Es relativo
Lic. Guillermo Pacheco Pulido
Tengo la convicción de que el maestro es más importante que lo que enseña frente a las aulas a los estudiantes.
No sé por qué a unos maestros les decían que eran “barcos”, lo que sí sé, es que así no se denominaba a los exigentes y cumplidos.
A ellos, se les recuerda por sus frases y enseñanzas, no se olvidan y realmente formaron parte de nuestra actividad profesional. En especial a los catedráticos se les recuerda con respeto, cariño y agradecimiento.
Dice el maestro: “Ustedes, los que no estudian, no solamente al escribir violan las leyes de la gramática, sino que al hablar hacen lo mismo”.
Era el docente que impartía la cátedra de “Raíces Griegas y Latinas” y además era un gran filósofo del Derecho. La gramática era su fuerte. Era un difusor insobornable de la lengua española.
Lo bueno que no lee ahora lo que escribo porque seguramente me recordaría sus palabras.
Me acuerdo que empezaba su curso diciendo:
El 12 de octubre de 1492, Rodrigo de Triana gritó desde la embarcación La Pinta: “Tierra a la vista”. Fueron las primeras palabras del idioma español que se pronunciaron en el territorio del denominado nuevo mundo.
Eso aconteció en la Isla de Bahamas, llamada Guanahani, misma que Colón bautizó como San Salvador y a sus habitantes los denominó indios.
Colón viajaba en la embarcación Santa María junto a otra embarcación denominada La Niña. Colón creyó haber llegado a las Indias.
Posteriormente, arriba Hernán Cortés a realizar la llamada conquista de las tierras del Imperio Mexica.
En el camino conoció a una excelente mujer llamada Malinche o Marina, que dominaba además de su idioma, el maya y el náhuatl.
La razón, es que antes de Cortés, en 1511 llegaron a esas tierras unos náufragos españoles de nombres Gerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero, quienes conocieron a la Malinche. Ella aprendió la forma de hablar de esa regiones. Fue la trasmisora y la intérprete del idioma español en la llamada conquista de México.
Todo lo anterior, en apretada síntesis, deviene porque hay un libro que me hizo recordar a mi maestro. Segundo porque comprendí más a un profesor que decía que tenemos escasa instrucción sobre el idioma español.
El libro se titula Defensa apasionada del idioma español escrito por Alex Grijelmo en 1998.
Tal vez habrá que revisar (a alguien hay que echarle la culpa) nuestro sistema educativo al respecto de la enseñanza de este bello idioma.
En México, a veces con cierta presunción criticamos a las personas que estilizan al hablar palabras de España y que ahora pueden ser arcaicas. Por ejemplo cuando un campesino dice “ansina”, brota la crítica de las “sabiondos” y lo consideran ignorante, tal vez el ignorante sea él, porque en España lo correcto para decir “así” era “ansina” “ansimesmo” “así mismo” “de tal manera que”.
Ocurre con múltiples palabras el fenómeno anterior como “mismo” “manque” “dente” “truje”.
Todo se aclara con la publicación del primer diccionario académico en 1739 llamado Diccionario de Autoridades que era un intento de mantener viva la lengua.
El texto fue ampliado por grandes maestros con objeto que las generaciones futuras pudieran entenderlo.
En el mundo actual en donde las palabras se suplen por número o abreviaciones inventadas antigramaticalmente, “donde se ha perdido la vergüenza por no escribir bien”.
Hoy se cree que se adquiere el carácter de intelectual por colocar palabras extranjeras: en lugar de “alto” decir stop.
Hay que recordar a Fernando Savater. Señala que hay, sobre todo en la juventud, pobreza de vocabulario y desprecio por la galanura de la lengua.
El libro en cuestión contiene un gran temario (me equivoqué) repito: un gran índice, que tiene temas que nos hablan de la democracia de la lengua, la música y la gramática.
También de la genética de las palabras, los cromosomas del idioma español, los clones del lenguaje, una lengua unida, la invasión del inglés, el virus informático ataca a los genes.
También analiza la manipulación interna del español, la creación de las palabras, los ajenos nombres propios, la academia y la ley.
El filósofo Fernando Savater ha señalado: “Disputamos, pero rara vez discutimos”,
El autor dice que el español puede convertirse en una lengua en deterioro, por ejemplo: “cualquier agente de viajes (en España) prometerá una semana maravillosa en “mayami” por si acaso el comprador no se dio cuenta de que Miami está en Estados Unidos.
Además, ignoró que era el nombre indígena que tenía aquel lugar antes de que fuera conquistado por nadie y antes que apareciera por allí el idioma inglés y el ferrocarril de Henry Flagle para llamarlo “mayami”.
El agente de viaje procura no utilizar el gentilicio, seguramente lo desconoce, de todas formas porque “mayames no suena muy anglosajón (no importa: pronto inventarán “matames” para que haga juego).
Ansima mesmo mexicanos: es trenecito no trencito. “Gracias maestro”.