Por: Daniel Aguilar / Twitter: @Danny_aguilarm
2, 2 y 2
En días recientes se reveló la proyección de cómo se jugarían las próximas 10 Series Mundiales, donde destaca que los Dodgers ligarían un tricampeonato, que los Yankees terminarían su sequía hasta 2030 y que Billy Bean ganará al fin el último juego de la temporada, pero dentro de nueve años.
Y es que las casas de apuestas de los Estados Unidos siempre han tenido un gran peso en la opinión pública, y aunque el resultado inmediato es el que más posibilidades tiene de suceder, ya empezamos a frotarnos las manos, ya que, según esta proyección, el Clásico de Otoño será entre el actual campeón y los Yankees; la Serie Mundial que todos queremos que suceda.
El año pasado en este mismo espacio lo manifesté, tomando en cuenta el formato con el que se jugaría la campaña 2020, si los Azules de Los Ángeles y los Bombarderos del Bronx no se medían en el Clásico de Octubre la temporada habría perdido ese impacto. Al final, las Rayas fueron dignos rivales y los Dodgers hicieron valer la atípica campaña.
No sé hasta qué punto la campaña 2021 sea tan “normal” como las que estábamos acostumbrados, en el papel volverán los 162 juegos por novena, pero estoy convencido que será un híbrido de lo que vimos el año pasado y la temporada normal. Aunque no me convence la campaña larga y tantos calificados a la postemporada. Al tiempo.
¿SON LOS YANKEES?
Luego de ver cómo los Padre se robaban las primeras planas con los refuerzos para abollarle la corona a los Dodgers, llegaron las noticias de parte del Imperio del Mal. Si bien los fanáticos como mi gran amigo de Texcoco, Manuel de la Torre, exigían el regreso de DJ LeMahieu a los Yankees, esta noticia llegó con un mensaje claro: Cashman al fin recordó a qué oficina comanda. En un solo día los Bombarderos sacaron la chequera y con 100 millones de dólares, trajeron de vuelta a La Máquina y sumaron el brazo de Corey Kluber a su ya tan improvisada rotación.
DJ llegó a tener ofertas de los vecinos, el campeón y el odiado rival, algo que empezaba a preocupar, y no porque cualquiera de los tres se convertía en un duro contendiente con la llegada del segunda base, sino porque los Yankees empezaban a perder esa esencia que los ha caracterizado en la oficina.
Sí, Cashman volvió a “trabajar”, pero dejando de lado su obligada contratación, dudo que la llegada del dos veces ganador del Cy Young sea la solución que necesita Boone en la rotación. Los Yankees tienen a Gerrit Cole seguido de una rotación incógnita. El recién llegado Kluber viene de apenas empezar a soltar el brazo el mes pasado, recordando que lleva dos años sin pena ni gloria, y que sus trofeos sólo adornan la sala de su casa.
Con la confianza del manager, Deivi García y Jordan Montgomery podrían seguir a Cole, dándole fuerza y sobretodo constancia a la rotación. Kluber sería el ideal en el quinto puesto, sin embargo, no hay un segundo as en el cual se pueda depositar toda la confianza. Paxton descartado totalmente y qué decir de Luis Serevino y Domingo Germán, a mi gusto, similares a un posible regreso de Tanaka: para qué, no existen.
Si Brian Cashman quiere darle una rotación digna de competir a Boone, debe ir tras el agente libre Adam Wainwright y, por qué no, un cerrador, ya que recientemente Tommy Kahnle firmó con Los Ángeles, perdiendo fuerza en el bullpen que fue parte importante y sorpresiva de los Yankees el año pasado.
BONDS Y CLEMENS, INMORTALES
En próximos días se darán a conocer los nombres de los próximos exaltados al Salón de la Fama, la probabilidad de que no haya nadie y que sólo sean Derek Jeter y Larry Walker en la ceremonia son bastantes. Pero como lo dije la semana pasada, Barry Bonds y Roger Clemens merecen estar ahí, merecen el honor y las Grandes Ligas no tienen cara para seguir negándoles la inmortalidad.
Si bien, no fui fiel seguidor de la carrera de Barry Lamar, sí vi todo lo que logró, la campaña de los 73 cuadrangulares y cómo pasaba a cada una de las leyendas, se eriza la piel sólo de recordar.
Al Cohete lo seguí más, le aplaudí cuando anunció su retiro en 2003 y sorpresivamente regresó con los Astros para hacer lo que mejor sabía, dominar a los rivales. Y en su última temporada, con los Yankees otra vez, lo vi dar el adiós definitivo con la espalda hecha pedazos, con la casa que Babe Construyó aplaudiendo de pie y sabiendo que la próxima parada era Cooperstown.
Sé lo que pasó, sé lo que hicieron, pero estoy convencido que deben entrar, con las consecuencias que vayan a surgir tras este histórico momento. Y con esto, espero el tiempo y la pelota también le hagan justicia a Andy Pettitte, porque si alguien escribió el Manuel de Cómo Lanzar en Octubre fue el zurdo del número 46.