Es relativo
Guillermo Pacheco Pulido
La historia a veces está escrita en palabras cortas o en pequeños pero transcendentales acontecimientos. La idea es darlas a conocer o alentar que se recuerden, pues sirven para orientar nuestra forma de pensar y tener presente el contexto en el que fueron acuñadas.
Así, encontramos las siguientes palabras y su posible connotación.
Autarquía.
Del griego “autarkeia” que a su vez procede de “autos”, que significa a sí mismo, y “arkein”, que puede traducirse como bastar. Generalmente, significa condición del que se basta a sí mismo; se utiliza en las formas autarquía política y autarquía económica.
Autonomía.
Procede del griego “autos”, que es igual a sí mismo y nomos, que significa ley,: el que se rige por su propia ley.
Burocracia.
Del francés “bureau”, que quiere decir oficina, y del griego krateia que es igual a poder. Nombra al conjunto de personas encargadas de la administración del Estado.
Chauvinismo/chauvinista.
Palabra derivada del personaje Nicolás Chauvin, soldado y partidario exaltado de Napoleón I. Se explica o se entiende aquella actitud por la que un individuo (o un grupo) se deja llevar de una desmedida admiración hacia los valores de la propia nación, hasta el punto de menospreciar a las demás naciones y de llegar incluso a propiciar actos belicosos frente al extranjero. Se le asemejan nacionalismo exacerbado o jingoísmo.
Jingoísmo.
Palabra derivada de “Jingo”, nombre de la emperadora de Japón que asumió el poder a la muerte de su esposo. Su hijo fue declarado dios de la guerra. El término ha sido usado para significar una patriotería exaltada y agresiva.
Democracia.
Del griego “demos”, pueblo, y “krateia”, que es poder. Refiere al gobierno detentado por el pueblo. Abraham Lincoln estableció que es “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. “El pueblo es al mismo tiempo el gobierno y el que gobierna”. Existe así la democracia directa y la representativa y la democracia como organización política.
The rule of law.
Significa imperio de la ley, supremacía de la ley en el funcionamiento de un Estado. Todas las personas son iguales ante la ley.
Ley marcial.
Del latín “martialis”, que a su vez se deriva de “Mars, Martis”, el dios de la guerra. Es la imposición del estado militar. Su implantación o declaración exige la existencia de una situación de guerra interior o exterior, no se considere así alguna situación grave del país.
Objeción de conciencia.
Este término lo escuché en la Cámara federal de Diputados y me hizo admirar la conducta de un diputado que, al hablar en tribuna respecto de la iniciativa presentada por su partido, dijo que en uso del principio de objeción de conciencia votaría en contra.
Este principio sirve a personas para estar en contra del grupo que representa.
Existió un boxeador que no hizo su servicio militar ni asistió a la obligación que tenía con su país de participar en un conflicto bélico porque su religión se lo prohibía y adujo a su favor el principio de objeción de conciencia.
En realidad, se justificó esta actitud por considerarse un derecho humano. En algunos países no es tomado en cuenta este principio y no queda más que cumplir con las obligaciones ciudadanas o a ser sujeto de sanciones por parte del Estado.
Hoy tiene urgencia este principio, sobre todo dentro del ejercicio profesional de la medicina.
Quinta columna.
Es el conjunto de partidarios de una causa política que trabajan por hacerla progresar en territorios dominados por los contrarios. El concepto nació en la Guerra Civil Española (1936-1939): Preguntado el general Mola cuáles de las cuatro columnas destinadas a tomar Madrid sería la primera en entrar, respondía: la quinta columna. Esta era un grupo organizado que ya se encontraba dentro de Madrid debilitando la resistencia. Coloquialmente, quiere decir que se trata de personas que se hacen pasar por amigos, pero son enemigos. Un ejemplo se encuentra en el relato bíblico posterior a la llamada última cena.
Noche de los cuchillos largos.
Conocida también como Operación Colibrí, se refiere a los hechos ocurridos el 30 de junio y el 1 de julio de 1934: Hitler ordenó una serie de asesinatos políticos, con los que eliminó sus opositores. Se aplica al deseo de exterminio de quienes piensan distinto al gobierno en turno.