Es relativo
Lic. Guillermo Pacheco Pulido
¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decir es cierto? (filtro de la verdad) ¿Es algo bueno lo que vas a decir de mi amigo? (El filtro de la bondad) ¿Será útil para mí lo que vas a decir? (filtro de la utilidad).
A esto se le denomina el filtro de Sócrates.
Señalaba el gran filósofo griego que “la verdad se identifica con el bien moral; esto significa: quien conozca la verdad no podrá menos que practicar el bien.
Sócrates iba obteniendo la claridad de las palabras, su contenido real, a través de su método denominado “mayéutica”, porque a través de preguntar iba descubriendo el conocimiento, afinando la palabra.
Así podemos llegar a tratar el tema sobre la palabra “verdad” y preguntar ¿qué es la verdad?
Hemos escuchado múltiples definiciones:
Platón decía que el mundo es un reflejo imperfecto de un mundo suprasensible.
“El mundo de las ideas en el que la verdad es un ideal a alcanzar junto a la belleza y el bien”.
Vienen a la mente algunos conceptos en los que se dice que “se entiende por verdad la concordancia que existe entre lo que se dice, piensa y cree y lo real (lo cierto de lo que no se puede dudar).
La palabra vedad viene del latín “veritas”, que desde luego son palabras que requieren mucha explicación filosófica.
René Descartes utiliza la duda para alcanzar la verdad y creó el argumento de cogito ergo sum.
“Pienso, entonces éxito” era una verdad porque el individuo existía.
Inmanuel Kant dijo que la verdad era la adecuación del conocimiento con el objeto; tratar de integrar una respuesta por medio de una definición nos llevaría a muchos errores.
Ahora que se habla de Derechos Humanos, tenemos que preguntar para poder entender: ¿Qué es el Derecho? ¿Qué o quién es el hombre? ¿Qué es lo humano?
No nos queda más que el método socratico para ver qué logramos.
Igual pasa con la palabra verdad: hay que tener el valor de decir la verdad, sobre todo cuando se habla de la verdad (no recuerdo al autor de la frase).
Igual nos pasará con la frase:
“La verdad es aquello que es”. “La verdad es incontrovertible, la malicia puede atacarla, la ignorancia puede burlarse de ella, pero, al final, la verdad está ahí”, Winston Churchill.
¿Por qué mencionamos a la verdad?, porque “La verdad nos hace libres”. La verdad da paz –cuidando de no confundir la verdad– con la opinión de la mayoría, nos explicaba Jean Coateau.
Todo este tema empezó, como siempre, con plática de amigos “que le hacen a la filosofía” y comentando un libro de André Comte-Sponville El placer de vivir, quien en su artículo
“¿Qué es la verdad?” nos dice: “La verdad aspira a lo real”. “Que la verdad sea infinita, y por lo tanto inagotable, no impide decir lo que es, o más bien que somos capaces de decir lo que es. ¿Cómo sabríamos, si no, que no la conocemos entera?
Una definición al menos nominal de la verdad es necesaria, sin la cual toda definición sería imposible o sin alcance.
Pero esta definición, a su vez, sólo es concebible por una cierta experiencia que tenemos, en nosotros, de lo que Spinoza llamaba “la norma dada de la idea verdadera”.
¿Si no supiéramos del todo qué es la verdad, cómo podríamos buscarla, cómo sabríamos, ni siquiera, qué es un error? No sólo la justicia sería imposible. Lo serían igualmente las ciencias y la filosofía. Sería el triunfo de los ignorantes, de los sofistas y de los negacionistas”.
“¿Qué es la verdad?”, es la pregunta de Poncio Pilato, que, desde Nietzsche, es de buen tono considerar tanto más profunda por cuanto no tiene respuesta posible.
Que la pregunta la hiciera el jefe de un ejército de ocupación –justo antes de lavarse las manos mientras se crucifica a un inocente– debería, no obstante, incitarnos a desconfiar,
¿Si no hay verdad, o si no podemos en absoluto conocerla, qué diferencia hay entre un culpable y una víctima, entre un proceso y una mascarada, entre un juez y un cómplice, entre un justo y un timador?
¡No es porque la verdad baste para hacer justicia!
Hace falta también una ley, unos principios, unos valores… Pero ¿qué justicia hay sin verdad? De esta manera, la pregunta se hace eterna.
La palabra verdad puede considerarse polisémica; es decir tiene varias acepciones: moral, ética, religiosa, jurídica, bíblica, esteral y, la más importante, filosófica.
Lo contrario puede ser: error, falacia, mentira, ignorancia.
Platón dijo que “la verdad es aquello que es”, concepto desde Platón hasta Tomás de Aquino (veritas es id quid est).
La verdad es la concordancia entre el pensamiento y la cosa o entre el pensamiento y el hecho.
En fin, Sócrates nos preguntaría: ¿Qué es la verdad?, ¿qué es conocimiento?,¿- qué es cosa?, ¿qué es moral?, ¿qué es ética?, ¿qué es error?, ¿qué es lo que es?, etcétera, y al final seguiríamos preguntando ¿qué es la verdad?
Se nos dirá que “la verdad es el conocimiento de las cosas como son, como eran y como han sido”.
Queda cierto que todas las palabras son de importancia vital para el desarrollo humano. Si actuamos con mentira, conoceremos lo que es y significa la verdad. La mentira es esclavitud, la verdad es libertad.
La estructura, la existencia y el ser humano se forjan con el uso de la verdad.
La verdad la predicaba Cristo: lo crucificaron.
La verdad la enseñaba Sócrates: lo sentenciaron a muerte.
La verdad la defendía Juana de Arco: la quemaron.
La verdad la impulsaba Martin Luther King: lo asesinaron.
Esa es y será la historia de la verdad.