Es relativo
Lic. Guillermo Pacheco Pulido
Cuando en el desempeño de un cargo público se hablaba con
los denominados “líderes de los ambulantes”, un funcionario les dijo: “Tenemos que resolver el problema de los vendedores”; inmediatamente
un dirigente contestó: “Ahora resulta que los que trabajamos en las calles
por hambre somos un problema, tal parece que les causamos vergüenza”.
Con lo que escuchamos, aprendimos que estos temas, y otros, son y deben denominarse “fenómenos sociales”, por respeto a la dignidad de todas las personas.
Los fenómenos sociales deben verse, estudiarse, analizarse en su realidad, alejados de todo “ismo”, por los caminos fríos de la lógica, buscando finalmente la felicidad del ser humano.
Hoy hablamos de los fenómenos sociales que dañan a los seres humanos y a toda la estructura social, como lo son la pobreza y la miseria.
(Al referirnos a las personas, mencionaremos las palabras “de los que tienen, de los que medio tienen y de los que nada tienen”, para no usar otras que pueden lesionar derechos humanos).
El tema de la pobreza y la lucha por su desaparición tiene múltiples y honestos seguidores, que han señalado que no es un tema de la caridad y que no sólo se trata de estadísticas y números.
Por ello, se debe actuar con un compromiso social, ético y moral, porque están en riesgo la dignidad, la justicia y la libertad de los que tienen, de los que medio tienen y de los que no tienen nada.
La filosofía aplicable es la humanista, la que le da su real valor al ser humano en el campo de la igualdad y apoya y orienta su desarrollo en una sociedad de libertades y democracia.
De esta forma creo que deben pensar autoridades y particulares involucrados en este tema.
La pobreza es de las palabras más antiguas de la humanidad.
Desde que aparece el ser humano existen el grupo donde algunos tienen mucho y otro de los que poseen poco o nada para satisfacer sus necesidades.
Ya desde antes de iniciarse la era en que vivimos, los filósofos hablaban del tema de la pobreza.
Aristóteles señalaba que la pobreza “es el precedente de la revolución y el crimen”; el mundo le da la razón; ahí están las revoluciones sociales de Francia, México y Rusia (lo decía el joven, ¡mucho ojo!).
También los griegos reconocían que el desbalance entre los que tienen y no tienen es la dolencia más vieja y fatal de toda la república.
Y tenían razón porque aún en nuestros tiempos no se puede lograr el equilibrio en el desarrollo de un país si existen esas graves divisiones humanas.
México padece ese fenómeno social, a pesar de sus políticas públicas.
En la Biblia se reconoce que la pobreza es un factor de división, de perjudicial desigualdad: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia…”
Como observamos, tenemos más de 2023 años hablando de pobreza, sobre todo con relación a la economía, porque también se aplica la palabra cuando decimos “es pobre de espíritu” o “es un pobre tonto”.
El fenómeno social de la pobreza es difícil y es muy complejo encontrarle una solución; los economistas, grandes estudiosos, no han dado con la receta para realmente curar ese mal.
Por ejemplo, Adam Smith, fundador de la ciencia económica, decía que “una mano invisible regula el mercado y con eso había equilibrio en el mundo”, pero ¡aún no aparece esa mano!
John Maynard Keynes, en su libro Teoría general de la ocupación el interés y el dinero, nos señalaba que la intervención del gobierno es la solución a la pobreza, esto lo reduzco pues tengo poco espacio para escribir (y poco conocimiento), pero la economía tampoco puede ser dirigida por la autoridad.
La economía tiene sus propias leyes, por ejemplo, si llueve hay buenas cosechas; la oferta y la demanda en relación a los satisfactores y fenómenos naturales no son controladas por la ley ni por la autoridad, pero sí pueden coordinarlas.
El abuelo, sabio campesino, decía que alguien había desaparecido los siete pecados capitales y había dejado sólo “la pobreza” y que esta se combatía únicamente “trabajando”. Era buen economista el abuelo.
En fin, el tema es realmente complejo. Cuando hablamos de pobreza, a lo mejor se nos olvida hacerlo de “la miseria”, son palabras que pueden ser iguales pero tienen una profunda dimensión.
En regla general podemos decir que pobreza “es falta de algo” y miseria “es falta de todo”. Sigue siendo complejo el tema en su realidad social.
La miseria es más grave. Explicaba un maestro en Derecho que hay que distinguir el contenido de las palabras, aunque parezca que dicen lo mismo hay que entender su definición.
Ejemplo: homicidio simple y homicidio calificado, este último usa los agravantes: premeditación, alevosía, y ventaja. Esta es una conducta más grave.
Podemos recordar el libro de Los miserables de Víctor Hugo, que nos muestra que los valores como la piedad, la bondad, la justicia o el perdón, entre otros, encaminan a los seres humanos a una vida mejor.
La novela contiene además los temas de pobreza, miseria, carencia y necesidad, fundamentalmente de carácter económico. Habla de los desdichados y de quienes son menesterosos.
Ya señalamos que la pobreza, la marginación y la miseria son fenómenos económicos ancestrales y todavía no hay posible solución.
¿Será que hay un crecimiento exagerado de la población y que no se logran alcanzar los satisfactores como la educación, el trabajo, la salud y el alimento, entre otros? Estos son, desde luego, problemas históricos y ancestrales que están vinculados a la economía.
Más aún ahora que por los avances de la ciencia y la tecnología se transforma la sociedad y se requiere cada día de una mayor capacitación.
Aparte, los inventos están desplazando la mano de obra por la llamada inteligencia artificial. Con fuertes desplazamientos se crean pobreza y miseria.
Grandes pensadores al respecto de la pobreza aportan opiniones para enfrentarla; así, Nelson Mandela nos dice: “mientras que la pobreza, la injusticia y la desigualdad existan en nuestro mundo, ninguno de nosotros podrá realmente descansar y estar seguro de su tranquilidad”.
Debemos trabajar juntos para garantizar la distribución de la riqueza y las oportunidades en nuestra sociedad.
El más grande de los males y el peor de los crímenes es la pobreza, decía George Bernard Shaw.
Es difícil que una persona sea feliz cuando solamente se esfuerza por ganarse la vida y no tiene, por tanto, mayores aspiraciones.
El problema de la pobreza, en casi todo el mundo, ha impulsado el fenómeno grave de la migración.
En México, con la ayuda de programas sociales, últimamente ha disminuido el número de personas en estado de bajo ingreso.
Debemos reconocer que los programas a favor de los que menos tienen y los marginados se encuentran enumerados en los derechos sociales establecidos en la Constitución Política.
Finalmente, Martin Luther King señalaba que no le dolían los actos de la gente mala, que lo que le dolía era la indiferencia de la gente buena y gente que entiende el fenómeno de la pobreza y la miseria.
Ahora México tiene esos problemas y además cargas de violencia, de pérdida de valores, de desórdenes climáticos, severos fenómenos que nos afectan a todos.
Todavía nos queda tiempo para luchar en contra de la miseria y la pobreza.
Con responsabilidad, debemos atender este fenómeno, hagamos lo que se debe para desterrarlo.
Habrá muchas y diversas opiniones sobre este tema de la pobreza y la miseria. Sin embargo, debemos entender que no habrá solución para mañana, se llevará tiempo.
Debemos, pues, ver la urgencia con la que se necesita atacar este fenómeno social. Sólo juntos haremos que nazca la esperanza de la solución.
Por ahora esto es sólo un toque de atención, ojalá que en nuestro futuro no se escuche la orden del capitán del Titanic: “Primero los niños y las mujeres”, y que después se pueda escuchar el otro grito: ¡sálvese el que pueda!