión es algo más que un equipo de futbol, me gustaría que Puebla llegue a eso”, apuntó.