Es Relativo
Lic. Guillermo Pacheco Pulido
Debemos cultivarnos en las áreas que fortalezcan nuestra identidad como poblanos. Todo ello fomenta la unidad de un colectivo como el nuestro, que está trabajando por el bienestar y la felicidad de toda la población.
La identidad en una población hace que se viva con mayor seguridad y, a su vez, se crean y mantienen las bases para un desarrollo que beneficie a todos y se construya la felicidad individual y colectiva.
Uno de los mecanismos que ayudan a cohesionar a las personas, a unirlas, es convencernos, a través de identificar a otros poblanos o habitantes de Puebla que han realizado ejemplares acciones en su vida, de que la solidaridad es el mejor sistema de vida que debemos impulsar.
Puebla es, indiscutiblemente, un estado en donde el arte alcanza dimensiones de grandeza. En la pintura destacan Agustín Arrieta, Juan Cordero, Alberto Ibáñez, Faustino Salazar, José Luis Rodríguez Alconedo, Luis Berrueco, Erasto Cortés Juárez, Roberto Cueva del Río, Juan Tinoco, Miguel Jerónimo Zendejas, Rosa Álvarez, Aurelio Leonor, Lorenzo Zendejas, Francisco Valdivieso y muchos otros más que imprimieron su poblanidad en los lienzos de todos los tiempos y épocas.
En la actualidad, destaca José Lazcarro Toquero, artista plástico, académico e investigador, con un oficio artístico amplio como el grabado, la pintura, la escultura y una serie más de actividades que lo convierten en un artista de todos los tiempos.
En pintura, se hace notar que en Puebla hay una caverna que contiene dibujos grabados rupestres en Hueytamalco, en las Cuevas de Belén, el Águila y Monteralli.
Ahora hablaremos de Agustín Arrieta, quien es originario del estado de Tlaxcala, pero que vivió desde muy joven en la ciudad de Puebla, ahí creó su universo cultural en el arte de la pintura. Su caudal pictórico prevaleció con la imagen mexicana, con un profundo sentido costumbrista.
La librería de Porrúa Hermanos y Cía. S.A. de México, D.F., editó un libro de Francisco Cabrera dedicado a Agustín Arrieta; libro que contiene fotografías de la mayoría de su obra. En dicho documento encontraremos palabras de José Luis Bello y Gustavo Ariza, quienes nos dicen:
“La obra de Arrieta se enlaza en el tiempo con la de Zendejas. No pudo o no quiso salir de su clase, la más humilde de todas y, encerrado en ella, pintó, con la naturalidad del manantial que aflora, los asuntos vulgares al alcance de su vida paupérrima. El conocimiento de la pobreza impresionante que lo cercó permite medir las dimensiones de los obstáculos que lo ahogaron. Por ello, no es fácil atreverse a señalar con rigor los defectos de estas creaciones. Son, además, evidentes, y sólo se subrayan la sinceridad y la lozanía con que está captado un tema, cuya trivialidad corriente tiene la fuerte sencillez de lo realmente humano”.
Su obra se identifica con la imagen popular y con una profunda mexicanidad, independientemente de los majestuosos cuadros que contienen a nuestros tradicionales bodegones.
Se señala que las pinturas de Arrieta identifican a la vida de los poblanos de esas épocas, lo que lo convierte en “El pintor de Puebla”, con un espíritu realista total; no pintaba madonas, ni producía escenas celestiales, todo ello porque se inspiraba en la naturaleza y en las imágenes reales como forma de vida.
Afirmamos que pintó a la naturaleza y al ser humano con perfección. Reprodujo exactamente con todo su realismo a los hombres, mujeres y cosas que plasmaba en sus pinturas.
Arrieta es el gran pintor costumbrista al que se considera como el primer mexicano que llevó la costumbre humana a su realidad en sus pinturas, resaltando la poblanidad y la nacionalidad.
Se hace notar igualmente que en el año 1852 pintó algunos cuadros religiosos para la iglesia de San Juan de Dios de Puebla, que se conservan en un retablo. Uno de ellos representa el Calvario y otro, la Muerte de San José, figuras que están bien logradas.
Arrieta no fue homenajeado ni reconocido en vida; fue ya con el paso del tiempo, gracias a la maravilla de su arte, que ha triunfado. Vivió y murió en pobreza económica. Arrieta murió y fue olvidado, lo que nos hace preguntar: ¿qué es lo que pasa en el ser humano que no valora a los artistas ni a su arte, solo hasta que están muertos? ¿Será el desconocimiento de ese arte? ¿Será el espíritu comercial? ¿Será la vanidad o la presunción de considerarse superior?
En el mundo, sucedió con muchos pintores que murieron olvidados y pobres, y hoy sus cuadros se venden a precios estratosféricos. Vivieron pobres, pero hicieron ricos a los vendedores de arte llamados agentes, galeristas, intermediarios, “dealers”, quienes marcan el curso de la economía de los artistas.
Por eso señalamos que la pobreza de los pintores sirve… para hacer ricos a los vendedores de arte.
Así recordamos a Vincent Van Gogh, Rembrandt van Rijn, Paul Gauguin, Georges Pierre Seurat, El Greco Doménikos Theotokópoulos, Amadeo Modigliani, Claude Monet y Arrieta.