Guillermo Pacheco Pulido
“Juan es buena gente, está estudiando para ser cirujano dentista, voy a visitarlo para que me recomiende qué pasta dentífrica puedo usar”. Esta redacción se la entregó el alumno a su maestro de gramática como resultado de una tarea. El maestro al terminar de leer el contenido le dijo a su alumno: “Ni es pariaguas ni te lo empresto”, dando a entender que gramaticalmente estaba mal redactado el trabajo; y le explicó que debe decirse que Juan es buena persona, porque gente es un término colectivo (pluralidad) y Juan es nombre singular. Que Juan estudia para cirujano dental, no para dentista, y recomienda pasta dental, no pasta dentífrica. (Actualmente se denominan a los cirujanos dentales “estomatólogos”).
En fin, el maestro Garibay, un gran latinista, decía que la lengua española es muy clara y que nosotros la destrozamos.
Lo anterior vino a mi mente porque se publicó que la Universidad Nacional Autónoma de México firmó un convenio para impulsar la cultura y lengua española en el mundo. En dicho convenio intervenían el Instituto Cervantes de España y los gobiernos de Perú y Colombia.
El rector Enrique Graue Wiechers señaló que fortalecer el Español es fundamental, porque en 2021 se cumplirá un centenario de enseñar esta lengua y cultura latinoamericana, lengua que tiene 700 millones de hispanoparlantes y, además, porque pensando en el futuro es necesario estar vinculados con los pueblos del mundo, ya no sólo por nuestras tradiciones sino en nuestras esperanzas, y ese será el sentido del trabajo derivado del mencionado convenio, para que nuestra cultura tenga todas las respuestas a la hora de hoy y a la hora de mañana.
Esto nos hacía recordar que en los inicios de clases de latín, griego y gramática española se debatía si se debería llamar Lengua Española o Castellano a nuestro idioma.
Se nos explicaba que desde la Edad Media, no existía en España una unidad lingüística, ya que cada uno de sus reinos en que se dividía la Península ibérica tenía su propia lengua: leones en el reino de León, aragonés en el reino de Aragón y castellano en el reino de Castilla.
Los Reyes Católicos unificaron a los reinos y el castellano llegó a constituirse en lengua oficial de España, denominación que se conservó hasta 1925 en que la Real Academia de la lengua la cambió por Español, como idioma oficial del país.
En la práctica se siguen utilizando ambos conceptos, de español o castellano, dentro del común de la gente.
Es apasionante la historia del idioma español. En su construcción tuvo una importante presencia el latín. Los romanos, como imperio, dominaron por conquista bélica durante siglos muchos territorios.
El latín que se expandía en los pueblos conquistados no era el latín clásico o culto, sino latín vulgar, que era el que usaban los soldados romanos, los cuales se quedaban a vivir en los pueblos conquistados por razón del dominio.
Todas las lenguas derivadas del latín se conocen como lenguas romances, románicas o neolatinas, como el español, el francés, el italiano, el portugués, a los que se incorporan muchas palabras de origen árabe, por la razón de que los árabes permanecieron más de siete siglos en España.
El griego tiene una importantísima presencia en la lengua española, así como las lenguas de los mal llamados pueblos indígenas, así como palabras en inglés.
Se nos enseñó que el español se compone de cuatro mil palabras, pero por razones de construcción (prefijos y sufijos) se integra por cuatrocientas mil palabras, lo que hace aparente dificultad para aprenderlo.
Por ello, qué bueno que se lleven a efecto ese tipo de reuniones, no sólo para compenetrarnos en la dimensión del idioma que hablamos, sino para comprender y hacer comprender nuestra cultura y conocer la estructura de nuestra lengua.
Hay que leer, pues como decía José Luis Borges (argentino): “Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”.
El presidente Kennedy decía que “amar la lectura es trocar horas de hastío por horas de inefable y deliciosa compañía”.
En la reunión que se comenta se tiende a fortalecer a los pueblos a través de la lectura, porque sabemos que las personas y los pueblos se rezagan cuando no tienen el hábito de la lectura, una población que no lee se vuelve decadente, se enferma, su gente se vuelve frágil, débil y queda sujeta a la pérdida de sus valores; su lenguaje se destroza y la estructura social va hacia el derrumbe.
En el convenio celebrado por la UNAM, por razón lógica, se hablará del latín como lengua base del castellano, se comentará sobre los libros que deberán conocer los cerca de 700 millones de personas que hablan español.
Será muy interesante conocer el temario y resultados sobre lo que se diga, se trate y se apruebe en su caso, en la reunión que se genera con el convenio de la máxima casa de estudios.
Se tocarán las principales culturas clásicas de nuestro país, como la teotihuacana, maya, zapoteca, totonaca, las culturas denominadas posclásicas: los toltecas, mexicas (Puebla y Tlaxcala), los mexicas (Ciudad de México), los tarascos, los purépechas (Michoacán), los mixtecas (Oaxaca).
Se observará que a la llegada de los españoles a México se hablaban más de 50 lenguas diferentes por la misma diferencia de grupos; que la cultura imperante era la azteca o mexica.
Se conocerá en total la cultura y desarrollo de los pueblos de Centro y Sudamérica, entre los que está Perú, con una cultura pre-inca importante, al igual que la cultura del imperio inca, que alcanzó una gran organización política y desarrollo agrícola y arquitectónico. Cultura que destacó en los pueblos de Colombia, Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador, llamada región andina.
Seguir descubriendo elementos de la cultura y civilización de los grupos originarios de América resulta mucho muy apasionante, por ello creo que el trabajo de la Universidad Nacional Autónoma de México al que nos venimos refiriendo merece reconocimiento por continuar con esos estudios que ubican, en tiempos, la grandeza de nuestros ancestros.
Hay muchos libros sobre el tema de la conquista de México, todos valiosos e importantes por sus investigaciones y aportaciones; se me ocurre señalar cuando menos dos obras, una es el Compendio General de México a Través de los Siglos, de Vicente Riva Palacio.
Recalca en un inicio que “nuestros antiguos pueblos con sus jeroglíficos nos dejaron no solamente la historia de sus hechos, sino también sus costumbres, sus ideas religiosas, sus conocimientos de astronomía, sus supersticiones, su organización política y, por así decirlo, el conjunto de su civilización. Por lo tanto los jeroglíficos fueron la primera fuente de nuestra historia antigua como obra de aquellos pueblos”.
Así como el libro El Corazón de Piedra Verde, de Salvador de Madariaga, que en sus tres partes (1.- Los fantasmas, 2.- Los Dioses sanguinarios y 3.- La fe sin blasfemia) nos logra ofrecer una imagen verosímil de dos mundos muy dispares y muestra la conmoción que la conquista produjo en los corazones de España y América.
Aparecen las historias de Moctezuma y Cortés, de Cuauhtémoc y Bernal Díaz, de los españoles y aztecas que vivieron en una época crucial del desarrollo de las civilizaciones americanas.
Dicho lo anterior, y de acuerdo con lo que señalamos desde un principio, seguir estudiando la lengua española requiere mucho tiempo.
No nos vaya a pasar lo que dijo irónicamente un artista del cine: “Tomé un curso de lectura rápida y fui capaz de leer La guerra y la paz en veinte minutos… creo que decía algo de Rusia…”
¡Siempre servirá estudiar la lengua española, siempre servirá promover y ejercer la cultura de la lectura…!